RAYO VALLECANO 1 - ATLÉTICO 2 / En el nombre de Marcela
El Atlético le dedica su victoria en Vallecas a Correa, ausente por el fallecimiento de su madre. Marcaron Nahuel y Hermoso. Acortó Fran García.
Cuando el ruido volvió a llenar el aire, los cánticos, las palmas, los equipos se ordenaron sobre la hierba. En el Rayo, Trejo tomaba de inicio un respiro mientras RdT tenía otra oportunidad, aún por estrenarse en el gol en esta tercera vez. El plan inicial de Iraola lo llenaban balones largos buscándole. Pero en todos siempre era más rápido Oblak. Un Oblak de verde fosforito y guantes que lucían como pajarita y frac: el partido era para su historia personal y la del Atleti, su número 390 con la rojiblanca, un lugar al que ningún extranjero había llegado antes. Ni siquiera Godín, que se quedó en 389.
Los primeros veinte minutos fueron sin áreas ni dueño. El Atleti saltaba con dos cambios con respecto al domingo anterior. Uno, en los nombres, De Paul por Lemar. Otro, en el dibujo, ordenado 4-4-2 y no 5-3-2. Veintidós minutos tardó en encontrar una grieta. Pero en cuanto halló una, llenó el barrio de agua. Sólo tuvo que levantar la cabeza Grizi, que es el mejor jugador de esta Liga y lo volvió a demostrar: el chico del pelo rosa mejora todo a su alrededor, brotando de sus botas pases como opciones de una navaja suiza. Del cuchillo al abrebotellas pasando por el destornillador, la tijera y la lima. Guio al Atleti para escapar por primera vez vertical de la presión del Rayo y voilà: el nombre del hombre que no estaba allí llenó cada rincón de Vallecas.
Recibió Griezmann un balón de Carrasco y buscó a Morata con un pase profundo para plantar al Atleti en cuatro toques en el área contraria. Morata no llegó pero Álvaro sí: su toque le dejó la pelota perfecta a Nahuel, mano a mano ante Dimitrievski. Disparó con el pie, vale, pero en realidad no. En realidad golpeaba el alma, el corazón, un nombre, un amigo, su madre. No había tocado el balón la red y el lateral ya corría al banquillo para celebrarlo: prendió una camiseta y la alzó al cielo. ‘Correa’, se leía. Por Correa aplaudía Vallecas. Dos minutos después, Hermoso se lanzaba de cabeza en un córner como si fuese la última pelota en la tierra. La defensa del Rayo dudó, Dimitrievski tembló y su testarazo fue a la red. Correa volvió a estar en los ojos y dedos al cielo.
Los golpes despertaron al Rayo que guardó la ropa y se puso a nadar. Pero a RdT le salió mordida una volea. Pero el guante de Oblak, duro, se interpuso en un zapatazo de Valentín que, desde la frontal, buscó la red antes del descanso. El Rayo apretó sin premio. Dos veces había pisado el Atleti el área de Dimitrievski y dos goles.
La roja a Lejeune y el gol de Fran
La segunda parte comenzó como terminó la primera. Ese Rayo que corría a pecho descubierto hacia Oblak. Primera pelota y ya estaba ahí. Un centro de Balliu se envenenó obligando al portero a cambiar con los guantes la trayectoria de un balón que Fran García esperaba en el segundo palo. Antes de la hora, Iraola buscó un chispazo ofensivo con un triple cambio. Se iba un RdT que estuvo pero en realidad no, impreciso, nervioso, entraban a la vez Trejo, Camello y Falcao. Pero nunca se sabrá si hubieran podido ser Phelps. Al instante siguiente, Trejo perdió un balón que Grizi controló con una caricia antes de lanzárselo a Morata, a quien Lejeune derribó cuando se iba a portería. Si primero el árbitro pitó fuera de juego y amarilla, después pasó por el VAR y sacó la roja. El Rayo se quedaba con diez y dejaba de mirar adelante para no dejar de hacerlo hacia atrás, allá donde Grizi no dejaba de buscar el gol.
Pero el que llegó fue el de Fran García, que a cinco del final, le quitaba el tapón a Vallecas para volver a subirle la voz con un zurriagazo que sorprendió a Oblak para llenar el final de nervios. Empujó el Rayo, resistió el Atleti como solo resisten los equipos del Cholo. Sin más magulladura. Por Correa, por Marcela. Y mirando de frente al Madrid.