A lo Riber: otro clásico escandaloso
Herrera les regaló un penal a los 93 después de no haber echado a Casco y Díaz. ¿Alguien puede sorprenderse? Ojo: Boca también tiene sus culpas, sus errores y debe corregirlos.
Antes de meterse en el partido, hay conclusiones importantes a sacar. 1) Con jugadores verdes (me pidieron que no pusiera boludos) se hace muy difícil. Si ves que los de Riber están desesperados por ganar y piden penales hasta en la mitad de la cancha, tratá de no darles un motivo para que se tiren. Aunque no haya sido penal, el toque de Sández existió. Listo pibe, gracias por todo. Chau. 2) No puede pasar en ningún equipo que se precie de profesional que arme la cantidad de escándalos que arma Boca. Si no es Racing, es River. La chispa en el superclásico fue que un pibito de Riber, cuyo máximo pergamino es haber jugado en Ecuador o ahí cerca, les gritó el gol en la cara a los rivales. Y saltó Romero, arquero mundialista que además fue durante años jugador del Manchester. Seamos serios, muchachos, no puede venir a calentarte cualquier inútil que pasa por ahí.
Previo a todo eso hubo 94 o 95 minutos. ¿Boca mereció perder? No. ¿Había hecho algo para ganar? Tampoco. En el segundo tiempo estuvo mejor plantado, manejó más la pelota, tuvo un par de llegadas: un tiro libre y un disparo de media distancia de Villa, más una jugada en la que Casco cierra al mismo colombiano, al minuto. Nada más. El ingreso del Equi por Varela lo había mejorado, Merentiel fue más peligroso en una jugada que Vázquez en sus 55 minutos. O sea: los cambios fueron buenos, tal vez lo malo fue la decisión inicial de incluir a los otros. Entre lo poco positivo que se puede rescatar está la actuación de Medina, que se debía algo así como titular. Fue el más claro de Boca, cerebral y preciso, con un despliegue enorme y un gran sentido táctico.
Por lo demás, quedó claro algo que ya se sabía: en Boca, la jerarquía escasea. Romero estuvo a la altura, también Figal. Hay algunos otros que cumplieron, al margen de Medina. El único distinto, que quede claro, es Villa. Fue la única esperanza del equipo. La única. No jodan más con que si él juega, Boca pierde, y que si no juega, gana. Un reduccionismo estúpido hijo de las estadísticas, que es la especialidad (no me jodan con que es ciencia) que considera que Boca, en 2003, empató con el Milan. O sea: le asigna un punto, un 33% de eficacia, aunque se haya quedado con la Copa.
Mirar la tabla espanta. Más allá de estos tres puntos mal habidos, Riber le saca 19 a Boca y eso no es culpa de Herrera sino de lo que para Riquelme es "un bajón lógico" y que en realidad es algo mucho más profundo. El bajón es que ellos saquen del banco a Borja y a Solari y nuestra respuesta sean Rolón y Sández. Que ellos pongan a Suárez y no les alcancen los cambios para poner a Rondón y que las esperanzas de revertir la historia de Boca estén depositadas en Orsini. O que ellos tengan de reserva a Kranevitter y nosotros al Pulpo González. ¿Quién se anima a explicarlo? Boca es el club más grande de la Argentina -perdón, el único- y fue durante muchísimos años el más rico. Hoy, al lado del plantel que tiene Riber, roza la indigencia. Los números del primer tiempo son para romper todo: ocho remates a uno, 70 a 30% la posesión, 4 córners a 0, 271 pases a 120. Es cierto, eso no le alcanzó a Riber para ponerse en ventaja, pero marca una postura.