Lula III: ¿un cierre exitoso de su ciclo político o la dilapidación de su herencia?
Un comentario ha empezado a circular por los pasillos políticos y económicos interesados por Brasil en la región y en el mundo
En la Argentina sabemos muy bien que muchas veces lo que sirve para ganar elecciones luego no funciona para gobermar. Es de esperar que por historia y mayor solidez institucional, el Brasil no repita estas patéticas experiencias argentinas, incluyendo la iniciada en 2019.
Un comentario ha empezado a circular por los pasillos políticos y económicos interesados por Brasil en la región y en el mundo. Cuanto tiene de exageración, cliché, mala intención o sincera preocupación, se revelará en los próximos días, semanas y meses del gobierno de Lula III.
Ese comentario podría sintetizarse en, está mayor, enojado y vengativo. La herida narcisista de su detención le habría restado parte de su pragmatismo y empatía.
Por el bien del Brasil y de la Argentina como socio comercial y estratégico, esperemos que eso no sea así. No obstante, hay señales alarmantes.
Las periódicas críticas y cuestionamientos del Presidente y de sus aliados del ala izquierda de su coalición a la independencia del Banco Central son una luz amarilla que se va transformando más y más en roja. También la recurrente idea que hay que hay que flexibilizar el gasto público y no ser tan apegados a los techos de déficits. Todo eso condimentado por cuestionamientos al fundamental sector agropecuario del país. Su supuesto pecado, haber votado en su mayoría a Bolsonaro y tener una visión moderna y dinámica de la economía nacional y mundial.
Ni que decir de las palabras de Lula en una reciente entrevista donde expresó que desde sus días tras las rejas, su objetivo fue es y será J…al ex Juez y actual Senador Sergio Moro.
Por si fuese poco, a las pocas horas de esos dichos la Policía Federal, el Ministerio de Justicia y la inteligencia del país, todas dependientes de personas muy afines a Lula, daban a conocer la existencia de un complot por parte de PCC, el cartel de drogas más poderoso de la región, para asesinar a Moro y a otras figuras. La reacción del Presidente brasileño frente a esta alerta, que hacían públicas personas designadas por él, fue decir que todo era meramente una maquinación de Moro. Palabras que sabiéndolo o no, descalificaba el trabajo y la seriedad de instituciones claves del país.
También son notables las escasas o nulas referencias a las aspiraciones y necesidades de las capas medias y medias altas del país. Un sector social que se multiplicó fuertemente en los últimos 20 a 30 años a partir de la estabilidad económica iniciada en 1993 con el Plan Real y acentuada con el boom de las exportaciones de materias primas entre 2003 y 2011 por la masiva demanda de China.
En la cabeza de Lula y de su entorno quizás, ojalá estemos errados, parece imperar la idea que esa ascendente clase media fue central en las movilizaciones contra el PT y la corrupción del Lava Jato y otras causas penales así como en el juicio político y destitución de Dilma Rousseff.
En cambio, los sectores pobres y muy pobres se mantuvieron como baluartes electorales y dieron la victoria sobre Bolsonaro.
Algunos en los pasillos del poder en Brasilia están inclinados a pensar que no vale mucho la pena gastar energías en incrementar el número de la desagradecida clase media.
Hace meses circula en las redes sociales un video que compendia declaraciones públicas de dirigentes ligados al castro chavismo latinoamericano en donde con desparpajo e ironía no dudan en destacar como a más pobreza más votos. Estupidez mal intencionada en la cual nunca cayó el General Perón, que más allá de las opiniones sobre él que tenga cada uno, siempre puso como norte la movilidad social ascendente. Nunca sintió la facisionación por la marginalidad y la pauperización como instrumentos de acumulación política.
No menos importante podemos enumerar la reciente visita de dos barcos de guerra de Irán a Rio de Janeiro con brindis y fiesta incluida y los dichos de Lula sobre la invasión a Ucrania: si uno no quiere, dos no pelean.
En otras palabras, ¿la culpa la tiene Ucrania por defenderse?
Por último y como frutilla del postre, está la rotunda negativa del gobierno brasileño a que el Congreso cree una Comisión Investigadora de los hechos de violencia en Brasilia el 8 de enero pasado. Si todo lo que ocurrió ese día es una conspiración ligada Bolsonaro, que mejor para el oficialismo que llegar al fondo con el tema. Llamativo, como tantas de las cosas que hemos enumerado y tantas otras que lamentablemente se vienen produciendo.