Martín Demichelis festejó en el Superclásico porque todos los cambios fueron para ganar (pero sin dejar de defender)
El entrenador Millonario hizo varios movimientos tácticos y de nombres que siempre lo acercaron más al triunfo; Jorge Almirón pareció hacer lo que pudo y no lo que quería
El DT local intentó hasta el epílogo y Jorge Almirón se encontró con dificultades para plasmar lo que pretende. Sus jugadores estaban muy imprecisos (casi nunca pudieron enhebrar cuatro pases seguidos), perdían la mayoría de los duelos ofensivos individuales cuando los delanteros recibían los pelotazos largos y así, pensó que sólo le quedaba resistir. No le gusta jugar así a Almirón, pero quizás se sintió acorralado para hacer lo que terminó haciendo: modificaciones de puestos por puestos para sostener el 5-3-2 que sólo por pasajes logró ser un 3-5-2.
Las voluntades de River se impusieron sobre las de Boca. Demichelis salió a jugar desde el sistema 4-1-4-1, con Armani; Casco, González Pirez, Mammana y Enzo Díaz; Enzo Pérez; De la Cruz, Nacho Fernández, Aliendro y Esequiel Barco; Beltrán como la referencia más adelantada.
Lo mejor del partido
Y luego siempre hizo cambios para ganar. Su locura, esta vez, fue arriesgar pero teniendo los pies sobre la tierra, sin sacar a Enzo Pérez de su eje de ‘5′. Un De la Cruz inteligente se paseó por varios puestos: en un momento el bloque del medio fue con Enzo Pérez; Solari (ingresó por Aliendro), Nacho Fernández, De la Cruz y Barco; Beltrán.
Luego, con los ingresos de Palavecino y Barco y Borja por Nacho Fernández se ubicó 4-4-2 con Solari, Enzo Pérez, Palavecino y De la Cruz; Beltrán y Borja. Y por la lesión de Beltrán el doble 9 duró poco, enseguida entraron Suárez por Beltrán y Rojas por Casco para darle forma al sistema 4-1-4-1: Enzo Pérez; Solari, De la Cruz, Palavecino y Suárez; Borja.
Boca se paró 3-5-2 con Sergio Romero; Roncaglia, Figal (líbero) y Valentini; Advíncula, Medina, Varela, Pol Fernández y Barco; Vázquez y Villa. Pero salvo correctos desempeños de Valentini y Medina, y las buenas atajadas de Chiquito Romero, poco más.
El juego de posesión y posición de Demichelis se impuso durante todo el primer tiempo (sobre todo), aunque no tuvo la eficacia para convertir. Controló el balón un 70% del tiempo, se paró decididamente en campo contrario. En el balance global, 311 de los 481 pases que dio River fueron en terreno xeneize y metió 26 centros al área de Romero (contra los 8 del rival), según datos de Opta Stats Perform. Señales. Y no fue casualidad que la acción del penal haya llegado de un centro, y que la falta haya sido sobre Solari, que aportó más verticalidad y profundidad que Aliendro.
En esa superioridad inicial, fueron claves los movimientos de Nacho Fernández, del centro a la derecha pero volcándose por todo el frente de ese mediocampo que creció a la espalda de Beltrán. Las velocidades de River eran mayores a las de Boca. ¿Dónde falló el equipo de Almirón? Nunca pudo tener la pelota y se desligó de ella desde los nacimientos, desde los pies de los defensores centrales con lanzamientos largos para Villa y Vázquez que no eran aguantados o bien controlados por ellos.
Y cada vez que sucedía eso, los dirigidos por Demichelis triangulaban bien, encontrando siempre una alternativa de descarga más adelantada para escalar posiciones. Era cuestión de esperar hasta encontrar el espacio y poder ganar el partido. No siempre se logra, pero muchas veces atacar sin dejar de defender con paciencia da sus frutos.
Boca tuvo el récord de pases con errores no forzados y nunca pudo salir de sus propias limitaciones. River se destrabó sobre el final. Antes del penal, igual, había sido el que más cerca había estado entre el plan y la acción. Ese fue el triunfo táctico. Después vino el 1-0.