VALENCIA 0 - SEVILLA 2 / El Sevilla y Del Cerro empujan al Valencia al abismo

Los goles de Badé y Suso sentencian un partido que quedó marcado por unas manos en el área de Fernando que el árbitro no consideró penalti.

Conrado Valle
As
EI Valencia se precipita hacia la Segunda División; el Sevilla pone tierra de por medio con el descenso y se centra en el United. Peter Lim tiene la culpa de los males blanquinegros. Esta es su obra. Su engendro, como hace tiempo lo calificó un buen cronista. Es un Valencia sin personalidad ni exigencia en los despachos, un club al que solo le mueve la fe de sus chavales, que es lo que son la mayoría de sus futbolistas, y el sentimiento de pertenencia de sus aficionados, que están hartos de todo pero ahí están siempre. Al equipo le empuja hacia el abismo su falta de calidad, esa que ha ido vendiendo Lim año tras año. De ahí su incapacidad de hacer goles -cinco en las últimas 12 jornadas- y, entre otras muestras, el desastre que son defendiendo los córners. Otro gol que encaja de tal guisa.

Pero en su camino hacia el precipicio, a los de Baraja también le está poniendo la zancadilla algún que otro trencilla y la actuación de Del Cerro Grande les dejó tocados y hundidos, principalmente por un penalti no señalado por manos de Fernando que por Mestalla se recordará durante mucho tiempo. ¡Que dejen los defensas de parecerse a muñecos de futbolín, al menos con De Cerro Grande! El Sevilla no ganó por ello, lo hizo por sus méritos, bien atrás y pegada arriba, aunque la decisión del colegiado obviamente le ayudó a mantener la ventaja que tenía gracias al gol de Badé, que llegó al poco de empezar la segunda mitad, y que después amplió con otro de Suso, cuando en Mestalla ya no sabían si protestar a Del Cerro Grande, a Peter Lim, a todos o irse a casa a llorar.

Y eso que sabían a dónde iban, porque al estadio los aficionados llegaron hablando del Valladolid, de su victoria en La Cerámica, y de la pólvora mojada del Barcelona en Getafe. Lo hacían mientras escuchaban cómo le iba al Almería por Madrid y se dirigían hacia su puerta de acceso a Mestalla con una premonición: “A patir (a sufrir)”. Esa es la rutina a la que les ha llevado Peter Lim, que a saber qué estaría haciendo a la hora del partido, que en Singapur arrancó a las 3:00 horas.

A la preocupación por la clasificación, que también le afectaba a su escala al Sevilla, Baraja le sumó la lesión de Nico. Por la mañana confirmó que su tobillo desaconsejaba que jugara y el Pipo fue dándole forma a su once: Ilaix, en el pivote; Lato, de lateral; Gayà, de interior y Castillejo junto a Cavani. Mendilibar, por su parte, solo repitió con tres de Manchester: Fernando, Gudelj y Ocampos.

El miedo a equivocarse acompañó a los jugadores hasta que Badé abrió la lata. Es lo que pasa cuando andas al borde de un precipicio. De ahí que el partido hasta el descanso fuera parejo. Lo dijeron las ocasiones y también las estadísticas (76 pérdidas de posición de cada equipo). Un centro de Foulquier que se le envenenó a Dimitrovic y un mano a mano de Ocampos con Mamardashvili que se marchó fuera. El suspiro del georgiano fue de ‘mamita de la que me he salvado’.

Tras el descanso, la idas y venidas fueron más frecuentes. Badé adelantó al Sevilla tras el enésimo falló en cadena de la defensa che en un córner. Por más que Baraja agitara los brazos pidiendo concentración, Yunus perdió la marca, Ilaix el rechace y Badé marcó.

El Valencia tenía otra vez que remontar y Del Cerro Grande le frenó en seco. El balón golpeó dentro del área en el brazo de Fernando, que lo tenía separado del cuerpo, y Del Cerro no lo señaló ni en directo ni tras avisarle desde el VAR que fuera a revisarlo. Estuvo casi tres minutos viendo las repeticiones, las mismas que veía todo Mestalla por el videomarcador, lo que encendió más a la gente cuando el madrileño dijo que siguieran jugando. Llegó otro gol de Suso, pero tras el no penalti el Valencia ya estaba tocado y hundido.


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