No fue magia, Boca
El equipo goleó 3-0 y hubo un cambio muy notorio entre el equipo que se arrastraba con Ibarra y éste del interino Herrón. Igual, hace falta un técnico de jerarquía y experiencia, a la altura del club.
Hay una profunda discusión sobre la meritocracia, una polémica que excede al fútbol. Están devaluados los méritos y hay incluso quienes no los consideran necesarios. Muchas veces influyen más otros factores en lugar de las capacidades, la experiencia, la trayectoria, los talentos. Es posible que Herrón sea un buen técnico, su Reserva mostró momentos de buen fútbol, pero le faltan un par de materias para ser técnico de Boca, sobre todo en cuanto al recorrido. Y más temprano que tarde, eso puede pasarle factura. No sería serio que Boca pasara de pensar en un técnico de selecciones como Martino a un novato como el ex volante central de Argentinos.
Hecha esta salvedad, hay que decir que Boca jugó su mejor partido en el año. Es cierto que Barracas es un rival débil, de otra categoría, pero al Boca de una semana le habría costado como le costaba todo, hasta transpirar. Es difícil creer que alguien pueda lograr semejante transformación en tan poco tiempo. Un cambio que incluyó contundencia, algunas triangulaciones interesantes, una suba notable de algunos niveles individuales, cierta idea colectiva, pericia para no sufrir la falta de espacios en un campo chico y hasta un compromiso distinto. Boca jugó bien, de a ratos muy bien, goleó 3-0 y pudo haber metido otros tres. Por un lado, algo habrá hecho el técnico interino (trabajar, por ejemplo). Y por otro cabe preguntarse, si damos por verdadera aquella frase que dice que "los jugadores son lo más noble que tiene el fútbol", cómo se explica un contraste tan evidente con el equipo de Ibarra, sobre todo cuando hubo muy pocos cambios de nombre.
Pero Pol Fernández tuvo su mejor actuación en mucho tiempo (gran asistencia y gol), Benedetto se pareció a ese 9 de jerarquía que los hinchas amaban incondicionalmente (gol y asistencia), Villa volvió a desnivelar como pocos pueden hacerlo, Langoni se reencontró con el gol (justamente por un desborde del colombiano), la defensa prácticamente no sufrió y Romero sumó una valla invicta. La única modificación más o menos sensible es el agregado de un central a la última línea por la lesión de Advíncula: Figal pasó a la derecha y entró Roncaglia a la zaga con Valdez. Al equipo lo desbordaron menos y le cabecearon menos, aunque vale la pena recordar, otra vez, que el rival era Barracas.
Qué pasará de ahora en más depende de los dirigentes. Pueden volver a hacer las cosas mal y dejar a Herrón o pueden salir a buscar un técnico a la altura de Boca, de sus necesidades y sus compromisos. Nadie es tan imbécil como para pensar que el nivel de este plantel era el que se veía con Ibarra ni como para creer que Herrón es mago. Por lo pronto, si hay que convencer a algún técnico de que agarre este fierro caliente, esta imagen es mucho mejor que las anteriores.