Alaba se resetea

Tras una temporada en la que las lesiones han trabado su rendimiento, el austriaco se adentra en la treintena con la voluntad de dejar atrás los fantasmas.

Víctor Gómez
As
La temporada 23-24 no será una más para David Alaba. El ex del Bayern viene de completar una de las campañas más difíciles de su carrera (la segunda más complicada en cuanto a lesiones) y necesita recuperar la continuidad como el comer para mitigar cualquier duda que pueda existir en relación a su estado físico. Ha cumplido 31 años este sábado y pese a que Ancelotti ha demostrado tenerle fe ciega, es consciente de que no puede permitirse un nuevo curso como el pasado. En la 22-23 se perdió el 31% de los partidos por lesión y el Madrid echó de menos su presencia en ciertos partidos de enjundia. Sin embargo, su buen final de temporada tras regresar a principios de mayo invita al optimismo y le refuerza en su afán de volver a ser el Alaba de 2022.

Aquel central ya consagrado consiguió la proeza de hacer olvidar a todo un Sergio Ramos, algo que pocos se atrevían a pronosticar. Se convirtió en el jefe de la zaga junto a Militão y firmó un primer año impoluto de blanco tras haber aterrizado en Madrid el verano anterior (2021). 46 partidos y un doblete (Liga y Champions) bajo el brazo fue su carta de presentación. El sueño de cualquiera que llega a Concha Espina. Al cabo de un año, por surrealista que pareciera, pocos se acordaban ya del camero en la capital.

Alaba celebra la 35ª Liga del Real Madrid.
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Alaba celebra la 35ª Liga del Real Madrid.JAVIER GANDULDiarioAS

Este curso, por contra, la suerte no ha estado de su lado. Lo que en su primer año era viento a favor fue mutando a tempestad de forma sibilina. Empezó el 2022 con mal pie. Una dolencia muscular le hizo perderse la Supercopa de España al completo y ausentarse también en Liga de los encuentros ante Athletic Club, Real Sociedad y Valencia. Desde entonces, no volvió a disfrutar de más de tres partidos seguidos en la competición doméstica. Ya en febrero, volvió a lesionarse en Anfield y no estuvo disponible ni en el derbi ni en un clásico decisivo en la pelea por el título. Ambos encuentros, por cierto, se saldaron con resultado desfavorable para los blancos; el empate a uno ante el Atlético puso en chino una Liga que se terminó por perder 22 días más tarde en el Camp Nou (2-1).

Un final de temporada positivo

Cuando más apretaba el calendario a mediados de curso, el austriaco no pudo estar presente. Pero sí lo hizo en el tramo final de temporada. Llegó in-extremis a la final de Copa ante Osasuna y Ancelotti le alineó con tan solo dos entrenamientos en sus piernas. Una muestra más de la fe que le profesa el de Reggiolo y que ante el City confirmó. Con Militao sancionado en la ida y Rüdiger presenciando el partido desde el banquillo en la vuelta, quien no se movió fue Alaba. El Etihad Stadium dictó sentencia y el central, como el equipo, no estuvo a la altura, pero sus sensaciones hasta final de curso pasaron ya a ser positivas.

Acabó en forma la temporada y así la quiere empezar. Sabe que tiene a su favor la predilección de Ancelotti y que su dupla con Militao es la que parte como teórica titular, pero la competencia es alta. Un Nacho con galones de primer capitán picará piedra, como de costumbre, para hacerse con un sitio y Rüdiger ya ha demostrado su capacidad defensiva en noches como la de la ida de las semifinales de Champions ante el City. Con todo, el internacional austriaco confía en sí mismo. Ha tenido a su segundo hijo a mediados de este mes y es feliz en Madrid, integrado en un vestuario que le acogió a las mil maravillas desde su llegada, por lo que procurará que lo de la 22-23 se quede en un mal año. Algo que quede atrás con un simple reseteo.


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