Boca: del “desconcierto” de Jorge Almirón al reto de madrugada de Juan Román Riquelme
La goleada en Mendoza golpeó al plantel, el cuerpo técnico y hasta el Consejo de Fútbol, que está obligado a acertar con los refuerzos en el próximo mercado de pases para la Libertadores
Riquelme les habló de su preocupación por el momento del equipo que, si bien aseguró su pasaje a los octavos de final de la Copa Libertadores, no termina de despegar y... cuando pierde, lo hace dejando una imagen muy mala.
Jorge Almirón era uno de los más preocupados. Terminó disfónico tras la goleada y parecía que no iba a hablar. pero necesitaba desahogarse, decir algo aunque no estuviera del todo convencido de lo que estaba sucediendo: “Todavía no tengo las cosas claras sobre el partido. Fue un partido raro. El primer gol llegó cuando no habían llegado y el segundo fue en el final del primer tiempo. Ya el tercero y el cuarto fueron evitables, raros. Estuvo desconcertado el equipo, intentó recuperarse, pero no pudo. Somos responsables todos, el primero soy yo. No pudimos encontrar nunca el partido y con el desconcierto tampoco tuvimos profundidad”.
Esa palabra expresada por Almirón resume lo que sucede en Boca: “desconcierto”. La confusión vuelve a predominar en casi todos. La enorme cantidad de futbolistas lesionados influye, está claro: hoy son ocho (Marcos Rojo, Luis Advíncula, Miguel Merentiel, Luca Langoni, Frank Fabra, “Equi” Fernández, Norberto Briasco y Exequiel Zeballos) y se esperará que Darío Benedetto –que pidió el cambio en el entretiempo ante Godoy Gruz por molestias en una rodilla– no profundicen los inconvenientes. Ahora bien, de todos estos nombres que no pueden estar, con este técnico venían siendo titulares apenas dos o tres. Entonces, se observa al resto que está a disposición y vuelven a plantearse las dudas sobre el armado del grupo.
Entonces, la urgencia pasa por la seguridad. Lo que sale bien –siempre y cuando la enfermería lo permita–, no debería tocarse. El técnico arribó en abril y habló aquel día de “repetir formaciones porque los futbolistas de Boca deben acostumbrarse a eso”. No obstante, no termina de lograrlo por sus propias incomodidades y hasta curiosidades de qué nombre puede rendirle mejor. Es decir que no tiene un sostén claro, pero las (pocas) veces que lo encontró prefirió, luego, dar volantazos para probar cosas nuevas.
Uno de los claros ejemplos se observó hace pocas semanas, cuando aún no había padecido la ola de bajas y tenía claro que el esquema 4-1-4-1 era lo que mejor le rendía, pero para jugar contra Arsenal, que se posicionaba último (sigue hundido), cambió radicalmente para jugar con dos centro delanteros y perdió (0-1) en Sarandí. O, anteriormente, cuando jugó ante Deportivo Pereira, en Colombia y por la Copa Libertadores, con Advíncula de lateral derecho cuando ya era una certeza y un mérito propio utilizarlo como volante: otra derrota (0-1), menos dolorosa porque ahora está clasificado a los octavos de final, pero que está presente en los números irregulares del ciclo.
Así las cosas, los rendimientos individuales varían. Lo que parece encenderse y acelerar en quinta, enseguida se planta en la banquina de manera inentendible, sin respuestas, como viene pasando con Nicolás Figal, Marcelo Weigandt o Guillermo Fernández, entre otros. Su estadía no termina de arrancar. Los pasos para adelante que se le reconocieron de manera justa, enseguida los hizo hacia atrás, por lo que no se termina de alcanzar el punto popular de entusiasmo: si bien Almirón es el menos apuntado, él es el que decide titularidades de hombres que desgastaron al hincha. Y la gente se desconcierta al mirar el detalle de los 15 encuentros que lleva a cargo: siete triunfos y seis caídas.
De cara al compromiso en Mendoza el plantel tuvo doce días de trabajo para prepararse y sentir lo menos posible las múltiples ausencias, pero todo terminó siendo una pesadilla. Así es como sumó su tercer partido consecutivo sin ganar en la Liga Profesional (además de las derrotas ante Arsenal y Godoy Cruz, igualó con Lanús) y, en cambio, todavía no pudo hilvanar más que dos éxitos: lo logró en dos ocasiones, entre las alegrías consecutivas ante Racing (3-1) y Colo Colo (2-0 en Chile), y luego frente a Belgrano (2-0) y Argentinos (1-0).
Su conjunto perdió gol, ya que hizo apenas cuatro en los últimos siete encuentros, de los cuales en ninguno convirtió de a dos. El desorden defensivo se nota ante la falta de algunos titulares, aunque también en ese mismo período contabiliza siete en contra porque Godoy Cruz le propinó cuatro. Ahora bien, en todos hubo fallas insólitas. La absurda mano de Weigandt, lo fácil que perdió alguien experimentado como Figal en la jugada del 0-2, lo frágil que estuvieron todos en el tercero (más allá del desvío en el propio zaguero) y la falta de atención de Facundo Roncaglia para dejar pasar la pelota y no darse cuenta que a su espalda Conechny haría el gol definitivo.
Falta de comunicación, un nuevo capítulo del desgano boquense y un desconcierto que abundó por todos lados. Incluso, en situaciones de desencuentro que terminaron siendo hasta cómicas. Pol levantó por el aire a Valentín Barco cuando ambos llegaron al área para definir una pelota suelta, pero no se hablaron y patearon juntos: ninguno definió. O en la última jugada de la derrota, cuando Weigandt le pegó un pelotazo en la cara a Alan Varela y lo derrumbó.
Boca da dos pasos para adelante pero luego retrocede idéntica cantidad de casilleros. Eso frustra a los jugadores, deja “desconcertado” a Almirón y enoja a Riquelme, que igual buscará (como nunca antes) acertar con los próximos refuerzos. Hay un “juramento” para no fallar., ya que al menos se buscarán cinco futbolistas. Inmerso en las dudas, entre todos anhelan fuertemente el fin del semestre para empezar a jugar, al menos, en el mercado de pases.