Mucho desagravio, poco partido
El Bernabéu rindió un emotivo homenaje a Vinicius, que vio el partido en el palco de honor. Rodrygo decidió al final un partido sin ninguna gracia.
El desagravio tuvo una coreografía muy completa. Una pancarta con el lema “Todos somos Vinicius. Basta ya” decoró el fondo sur del Bernabéu, la única zona que aún permanece en obras. Los once titulares del Madrid saltaron al campo con la camiseta del brasileño y esperaron a que este saliera, vestido de calle, por la boca del vestuario para recibir la ovación general. Luego vio el partido en el palco de honor, a la derecha de Florentino Pérez. Honores de jefe de Estado para que el jugador sintiera que en esto nunca caminará solo. A los 20 minutos, como figuraba en el programa, el Bernabéu coreó su nombre. El juego del equipo, hasta ese momento, no había merecido ese afecto que el público dedicó al brasileño.
Un gol con lío
El partido estuvo en esa línea de aflicción blanca de las últimas semanas. Al equipo le ha sobrado todo en esta Liga desde aquel gol de Kessié en el Camp Nou que le dejó fuera de carrera. Lo que ha sucedido desde entonces le ha pillando mirando a otro lado. A ratos a la Champions, a ratos a la Copa, a ratos a los alborotos circundantes a Vinicius. Sin el título a la vista ha sido incapaz de transmitir nada. Acostumbrado a la presión extrema de luchar por títulos, se ha sentido incapaz de guardar las apariencias. Jugara quien jugara. Esta vez, y dentro de esa política de Ancelotti de no dejar a nadie atrás (salvo los cuatro que ya se quedaron hace mucho tiempo), hubo mayoría de titulares. Empezando por Kroos y Modric, senadores vitalicios del equipo. De los innegociables solo faltaron Militao y Vinicius.
El Rayo, que en la segunda vuelta se ha ido alejando de Europa, bonus de una gran temporada, le puso más interés. Su éxito radica en la sencillez. Su once es repetitivo, con pocos matices. En esta ocasión Iraola cambió trabajo por talento con Unai López y Camello en lugar de Óscar Trejo y RdT, sus dos futbolistas de mejor trazo.
El retoque no mutó su esencia de equipo al que uno se encuentra allá donde vaya. Con esa presión alta frecuentó las visitas a Courtois, casi siempre con disparos lejanos de distinta carga explosiva. Tres, de Unai López, Comesaña e Isi, llegaron hasta el meta belga.
Fue un gran esfuerzo colectivo que estropearon la falta de atención y de picardía, a partes iguales. Isi cayó en la defensa de un córner y quedó tendido en el suelo. Gil Manzano paró el partido, que ya tenía el Madrid (eso lo discutió el Rayo), y lo puso de nuevo en juego instantes después a 30 metros del área de Dimitrievski. Los jugadores del Rayo esperaban un reinicio intrascendente, como es habitual, pero Kroos aprovechó la circunstancia para evaporar la línea enemiga. El alemán tocó la pelota de primeras hacia Benzema, quien, tras combinar con Valverde, se plantó ante Dimitrievski, lo dribló y marcó con una visible cojera. Los estupefactos rayistas pasaron un buen rato decidiendo si se enfadaban con el árbitro, con el Madrid o con su falta de astucia.
El gol de RdT
El festejo fue menor porque el público acudió al partido fundamentalmente a aplaudir al ausente. De hecho, se echó de menos ese alboroto permanente de Vinicius, que es incapaz de guardarse nada, sea cual sea la condición del encuentro.
El gol de Benzema, toda la temporada por encima en producción que en juego, no espabiló el partido. El Madrid siguió al paso y el Rayo fue a menos. No era mejor ni peor que su adversario, pero no se acercaba a Courtois como al principio. Solo Modric rompió esa falta de actividad con un magnífico centro de exterior al segundo palo que Carvajal empalmó fuera. Un detalle propio de otro partido.
Iraola detectó esa caída de tensión y, entonces sí, tiró de Trejo y De Tomás, sus dos prestidigitadores, pero no parecía haber mago que levantara aquello. El Rayo ha perdido el apetito desde que confirmó su salvación y el Madrid lleva semanas pidiendo la hora, peinando el mercado y cavilando sobre las renovaciones. Pero De Tomás, que pudo ser y no fue en el Bernabéu, es un goleador de instinto e incluso en ese muermo se avivó para recibir un balón en el vértice del área y meter un derechazo raso que no vio Courtois y valió el empate. Rodrygo, de los que más interés puso, le respondió de inmediato con un tiro colocado e imparable y el Madrid acabó ganando para no amargarle la aburrida tarde a Vinicius.