Independiente volvió a tropezar: una derrota con Arsenal que no esperaba y que le suma más preocupaciones
En el Viaducto, perdió por 2-1 con el equipo de Sarandí, que está penúltimo en la tabla; otro cachetazo para un conjunto que no logra encontrar un rendimiento confiable
Las cuestiones extrafutbolísticas no dejan de acechar al Rojo. La penúltima surgió apenas unas horas antes de que la pelota empezara a rodar en Sarandí. Néstor Grindetti, actual presidente interino, participará en las próximas PASO como candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires por Juntos para el Cambio, lo cual abrió el interrogante sobre su permanencia al frente del club. El propio intendente de Lanús (en período de licencia) se apuró en aclarar que “con algunos ajustes” podría continuar ejerciendo su cargo en Avellaneda, pero si la renuncia de Fabián Doman ya había alterado el orden interno, esta nueva circunstancia agrega una nueva dosis de incertidumbre.
La inestabilidad institucional llega, además, en un momento particularmente delicado. La colecta de los hinchas, cuyo primer objetivo es saldar la deuda de 5,7 millones de dólares con el América de México para permitir la contratación de refuerzos en invierno, habría encontrado un obstáculo inesperado. La mitad del dinero a pagar debería calcularse según la cotización del dólar MEP en lugar del oficial, lo cual obligaría a recaudar el doble de lo previsto.
Ya sea por estas situaciones, porque la regularidad es un bien inexistente en el fútbol nacional, o porque Arsenal planteó un partido con tintes de combate de full contact, Independiente devolvió la memoria del equipo que naufragó durante buena parte del torneo. A los 30 segundos, y a partir de un lateral largo de Ayrton Costa, el “pelirrojo” Martín Cauteruccio sacudió el palo derecho de Alejandro Medina con un zurdazo, después, casi todo lo que siguió fue un concierto de errores. Solo un cabezazo del propio goleador a los 22, que provocó una excelente atajada del arquero, alteró la línea monótona e ineficaz de un conjunto sin juego, sin desborde y sin una individualidad que alce la voz para encauzar el juego.
Lo mejor del partido
Arsenal tampoco hizo mucho más, condenando al “espectáculo” casi a un partido de vóleibol, con la pelota viajando por el aire de un campo al otro, casi siempre sin sentido. La diferencia fue que a los 8 minutos el hábil Santiago Toloza hizo una maniobra fuera de libreto: gambeteó. Con un movimiento rápido pasó entre tres rivales, abrió a la izquierda para Lautaro Guzmán, y Joaquín Laso se llevó por delante el centro para batir sin querer a Rodrigo Rey.
Una vez encontrado el oasis en el desierto, y tan urgidos de puntos como están, los del Viaducto reforzaron el plan original -pierna fuerte y sudor a raudales- para cerrar las alas, poblar el medio y pasar pocos sustos.
Zielinski buscó alterar el electroencefalograma plano de los suyos con la entrada de Mauricio Cuero y Juan Cazares, jugadores con mucho más pasado que presente, y no tuvo respuestas. Por el contrario, en un pelotazo largo Lucas Brochero le ganó a Baltasar Barcia, llegó al fondo y Facundo Pons empujó el centro rumbo al gol.
El 2-0 acentuó las posiciones: Independiente yendo al ataque con ceguera y Arsenal esperando para dar el golpe decisivo. El guión parecía inalterable, pero a los 31 Flabián Londoño desperdició una jugada de contraataque, y en la siguiente jugada Cauteruccio dejó pasar la pelota y Matías Giménez alcanzó el descuento, que le puso algo de emoción al cierre.
No fue más que un espejismo. Arsenal se dio una alegría inesperada e Independiente volvió a las andadas: le añadió una pésima actuación y una derrota a una jornada cargada de preocupaciones. Como para ratificar que la felicidad suele durar poco en la casa de los pobres.