River y el tiro del final: un equipo en estado de gracia que mantiene el arco en cero y además descubre soluciones

En la última acción del partido derrotó 1 a 0 a Newell’s, en Rosario; Pablo Solari desató el nudo y agigantó a siete partidos consecutivos la racha de triunfos y valla invicta

Para descubrir respuestas los directores técnicos tienen que contar con futbolistas siempre alertas, preparados para dar la talla. Tres días atrás, Matías Suárez recuperó la sonrisa con un gol frente a Gimnasia y Esgrima La Plata. Si existiera un guion, el partido con Newell’s le tenía reservado un espacio protagónico a Pablo Solari, que pudo resolver el partido antes, aunque la ausencia de egoísmo lo empujó a dilapidar una acción de riesgo por buscar a un compañero en vez de gatillar. El recorrido le dio una nueva oportunidad y el puntano, que llegó en el mercado de mitad del año pasado, a cambió de 4.200.000 dólares, por el 60 por ciento del pase, desde Colo Colo, se convirtió en el héroe impensado de la noche. Una caricia para quien emocionalmente venía quebrado por la muerte de su abuela, la que prácticamente se encargó de su crianza, cuando sus padres debían pasar varias horas fuera del hogar por trabajo.

Lo mejor del partido

El fútbol tiene acciones que pueden torcer el rumbo y River las protagonizó. El equipo es responsable de que Armani mantenga la valla invicta en siete juegos consecutivos –nueve de los 12 de la Liga Profesional–, pero el arquero también envía mensajes que agigantan a sus compañeros: como en el remate de Gómez, que apenas rozó para que la pelota rebotara en el travesaño, la respuesta ante un remate de Ferreira o el golpe de puños que resultó el primer eslabón de la cadena que terminó con el festejo de Solari. Porque del despeje del guardavalla, la pelota salió hacia Suárez; el cordobés habilitó con un pase magistral a Barco, que observó un grosero error del arquero Hoyos -abandonó el área sin sentido- generando que Solari quedara con el arco libre para definir.

Nicolás De la Cruz regresó a la titularidad y tuvo un desempeño de menor a mayor; al uruguayo lo complicó la falta de rodaje
Nicolás De la Cruz regresó a la titularidad y tuvo un desempeño de menor a mayor; al uruguayo lo complicó la falta de rodajeLA NACION/Marcelo Manera

Para llegar a ese minuto que significó una explosión, antes River debió transitar por momentos complejos. La intensidad en ocasiones se confunde con juego brusco, lucha desmedida y fuera de tiempo, acciones que conllevan riesgo para el físico del rival. Un foul cada tres minutos, una muestra del poco fútbol que enseñaron en el primer tiempo dos conjuntos que con diferentes argumentos se destacan por visualizar siempre el arco rival. El planchazo que el juvenil Aguirre le aplicó a González Pírez, acción que los millonarios reclamaron con una severa sanción, aunque el árbitro Mastrángelo castigó con tarjeta amarilla –llamativamente el VAR no lo llamó a revisar la falta–, era una señal desesperanzadora.

En el tiempo de rotación, de movimiento de piezas, porque las copas internacionales empezaron a poblar la agenda y los entrenadores deben agudizar la planificación para ser competitivos en los dos certámenes, podría encontrarse una respuesta a tanto barullo y poco juego. La jerarquía y la extensión de los planteles ayuda a que la desarticulación del equipo no se convierta en algo contraproducente, cuando los cambios son numerosos –ensayaron seis por equipo en las alineaciones– de un partido a otro. Y aquellos que tienen las piezas más ajustadas recurren a diseñar partidos más físicos y de roce, como olvidándose de aquellos principios de buen juego que vocean los protagonistas.

José Paradela y Jeremías Pérez Tica, muestra de la intensidad y desprolijidades que compusieron River y Newell's en el primer tiempo
José Paradela y Jeremías Pérez Tica, muestra de la intensidad y desprolijidades que compusieron River y Newell's en el primer tiempoLA NACION/Marcelo Manera

En esa tarea de respetar los principios y no alejarse de la idea futbolística, River llevaba las de perder, pero terminó fortalecido. La ausencia del capitán Enzo Pérez, que tuvo descanso, ya que no fue parte de los futbolistas que integraron el banco de los suplentes –al igual que Casco–, le quitó mucho más que presencia a la formación. Sin el mendocino, los millonarios ingresaron en una confusión, como necesitados de jugar con una marcha más –como le proponía el rival– y olvidarse del control y la elaboración, argumentos que ayudaron a componer la serie de siete encuentros con victoria y sin recibir goles. Ese frenesí dejó fuera de circulación a un futbolista pensante como Nacho Fernández, que en la imprecisión y el desbarajuste fue una presencia decorativa.

El regreso del uruguayo De la Cruz se imponía como un aporte positivo, pero la inactividad y el estilo de juego de Newell’s expuso que su retorno necesitará de rodaje para que el hincha vuelva a disfrutar del talento y el desequilibrio del charrúa. La titularidad del colombiano Borja como solitario delantero –con Huracán y Gimnasia y Esgrima La Plata la ofensiva la compusieron Beltrán y Rondón–, no brindó presencia en ataque, absorbido por la lucha –a la que no le rehúye– y la defensa rojinegra. Herrera no escaló con la convicción ni la capacidad de Casco…

De la confusión a desatar el nudo: Nacho Fernández intenta dominar la pelota ante Ferreira; el juego y la convicción alimentan la racha de River
De la confusión a desatar el nudo: Nacho Fernández intenta dominar la pelota ante Ferreira; el juego y la convicción alimentan la racha de RiverFotobaires

Pero River, en su abanico, tenía para echar mano también de Suárez, Barco y Solari, que compusieron la corrida para desatar el nudo y enseñar que las rachas se alimentan del juego y la convicción.


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