Golpe crítico al Proceso: los Sixers, tocados y ¿hundidos?
La eliminación de Playoffs ante los Celtics destapa las carencias en Philadelphia y vuelve a plantear las dudas del equipo con un Joel Embiid cuestionado por su nivel. Doc Rivers, despedido.
Doc Rivers terminó su etapa en lo Sixers en la que fue su casa, el hogar donde consiguió el anillo en 2008, dejando su nombre en los libros de historia. Pero para mal. El técnico ha perdido 10 séptimos partidos desde que comenzara a entrenar en la NBA desde 1999, cuando aceptó ser el líder del banquillo de los Magic. A su vez, ha perdido siete eliminatorias en las que iba 3-1 o 3-2 arriba en el marcador.
Para hacernos una idea, Milwaukee, Boston y Atlanta, han perdido tan solo nueve en todos los años que llevan en la liga. Rivers solo es superado por los propios Sixers, con 11. Morey y la directiva han preferido prescindir de sus servicios para buscar algo diferente. Embiid va camino de contagiarse de ello. Los tres séptimos partidos que ha jugado, los ha perdido (Toronto, Atlanta y Boston).
Tirando de datos para materializar el pésimo partido de las dos estrellas de Philly, Embiid y Harden, ambos anotaron ocho canastas entre los dos y tuvieron nueve pérdidas. La barba no anotó ni un solo punto en el cuarto cuarto de los últimos tres partidos de la serie. Los que tenían que aparecer, desaparecieron, delegando funciones en los secundarios, que parecían tener más hambre cuando saltaban a la pista. Harris (19 puntos) y un Maxey que fue de menos a más (17) fueron los máximos anotadores de un duelo que se decidió al volver del descanso.
Lo preocupante no son los números. Una mala noche puede tenerla cualquiera. Las ínfimas ganas de intentarlo, la dejadez y apatía del MVP de la temporada regular, conseguido con todos los honores, transmiten una sensación difícilmente salvable. La incapacidad de liderar en el quizá encuentro más importante de su carrera a sus 29 años cuestiona su estatus de estrella, de uno de esos pocos jugadores que pueden ser diferenciales en una competición cada vez más ajustada.
No supo encontrar debilidades a la gran defensa de Horford. Un 3/16 en lanzamientos cuando era defendido por el dominicano muestran lo complicada que se le hizo la noche. No pudo superar los escollos, el gran entramado en canasta propia que dibujó Mazzulla y que tan buen resultado dio. No respondió a la exigencia del choque, no sacó la fuerza interna que caracteriza a los líderes y, por supuesto, al MVP de la NBA.
Para poner en perspectiva la sequía de éxitos en Philadelphia, las últimas finales de conferencia que han pisado fueron en 2001, cuando llegaron a las Finales de la mano de Allen Iverson. Los Kings, que han estado 16 años sin pisar los Playoffs (2006-2023), han estado antes en unas finales de conferencia (2002). 22 años después, los Sixers siguen sin pisar el máximo escenario del Este.
Optimismo e ilusión
La temporada de los Sixers invitaba al optimismo, a creer que este año era el indicado, el que dejase atrás tantas noches de impotencia y un conformismo impropio de una franquicia con tanto renombre. El juego acompañaba al gran nivel del equipo. Harden volvía a encontrarse a sí mismo y, con eso, sacaba a la luz lo mejor de sus compañeros. Maxey, Tucker, Niang, Reed y un Melton que se ha convertido en fijo, han respondido a su rol y función, algunos con creces y superando las expectativas y a otros les ha costado, pero han acelerado para incorporarse a la autopista en el momento más importante del año. Esta parecía ser la campaña que confirmase el proyecto, que le diese la razón a Sam Hinkie por el tan conocido ‘Proceso’. El camino fue diferente. 10 años después, el resultado es el mismo.
Tras ser terceros en el Este (54-28) en la fase regular y mirar de tú a tú con unos Bucks y Celtics que se postulaban como favoritos en las casas de apuestas para el campeonato, barrieron a unos Nets muy diferentes a los que comenzaron la temporada. El renovado equipo de Vaughn, con Mikal Bridges a la cabeza, no pudo ganar ni un partido a Philadelphia, que mostraba su dominio y confirmaba las buenas sensaciones. Un conjunto coral, generoso, con esfuerzos defensivos que borraban de la mente malas etapas pasadas, que no dejaba lugar a las dudas. Trasladaron lo que llevaban haciendo desde octubre, como si fuese una continuación.
Se encontró la armonía que tanto buscaron en esta nueva etapa del equipo, desde que Jimmy Butler aterrizase en noviembre de 2018. La llegada del ahora líder de los Heat creó la primera grieta de lo que sería el posterior terremoto. Su salida el 1 de julio de 2019 daba a pensar que las aguas se calmarían, que habría borrón y cuenta nueva. El episodio de Ben Simmons, el cual estuvo toda una temporada sin jugar y posteriormente salió de mala manera, no ayudó a mejorar la imagen y trasladar las esperanzas que, casualmente, nunca se fueron en los aficionados.
Harden abría un nuevo paradigma, una operación diferente a la suma que nunca salió. MVP de la NBA en 2018, uno de los mejores anotadores del siglo y estrella de la liga durante más de una década. El currículum habla por sí mismo. La pareja perfecta para que Embiid explote sus cualidades. Lo hizo el africano: 33,1 puntos y 10,2 rebotes de media en 66 partidos de la pasada campaña. El tándem perfecto, una dupla letal. El camerunés fue el máximo anotador por partido de la NBA. Harden, el máximo asistente (10,7 por encuentro). Primera vez en 40 años que dos compañeros del mismo equipo eran líderes estadísticos de la competición.
La firma de Tucker, la irrupción de Maxey, la regularidad menos intermitente de Tobias Harris, quien por cierto, cobrará 39 millones la próxima temporada, la defensa de Melton... Los Sixers contaban con una de sus mejores plantillas de la última década. Los actores de reparto cumplieron con el papel asignado. Fueron los mejores en el partido más trascendental del año, algo que no habla muy bien de los actores principales.
¿El fin de ‘El Proceso’?
La historia hace creer que, si te has quedado cerca del objetivo una temporada, la siguiente volverás a intentarlo. En Philadelphia parece que la hoja de ruta no ha cambiado, pero aún no saben si esta se ejecutará con los mismos protagonistas. El rumor que se lanzó hace meses de una posible vuelta de Harden a Houston ha cobrado vida. Adrian Wojnarowski, periodista de ESPN, comentó el pasado lunes 15 que la opción era real y ganaba fuerza. El escolta encontró la mejor versión de su baloncesto en Texas, donde alcanzó las finales de conferencia en 2015 y 2018, además de conseguir el MVP de la NBA esta última fecha.
Ramona Shelburne, del mismo medio, y una de las fuentes fiables de la NBA, asegura que veía “muy complicado” el escenario en el que Harden vuelva a estar a las órdenes de Rivers. El mismo día que salió esta información, el pasado 16, el entrenador fue despedido. El escolta tiene una opción de jugador de 35,6 millones de dólares. Él será el encargado de ejecutarla o no. “Nuestra relación está bien”, comentaba el 10 veces All-Star tras la eliminación en el Game 7 en Boston.
La cifra de 54 victorias es la más alta desde 2001, cuando llegaron a las Finales de la NBA que posteriormente perdieron ante Lakers por 4-1. La decisión que tome la barba afectará a la confección del equipo. Niang y Paul Reed, que han sido buenos secundarios durante la campaña, serán agentes libres restringidos. Pagar a los tres parece un imposible.
Los Sixers y Embiid quedan tocados después de la eliminación ante Boston. Su entrenador, despedido. Entraba dentro de los planes caer frente a los Celtics, pero las sensaciones fueron malas en el último encuentro. La estrella africana, señalada tras su bajo nivel en el duelo más importante de la temporada. Harden, pensando en una posible vuelta a Houston. Los secundarios se erigen como un seguro para la próxima campaña. Solo queda ver quiénes serán las estrellas y en qué condiciones están para devolver a los Sixers, más de dos décadas después, al Olimpo de la NBA.