En qué se diferencian los probióticos, prebióticos y postbióticos, y cómo incorporarlos a la dieta
Los tres fortalecen el microbioma intestinal, lo que tiene impacto en el sistema inmunológico y la absorción de los nutrientes. Pueden ayudar ante enfermedades como el síndrome del colon irritable y las infecciones digestivas
Probióticos, las bacterias protectoras
Para que funcionen de forma correcta, los probióticos deben llegar con vida al intestino. Entre sus beneficios para la salud se destaca que son un gran aliado del sistema inmunológico, ya que previenen las fiebres altas. Como afectan el microbioma intestinal, ayudan a proteger el aparato digestivo de bacterias nocivas y a mejorar la digestión.
Además, mejoran la calidad de vida de las personas con colon irritable, según la Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos (ISAPP). Algunos en particular, como el Bacillus longum, reducen el dolor abdominal en un 42%, frente a 24% que alcanzan los placebos, según un estudio de Sophie Drouault-Holowacz, de 2008.
Los tipos de probióticos más comunes son los Lactobacillus y Bifidobacterium y se encuentran en el yogur, el kéfir, el kimchee, la soja fermentada y la kombucha. Antes de consumir alguno, ya sea en píldoras o mediante un cambio de dieta, conviene consultar a un médico.
Los prebióticos fomentan las bacterias sanas
Han sido definidos como una forma de carbohidrato y avanzan desde el tracto digestivo hasta el intestino, donde los consumen las bacterias benéficas para el organismo humano. Aquellos derivados del almidón resistente (RS) conservan un estado de salud óptimo en el colon, al producir ácido butirato que ayuda a la absorción de sodio y del agua.
La principal función de los prebióticos es propiciar el crecimiento de bacterias sanas en el intestino grueso. Además tiene el potencial de modular el movimiento del tubo digestivo para transportar los alimentos digeridos. Lo anterior supone una ventaja para combatir la enfermedad de Crohn, que inflama este órgano y ambos intestinos, según el artículo “Control bioecológico y nutricional de la enfermedad”, publicado en la revista médica Nutrición Hospitalaria.
El uso de los prebióticos podría disminuir los síntomas de la enfermedad de Crohn en siete de 10 pacientes, según un estudio de liderado por Shunji Fujimori, de la Escuela de Medicina de Japón, publicado en 2007. Sin embargo, aún se discute la efectividad general para su aplicación en los hospitales.
Aunque existen píldoras de prebióticos, también hay alimentos en los que se pueden consumir: trigo, plátano, tomate, ajo, espárragos y leche de vaca. La presencia natural de estos microorganismos hace que las personas sean más resistentes a enfermedades comunes como a la diarrea infecciosa.
Alimentación saludable y postbióticos
Los postbióticos son compuestos bioactivos generados luego de que los microbios en el intestino consumen la fibra prebiótica no digerible. Representan una barrera final contra las bacterias peligrosas para el aparato digestivo. Aunque algunas fórmulas para niños y suplementos para adultos los contiene, solo un médico podría decidir en cuáles casos una persona podría consumirlos.
Debido a la importancia de los estos microorganismos para la salud, la mejor forma de mantenerlos activos es con una buena dieta, variada y rica en frutas, verduras y fibra, explicó a National Geograohic Gail Cresci, nutricionista e investigadora del microbioma intestinal en la Clínica de Cleveland.
Las cápsulas de postbióticos, derivadas del Lactobacillus casei, logran una inhibición del 94% ante la ameba Entamoeba histolytica, causante de la colitis amebiana cuyos síntomas son diarrea y dolor abdominal, de acuerdo a un artículo de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).
Los postbióticos actúan de forma similar a los probióticos e inhiben la proliferación de otros microorganismos. Entre sus propiedades resaltan los efectos antioxidantes, cardioprotectores, antiulcerosos y su control para disminuir los niveles de colesterol. Además, han sido estudiados para definir su papel en la salud mental, pues se ha descubierto que son benéficos en el neurodesarrollo, la neuromodulación y en los trastornos de alimentación, según un artículo de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP