Banfield vs. San Lorenzo, por la Liga Profesional: el Ciclón ganó con la imaginación del Perrito Barrios, en la última bola (y no se baja)
San Lorenzo consiguió otro agónico triunfo que lo mantiene en las alturas, un 2-1 duro y parejo, en el regreso de Julio Falcioni a Banfield
Ocurrió con Platense, en un final de fiesta con Rafa Pérez de optimista del gol. Sucedió en el Sur, cuando nadie lo creía. Nadie, menos San Lorenzo.
La presentación del espectáculo tuvo el condimento del sentimiento. El regreso de Julio César Falcioni, a los 66 años, en su quinto ciclo en Banfield, es una muestra de que el fútbol es mucho más que un juego, un negocio o una distracción. Es algo más profundo. El Emperador, que se cayó y se levantó en el fútbol y en la vida con la fuerza de los que jamás agachan la cabeza, se reía mientras levantaba su brazo derecho, aplaudido, ovacionado. “Que de la mano de Julio César, todos la vuelta…”, cantaban los hinchas, que volvieron a llenar el estadio como si el equipo peleara asuntos importantes y no estuviera en el sótano de la tabla.
“Los días más felices siempre fueron Falcionistas”, resulta mucho más que una bandera. Más allá del Apertura 2009, el DT experimentado y meticuloso representa una de las banderas de nuestro fútbol. Su salida como manager del Taladro pareció un final de ciclo, pero apareció Independiente (otra vez) y fue como un volver a vivir. Rubén Insua, del otro lado del mostrador, a los 62, escribe más o menos la misma canción.
El Gallego va a cumplir esta semana un año al frente de San Lorenzo, el gigante que vivía en peligro en el campo de juego, la tesorería y con cantos desafiantes de sus hinchas contra unos y otros. Los técnicos duraban un suspiro, entre derrotas en continuado. No fue la primera opción y, sin embargo, el campeón de la Copa Sudamericana 2002 les ganó a todos. Hasta los que no creían: eran muchos más. El abrazo entre dos galanes de otro tiempo, que parecen una excepción a la regla de la juventud y audacia táctica en los entrenadores jóvenes y sus ayudantes tablets en mano. Insua y Falcioni le ganan al tiempo.
Lo mejor del partido
El desarrollo fue monótono con destellos de destrezas colectivas. Se trata de dos conjuntos (uno pelea por el título, el otro por escapar del subterráneo) equilibrados, que se desarrollan de atrás hacia adelante. Con recursos limitados, San Lorenzo va. Cree tanto, que sigue a tiro de River. Jalil Elías, de zurda y en suspenso, abrió el marcador y parecía la mesa servida en bandeja: Banfield suele tener la mandíbula floja. Sin embargo, entre poquito y casi nada, Alemán creó una fantasía desde la izquierda y lanzó el centro que encontró una bellísima palomita creada por Juan Bisanz, un volante de 21 años para seguir de cerca.
La igualdad tenía sabor a poco: San Lorenzo debe ganar si anhela pelear el campeonato hasta en los últimos capítulos y Banfield, en el regreso de su padre pródigo, tenía la misma imaginación. Sus estilos, sin embargo, no los ayudan demasiado: el Ciclón ataca con tres delanteros, pero tímidamente, agazapado. El Taladro suele ser una expresión de deseos.
Insua quería ganar. San Lorenzo tenía el deseo, en un desarrollo esquivo, monótono. Ingresaron Vombergar y Leguizamón, atacaba con una dosis de confianza mayor a lo que demostraba sobre el campo. Pero para lograr un triunfo, para salir campeón, hay que creer. Y en la última jugada del partido, Barrios bajó la pelota en el área (¿hubo mano?) y definió con clase y potencia.
Faltaban 20 segundos. Y ganó San Lorenzo, contra viento y marea, sigue cerca de River y con la esperanza a flor de piel, lo último que se pierde. Y más, en el Ciclón.