Cómo es la experiencia de los animales frente a los sonidos musicales

Cada especie tiene una sensibilidad a diferentes estímulos sonoros, que se parece y se diferencia en ciertos aspectos a los humanos. Las razones

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Espero que me creas si te digo que fui testigo del inicio de la música en nosotros, que no somos otra cosa que monos desnudos, que no derivamos de los monos, sino que somos monos.

Te voy a contar una experiencia. En determinado momento, tratando de imitar a Clemente Onelio, el segundo director del Zoológico de Buenos Aires, que según “Caras y Caretas” un día le agarró la chiripiorca y puso música en los distintos recintos de los animales para ver cómo reaccionaban, yo lo que hice fue traer un coro de cámara pequeño un día lunes. Y lo puse delante del elefante, ni pío; lo puse delante de la jirafa, ni pío.

Pero cuando lo puse delante del chimpancé y les dije que cantaran “Duerme, duerme negrito”, Martín, un chimpancé que ya no vive ni en el Ecoparque ni en el viejo zoológico y que murió a los 44 años hace muy poco tiempo, empezó a bailar.

Quizás los animales no lo demuestren directamente pero la música los puede estimular
Quizás los animales no lo demuestren directamente pero la música los puede estimular

Y cuando cortábamos la música rompía todo y demostraba una ira muy especial. Así lo repetimos varias veces. Y, al lunes siguiente, que era el día que estaba cerrado el zoológico, pusimos un viejo grabador de esos que tenían las dos caseteras y conseguí el casete de Mercedes Sosa cantando “Duerme, duerme negrito”. ¿Y a qué no saben?: la experiencia se replicó.

Cada vez que apagaba, él se enojaba. Hasta que se dio cuenta que yo repetía la acción. Entonces se sentó a esperar que yo volviera con el dedo a apretar el botón. Esa experiencia hizo llorar a más de uno, porque estábamos hablando de un mono que jamás aprendió a bailar, que jamás había escuchado música.

Y me hizo acordar a otra experiencia que tuve como estudiante cuando en el tambo de la Facultad le pusimos verde alrededor, verde... pintura verde, a las vacas y mientras las ordeñamos había música clásica.

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Eso hizo aumentar la producción un 10%, quiere decir que se sentían mejor.

Y los cerdos se sentían mejor y no había canibalismo cuando le colgábamos cadenas para que jueguen y poníamos música heavy. Esto te demuestra que la sensibilidad musical no es privativa de este mono desnudo que se llama hombre.

*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.

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