La inteligencia ucraniana destapa el plan de Rusia para sabotear la contraofensiva

 Desde Kiev aseguran que el Kremlin estaría planeando una distracción nuclear que pasaría por bombardear la central de Zaporiyia, denunciar una fuga y detener las hostilidades.

Sergio Murillo
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Ya es inminente. Desde las líneas de defensa rusas observan cada mañana con los ojos entrecerrados el horizonte del campo de batalla. Armados hasta la coronilla, con el cuchillo entre los dientes, escondidos y no tan ocultos, viven el silbido de las balas perdidas en el aire como un aviso. No se sabe cuál será la primera; la que signifique el inicio de la contraofensiva. Quizá el principio del fin.

Esperar de brazos cruzados no es una opción. Y mucho menos después de los esfuerzos que se han hecho desde Kiev para reforzar un arsenal soviético y necesitado. Antes los carros de combate chirriaban y ahora esperan combinar los cañonazos de los modernísimos Leopard 2 con los tajos que arañan los cazas al cielo del Donbás. A medida que este cambio de gestaba, las fuerzas armadas del Kremlin adolecían toda clase de problemas logísticos; y por ello, la cúpula moscovita ha echado el guante a un plan cuyo ingenio supera al potencial armamentístico. La clave: una distracción.

¿En qué consiste el plan?

Según la información filtrada por el ministerio de Defensa ucraniano, Rusia estaría planeando un gran golpe a la central nuclear de Zaporiyia. La más grande de Europa. Un accidente de dimensiones preocupantes en un edificio cuya destrucción puede significar la de una región se convertiría, tal y como se avanza desde Kiev, en una de las bazas para frustrar la contraofensiva. Nadie quiere gobernar sobre ceniza. Y menos si es radioactiva.

La hoja de ruta pasaría por un bombardeo y un posterior anuncio de fuga de radiación. Ante el riesgo atómico, las autoridades internacionales presionarían para acometer una investigación que, a su vez, exigiría una detención de todas las hostilidades. No se puede tomar apuntes entre disparos. Y así, con una distracción tan justificada como moralmente reprochable, conseguirían poner piedras en el camino de los tanques.

Explosión en la central nuclear de Zaporiyia el pasado 4 de marzo de 2022 / Reuters
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Explosión en la central nuclear de Zaporiyia el pasado 4 de marzo de 2022 / ReutersZaporizhzhya NPPZaporizhzhya NPP via REUTERS

A este urdido y lógico plan falta todavía verle cobrar realidad. Defensa ha proporcionado una declaración que carece de pruebas a través de Telegram, lo que empuja a escépticos y prorrusos a dudar de su fiabilidad. A dicho documento han añadido que el Kremlin habría interrumpido la rotación planificada de inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica que, por lo menos, hasta ahora, regía la central.

Desde el propio Organismo Internacional para la Energía Atómica no han dicho nada al respecto. No se han evidenciado interrupciones. Todavía. Pero los ojos quemados por la guerra que otean Zaporiyia no dicen lo mismo; según testigos del lugar, las fuerzas militares rusas han reforzado el interior y el exterior de la planta. A veces se escuchan balazos. Alguno de ellos marcará el inicio. Ya es inminente.

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