SAN 832: dos motores defectuosos, la amenaza sobre Guayaquil y ocho muertes que pudieron ser muchas más
El avión que debía volar a Quito el 29 de abril de 1983 tuvo un doble desperfecto mecánico que obligó a un riesgoso aterrizaje de emergencia
Aunque desde finales de 1998 no han existido accidentes aéreos fatales de vuelos comerciales. Antes de esa fecha las tragedias eran comunes. El último gran accidente registrado fue el del vuelo 380 del Cubana de Aviación en Quito. Quince años antes de que ese avión saliera de pista, en 1983, en Guayaquil, el vuelo de la Servicios Aéreos Nacionales de Ecuador (SAN) reportaba una emergencia aérea a pocos minutos de haber despegado.
El vuelo partió desde el aeropuerto de Guayaquil a las 15h00 del 29 de abril de 1983. El piloto Germán Cruz debía transportar a 100 pasajeros hasta Quito. El avión era un Sud Aviation SE-210 Caravelle VI-R francés adquirido por la empresa en 1979 y que cumplía esa ruta. Tan solo un día antes del accidente, Cruz había reportado que la turbina número uno de la aeronave estaba inestable. El problema técnico involucraba al motor: “Le hicieron un trabajo, dicen que hasta la medianoche. Al día siguiente me tocó un vuelo justamente en el mismo avión que había reportado y en el libro de a bordo le dan el visto bueno para que el avión vuele. Se lo reportó revisado y en muy buenas condiciones”, dijo el piloto a Vistazo.
Con el visto bueno de la revisión técnica, Cruz y su tripulación despegaron. Pero a los pocos minutos de estar en el aire uno de los dos motores del avión dejó de funcionar. Los motores de los aviones suelen apagarse porque se quedan sin combustible o porque experimentan algún daño eléctrico, pero según el capitán del SAN 832, “este motor tuvo un daño muy grave, al extremo que llegó a tener un movimiento horrible”. El motor había fallado apenas el avión levantó las ruedas de la pista.
De acuerdo con el Aviation Group de la Universidad Rey Juan Carlos de España, un avión sí puede volar solo con uno de sus motores, esto sucede porque “todos los aviones, independientemente de los motores que tengan, están diseñados para que puedan seguir volando y así, poder aterrizar de forma segura”. Además, según con los expertos, “es casi improbable que los dos motores se estropeen a la vez”.
Sin embargo, el SAN 832 parecía no tener suerte. Luego de la falla del primer motor, la turbina número dos también empezó a fallar. Ese era el presagio de la tragedia.
Cruz detectó el fallo y decidió buscar un sitio seguro para aterrizar. Según contó a Vistazo, necesitaba un lugar donde el impacto no fuera muy fuerte pues el avión podía incendiarse. Por las condiciones climáticas de ese día, Cruz había llenado por completo el tanque de la aeronave pues existía la posibilidad de que no pudieran aterrizar en Quito.
El piloto observó un espacio en la Isla Santay, sobre el Río Guayas, pero Cruz tuvo que descartar esa idea porque, a pesar del daño de los motores aún tenía potencia: “Entonces tuve que hacer un viraje muy cerrado para volver a aterrizar por la misma pista”, dijo a la revista ecuatoriana.
En general, los inviernos en Guayaquil son fuertes, aunque su intensidad varía de acuerdo a la corriente de El Niño. En 1983, el fenómeno de El Niño “cobró decenas de vidas y destruyó gran parte de los cultivos, así como de la infraestructura vial, con millonarias pérdidas económicas”, de acuerdo a los registros oficiales del país. Gracias al temporal, cerca del aeropuerto se había formado un charco de lodo que sirvió al SAN 832 como colchón para el aterrizaje.
De acuerdo con la recreación del accidente realizada por Mauricio PC, el youtuber que comparte reconstrucciones de vuelos, el capitán Cruz en su maniobra mantuvo la nariz del avión abajo para mantener la velocidad y evitar un stall, que consiste en la disminución más o menos súbita de la fuerza de sustentación de la aeronave y que pondría a los pasajeros en peligro. Sin embargo, al mantener la nariz baja, el avión pierde altura.
Fue esa pérdida de altura lo que ponía en riesgo a los ciudadanos de Guayaquil que no estaban dentro del avión, pues la aeronave podría chocar con alguno de los edificios del centro de la urbe porteña.
A pesar de las condiciones adversas, Cruz logró aterrizar en el charco de lodo que había divisado. La nariz del avión de SAN chocó contra el piso y la fuerza de la colisión partió al avión por la mitad y desprendió los asientos. El capitán Cruz perdió el conocimiento y su ingeniero de vuelo, Luis Montenegro, murió al instante.
De las 100 personas a bordo fallecieron 8. Las otras 92 se salvaron gracias a la experticia del piloto.
Eduardo Arcos fue uno de los pasajeros que estuvo en el avión de SAN ese día. Cada 29 de abril, celebra lo que él llama su segundo cumpleaños, pues fue el día en que volvió a nacer. En sus publicaciones en Twitter, Arcos ha reconocido al piloto Cruz como el salvador de los pasajeros que hace cuarenta años abordaron esa aeronave.
Según los registros históricos, varios aviones de SAN han sufrido accidentes anteriores al de Guayaquil de 1983. Solo en la década del 70 hubo cuatro accidentes.
En el primero, la puerta delantera de una aeronave se abrió en medio del vuelo y averió el fuselaje. Aunque no hubo víctimas, la aerolínea decidió vender el avión que fue reparado y usado en Colombia. También otro avión se accidentó cuando uno de los trenes de aterrizaje se desprendió. Tampoco hubo víctimas.
En 1977, 33 ocupantes fallecieron tras impactar contra una montaña en el sur del Ecuador. En esa tragedia se cuestionó las condiciones de los pilotos, quienes habrían estado en una fiesta la noche anterior al vuelo. A finales de ese mismo año, otro de los aviones de SAN se estrelló en otro cerro también al sur del país. En ese accidente, las 24 personas a bordo murieron.
En la década de los 80, hubo dos accidentes el de octubre de 1988 y el de abril de 1983. El último incidente registrado de la compañía SAN fue en 1997 cuando uno de los aviones tomó tierra sin el tren de aterrizaje en Galápagos.