¿Qué hizo Boca para merecer esto?

Perdió contra un equipo que no aún no había ganado, volvió a cometer errores insólitos y dejó una imagen penosa. ¿Este Almirón que viene de fracasar en todos lados es la solución?

Lo que vio Almirón es un equipo alternativo, con poco para analizar en conjunto -en todo caso era para enfocarse en la función de los solistas. Un once armado más en relación con el partido pasado por la Copa y el que viene con San Lorenzo que en el compromiso ante el último de la tabla, Colón. ¿Qué pudo haber sacado de positivo? Buenos movimientos y velocidad en Briasco, la agresividad de Langoni y poquito más. En rojo, el nivel de varios (Advíncula, Sández, Orsini, Ramírez), falta de profundidad, de ideas y los errores confabulados del primer gol, a la salida de un lateral: Valentini no se pudo imponer en lo físico, Sández rechazó corto, pifiado y mal, Valdez no llegó al cierre, Advíncula quedó fuera de la foto y García no pudo reaccionar. Iban apenas 50 segundos de juego y había sacado Boca. Ni 50 segundos se pudo sostener la pelota.

Esto que le pasó a Boca en la noche de la Bombonera, mientras los capos de la barra celebraban su regreso y bajaban línea de entrada ("hay que gritar, señor, hay que gritar, y vamos vamos Boca que tenemos que ganar") para diferenciarse de los silbidos de la última misa en el Templo, es lo que les pasa a los equipos que están para el cachetazo. Que te haga un gol Wanchope, por ejemplo. Este Wanchope que no puede asentarse en Colón por problemas físicos y que fue uno de los primeros descartes de Román. Toda una paradoja. O que el  segundo gol nazca de una pelota perdida por Orsini, el tipo al que Riquelme prefirió retener antes que repescar a Retegui -perdón la insistencia, pero ahí hay algo raro. Dos veces pateó Colón al arco, dos goles hizo. Javi García, que se quedó parado en los dos -¿era necesario rotar al arquero?-, dijo que el equipo "entró a la cancha boludo y terminó boludo". A confesión de parte... 

Si lo pensamos bien, el Boca de Ibarra ya había perdido con otro último, Banfield, y se había ido reprobado fuertemente tras perder con Instituto, el principio del fin para el Negro. Ahí parecen tomar forma las declaraciones de García. Pero no todo es boludez: hay niveles bajísimos, falta de compromiso, ciclos terminados, otros que jamás arrancaron, gente que no merece tener puesta esta camiseta y un equipo en descomposición, acéfalo hasta ahora, con una no-conducción que se enamoró de algunos triunfos chicos sin reparar en los objetivos grandes, los que realmente importan.

Pero la derrota y los silbidos raleados del final, por doloroso que suene, no son la noticia más saliente: la novedad, como quedó claro desde el inicio, es la sorpresiva contratación de Almirón en este momento delicado. Un par de reflexiones: 1) algo muy malo debe estar pasando en Boca para que nadie quiera dirigirlo. Más allá de lo que se haya mandado a decir, Martino se negó a agarrar por la irrisoria oferta económica y Pekerman posiblemente no se haya considerado con la energía necesaria para sobrellevar este monstruo. 2) "Almirón dijo que sí", podría responderse rápidamente. Cierto: Almirón es un DT que luego de su primer paso por Lanús, tras haber fracasado en Independiente, entró en un claro declive. Le fue muy mal en San Lorenzo. En Lanús, donde era la bala de plata, no fue ni un chasqui boom, y de Elche lo echaron dos veces, una peor que la otra, aun cuando el dueño del club era su propio representante. ¿Qué quiere decir esto? Que Almirón, como Russo, Ibarra y Battaglia, está en un lugar que no merece, al menos hoy. Es, entonces, lo que había al alcance. Pensemos esto: ¿algún otro grande lo hubiera contratado? No. ¿Cómo lo va a contratar el más grande? ¿Cuáles son sus méritos? De ningún modo podía decir que no a algo que está claramente por encima de su presente.  

Con todo esto vale concluir, lamentablemente, que sería una sorpresa que le fuera bien en Boca. Es realmente una apuesta arriesgada, por alguien que no tiene pasado en Boca y tampoco espalda. Y toda esta espera, el manoseo de nombres, los eternos días que pasaron desde la salida de Ibarra, toda la expectativa generada, no hacen más que degradar el anuncio. La primera sensación que causa Almirón en el hincha de Boca es de desilusión. Ojalá vuelva a ser el de Lanús. La esperanza, ya lo sabemos, es lo último que se pierde.


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