Elecciones en Turquía: el principal candidato presidencial de la oposición denunció injerencia rusa
“Queridos amigos rusos, están detrás de los montajes, conspiraciones, contenido Deep Fake y cintas que se expusieron en este país”, declaró Kemal Kiliçdaroglu
“Queridos amigos rusos, están detrás de los montajes, conspiraciones, contenido Deep Fake y cintas que se expusieron en este país”, declaró Kiliçdaroglu en su cuenta de Twitter. “Si desean la continuación de nuestra amistad después del 15 de mayo, quiten sus manos del estado turco. Seguimos estando a favor de la cooperación y la amistad”, advirtió.
El jefe del Partido Republicano del Pueblo (CHP, socialdemócrata), que lidera además una alianza que aglutina a seis partidos de oposición, hizo este comentario en alusión a un video que circula en redes sociales y que lo muestra dando un discurso junto a miembros del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, organización militante kurda clasificada como organización terrorista en la Unión Europea y Estados Unidos). Según una investigación de la cadena alemana DW, esa secuencia fue manipulada combinando dos filmaciones distintas con fondos y contenidos totalmente diferentes.
El presidente Recep Erdogan también transmitió este video falso en una pantalla gigante durante uno de sus actos de campaña y preguntó a la multitud presente: “¿Votarían mis ciudadanos por esto?”. Analistas políticos señalan que el mandatario habría recurrido a esta maniobra para captar votos de los segmentos conservadores y nacionalistas.
A tres días de las decisivas elecciones parlamentarias y presidenciales en Turquía, la mayoría de los sondeos siguen apuntando a una victoria de la oposición, si bien por escaso margen, que pondría fin a dos décadas en el poder de Erdogan.
Un total de 12 sondeos diferentes publicados desde abril hasta ahora dan ventaja al candidato opositor Kemal Kiliçdaroglu frente al mandatario islamista. De esas 12 encuestas, 11 prevén una victoria del aspirante, si bien solo cinco le otorgan una mayoría absoluta este 14 de mayo, que evitaría una segunda vuelta electoral dos semanas después.
Kiliçdaroglu tiene el respaldo explícito de seis partidos, entre ellos el suyo propio, el socialdemócrata CHP, y el nacionalista IYI, además de cuatro formaciones menores, desde liberales a islamistas, pero también podrá contar con el voto de la izquierda kurda. Su horquilla de ventaja varía entre un máximo de diez a un mínimo de tres puntos respecto a Erdogan en las encuestas y, sumando las previsiones de todos los sondeos, tiene una ventaja media de cinco puntos respecto al mandatario.
Erdogan y su partido, el islamista AKP, han ganado todas las elecciones desde 2002, aunque desde 2018 su mayoría en el Parlamento depende del apoyo de una formación ultranacionalista. El mandatario ganó las presidenciales de aquel año con el 53 por ciento. Ahora, las encuestas más favorables no le dan ni el 49 por ciento.
Con la economía -cuyo crecimiento fue uno de sus argumentos electorales durante años- en mal estado y muchos turcos sufriendo la carestía de la vida, Erdogan ha centrado su campaña en vender una idea de una Turquía moderna, que inaugura su primera central nuclear, y poderosa, que desarrolla su industria armamentística.
También acusa al bloque opositor de ser infieles (pese a la presencia de partidos islamistas) o de pactar con la guerrilla terrorista kurda del PKK y querer fragmentar el país (aunque hay formaciones nacionalistas). Con este discurso ha conseguido en ciertos sectores que los problemas económicos queden eclipsados por sentimientos nacionales.
La oposición apuesta por destacar la pérdida de nivel de vida sufrida por buena parte de la población, con una inflación de más del 40% y la lira en mínimos históricos respecto al dólar. Además, Kiliçdaroglu promete que, si gana, restaurará los derechos y libertades que asegura Erdogan ha deteriorado durante sos 20 años de creciente autoritarismo.
Durante los Gobiernos de Erdogan, Turquía ha perdido puestos en diversos ránkings que miden la salud democrática de un país, como el índice de libertad de prensa de Reporteros sin Fronteras o el de corrupción de Transparencia Internacional.