Siempre Vinicius en el ojo del huracán
Alfredo Relaño, As
Partido apasionadísimo en Mestalla, que cumplía cien años, hito emotivo que venía a añadir grados a la tarde, como si la visita del Madrid y la situación de peligro del Valencia, agravada por las victorias del Cádiz y el Almería, no fueran suficiente. El equipo local jugó supermotivado, el Madrid salió despistado pero se fue metiendo en el juego en un continuo ‘in crescendo’. Y en medio de todo, Vinicius, siempre en el ojo del huracán que le rodea. Gallardo cuando hizo retirar al que le dirigió insultos racistas, impresentable cuando, expulsado, se retiró dedicando a todo el estadio un ‘a Segunda’ del peor gusto. Pronóstico, por cierto, que no se cumplirá.
El Valencia salió como si hubieran abierto una jaula de leones. El Madrid, con una línea media reserva, trató de sosegar el partido, alargando posesiones y bajando el ritmo para enfriar el ambiente. Su juego, parsimonioso y sin filo, era lo contrario que el del Valencia, que cada vez que cazaba el balón salía como una flecha hacia al área. Y así llegó el gol de Diego López, uno de los jóvenes de los que ha echado mano Baraja y que le están dando un resultado fenomenal. Ancelotti, que no quería perder, fue metiendo titulares en la segunda parte y el Madrid apretó, pero se topó con Mamardashvili, como le había ocurrido al Valencia con Courtois varias veces.
El Valencia se marchó con 40 puntos, la frontera de la salvación, mientras el Madrid cae de nuevo al tercer puesto, adelantado por ese Atlético de la excelente segunda vuelta. Pero este partido se recordará sobre todo porque desató todos los demonios que acompañan a Vinicius. Harto de insultos racistas, denunció índice mediante a un bárbaro que le hizo el gesto del mono, al que la Policía se llevó con rapidez ejemplar. Muy bien. Luego salió perdedor de una melé masiva en la que el sexador de pollos le descubrió dando un cachete, ignorando que antes Hugo Duro le había agarrado por el cuello, y al salir expulsado desahogó su frustración de la peor manera.