Vinicius ha desencadenado una catarsis
Alfredo Relaño, As
Anteanoche, en la COPE, el embajador de Brasil explicó algo impresionante: le llegaron en febrero las imágenes de una aficionada del Joventut de Badalona que desde la primera fila gritaba: “¡Mono!”, a muy poca distancia, con las manos envolviendo la boca en busca de efecto megáfono, al brasileño Yago dos Santos, del Ratiopharm Ulm. El propio embajador consiguió la identificación de aquella mujer, cuyos vecinos de asiento la escuchaban divertidos, y la hizo llegar a las autoridades. No ha tenido consecuencia alguna. Este no será un país racista, como protestan a coro las autoridades, pero no importuna a los que tiene en su seno.
Bueno, bienvenida sea la reacción del Valencia si culmina, como esperamos, con la expulsión severa de los culpables y las sanciones penales oportunas; bienvenida sea la brusca reacción de la policía madrileña, que en pocas horas ha resuelto un tema meses empantanado; bienvenida sea, espero, la reacción que auguro en Badalona, ahora que el embajador de Brasil ha hecho público aquel oprobio. Bienvenida sea esta catarsis que ha desencadenado Vinicius, cuyo hartazgo le ha armado de un coraje incombustible cuyos efectos empiezan a comprobarse. Y bienvenidos sean todos los gestos de apoyo y reconocimiento que eso le está procurando.