¿Te acordás de cuando eran River y no Riber?

El de este domingo es un clásico que define poco o nada. Ahora que ya no son Deportivo Araña, vuelven a sufrir. Enmudezcamos al Changomás. Bah, no: siempre está mudo.

Decíamos que Riber ya es campeón, y de veras lo es, porque Boca está a 16 puntos y ni siquiera tiene como prioridad el torneo, tantas veces lo ganó en los últimos años. Ojo, no quiere decir esto que lo tiramos, que jugamos con el muletto. En todo caso lo jugamos en muletas y así quedamos. Es la máxima diferencia de Riber a Boca antes de jugar un súper. En cambio, la máxima diferencia de Boca a Riber es de una categoría y pico: Boca iba puntero en Primera y ellos cuartos o quintos en la B. Fuera de competencia el principal candidato a ganar, el que siempre tiene la exigencia, el único grande que le queda al fútbol argentino, Riber tiene vía libre. ¿Quién le va a competir? ¿El desagradable equipo de Insua? Inmirable y malo con ganas, mezquino, falto de jerarquía. Si lo mencionamos es sólo porque está segundo. Riber no puede perder el campeonato con ese equipo. Si lo llega a perder, se tienen que ir todos en helicóptero, o encerrarse en la caja fuerte del banco de Jorge Britcoin y que los lancen al fondo del mar. Como mínimo. No va a pasar, claro. Primero porque no se les va a escapar este título -ya se lo podrían ir dando- y segundo porque nada es tan dramático en Núñez.

Hace unos días, Boca perdía en casa con Pereira y la gente reaccionó como reaccionan los hinchas de un grande: reputeando a todos de arriba a abajo. Silbándolos, casi amenazándolos. ¿Cómo va a perder Boca con Inodoro Pereira? En cambio, Riber se comió cinco con Fluminense, tal vez el equipo más insignificante de Río de Janeiro, y Demichelis dijo que había que dar vuelta la página. ¿Se imaginan algo así en Boca? Los televisores estarían incendiándose, los jugadores estarían exiliados, el Consejo sería enviado a Mercurio con pasaje de ida. Y Jorge Amor... Bueno, nada. Saldría por algún lado a decir que está todo bien sin que le tiemble la papada. Eso es lo que marca la diferencia de tamaño entre un club y otro. En algún momento anduvieron más o menos cerca -nunca a la par, eh- pero ya no. Probablemente el descenso los haya hecho recapacitar, les haya cambiado la cabeza, haya subido el umbral de tolerancia y dolor. Un hincha que se banca un descenso, la tragedia deportiva más grande, que acepta ser Riber y no River -nunca más River, de eso no hubiera vuelto ni Víctor Sueiro- se banca cualquier cosa. No va a salir a hacer quilombo por una goleada en contra en Brasil.
River derrota Gettyimages

Además, River está acostumbrado a pasar papelones fuera de casa. Hasta en Bolivia lo boludearon en esta Copa. Riber, digo, eh. Nada que ver con Deportivo Araña, el club en el que se convirtieron durante unos cuantos años y que había copiado las formas de Boca para jugar esos partidos. Este Riber, la Michoneta, el Michifuz o como lo llamen, se parece bastante a los equipos de los 90 que salían del país y perdían. Habría que pensarlo bien, darle forma, pero sería bueno elevar un proyecto a la Conmebol para que le reconozcan los títulos a Deportivo Araña. Todos sabíamos que Gallardo excedía a Riber, que era mucho más grande que Riber. Ahora, da la sensación, volvieron a ser calabazas. O gallinas.

Un repaso por las casas de apuestas me asombra: el triunfo de Riber paga 1,66; el de Boca, 4,75. ¿Qué me perdí? ¿Nadie vio lo que pasó esta semana? ¿O el ganador ya está puesto? Herrera, ¿a vos te dijeron algo, que pitaras todo para ellos? No me hagas ver el partido al pedo, eh. Es un clásico raro por donde se lo mire. No define nada, ni de cerca. Pero ojo: la obligación, como siempre, es nuestra. Hay que ganar, muchachos. No cabe otra. No me interesa si jugamos con doble 4 o con tres delanteros. Marquemos bien a Roncaglia y vamos para adelante. El Changomás Mudomental tendrá más de 80.000 personas, pero todos sabemos que no juegan. No se oye nada. Así que los gritos tendrán que ser nuestros. Todos nuestros. Vamos, Boca, carajo.


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