Las espectaculares imágenes de la erupción del volcán Cotopaxi de Ecuador en 1877 recreadas con Inteligencia Artificial
Fue la última erupción registrada del coloso considerado como uno de los volcanes más peligrosos del mundo
La inteligencia artificial (IA) permitió que el Municipio de Quito recreé, en una pieza audiovisual, los angustiosos momentos de la última erupción del Cotopaxi, ocurrida el 26 de junio de 1877. Este volcán es considerado uno de los más peligrosos del planeta, es el mejor vigilado del país y uno de los más vigilados del mundo. Ahora presenta actividad constante producto de su actual proceso eruptivo.
El volcán Cotopaxi está ubicado en la sierra ecuatoriana a 5.897 metros sobre el nivel del mar y a 107 kilómetros al sur de Quito. La amenaza de este estratovolcán activo radica en el extenso glaciar que lo cubre y que puede derretirse, lo que afectaría a las poblaciones que se asientan cerca del volcán. De acuerdo con el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, la frecuencia histórica de las erupciones del volcán, su estilo eruptivo, su relieve, su cobertura glaciar y porque, en caso de una erupción, la afectación sería significativa en la sierra y costa ecuatorianas.
Por sus características, el volcán tiene más de 60 instrumentos instalados para monitorearlo, como sismógrafos, detectores de lahares, entre otros. Sobre el Cotopaxi, una investigación realizada en el 2015 indica que, en caso de una erupción, 29 parroquias de dos provincias (Pichincha y Cotopaxi) serían las más afectadas. El estudio también indica que el 47 % de los habitantes estarían en peligro por el descenso de los lahares del volcán y 24 % de la población de esa zona se vería afectada por la caída de piedras y cenizas.
La recreación de la erupción de 1877 fue dirigida por el vulcanólogo Hugo Yepes, ex director del Instituto Geofísico, y la Unidad de Comunicación del Municipio de Quito estuvo a cargo de la producción. Los insumos que la IA utilizó para crear las imágenes se basa en la información contenida en los libros Travels Amongst the Great Andes of the Equator de Edward Whymper y en las Memorias sobre el Cotopaxi del científico alemán Thedor Wolf, nombrado como el geólogo oficial de Ecuador en 1875.
De acuerdo con los registros del Instituto Geofísico, desde inicios de 1877, el volcán había empezado a presentar emisiones de ceniza y explosiones de tamaño pequeño a moderado. El día de la erupción la magnitud de esta logró formar flujos piroclásticos.
El botánico Luis Sodiro y el científico Wolf describieron en sus escritos los hechos de aquel día y coincideron en que hubo “derrames de lava” que se desbordaban desde el cráter del volcán. Wolf indicó que “la lava no se derramaba en una o algunas corrientes, sino igualmente en todo el perímetro del cráter, sobre el borde más bajo, así como sobre la cúspide más alta”. Además, la expulsión de estos flujos habría durado entre 15 y 30 minutos.
Pero los flujos piroclásticos no fueron lo único que caracterizó a esa erupción, sino los lahares, que son flujos de lodo y escombros, que se formaron en el Cotopaxi y que desembocaron en los ríos aledaños causando “una gran destrucción”. Los lahares se originaron porque una parte del glaciar del volcán se derritió durante la erupción.
Según Wolf, los lahares tuvieron velocidades tales que se tardaron algo más de media hora en llegar a Latacunga, poco menos de una hora en llegar el Valle de los Chillos, cerca de tres horas en llegar a la zona de Baños (Tungurahua) y cerca de 18 horas en llegar a la desembocadura del río Esmeraldas en el océano Pacífico. Asombrado, Sodiro escribió que los lahares fluían con gran ímpetu “sin que nada pudiese oponer algún dique a su curso destructor, ni siquiera presentarle la más mínima resistencia”, de acuerdo a lo recogido por el Instituto Geofísico.
Un tercer elemento de la erupción fue la lluvia de ceniza. Las poblaciones más cercanas registraron capas de hasta dos centímetros de espesor, mientras que en Quito la acumulación de ceniza fue de 6 milímetros. La ceniza también llegó a Guayaquil, en la costa ecuatoriana.
De acuerdo con el Instituto Geofísico, la erupción del 26 de junio de 1877 es una erupción típica del Cotopaxi. Sin embargo, “los estudios geológicos y volcanológicos del Cotopaxi indican claramente que este volcán es capaz de dar lugar a eventos de mucho mayor tamaño”.