El Madrid dimite a lo grande

Taty Castellanos se apunta un póquer histórico en una tarde desastrosa de Militao y Rüdiger. Asomaron las dos caras de Vinicius: asistencia, gol y reyertas varias.

Luis Nieto
As
A la rendición del Madrid, oficiosa, le restaba el estruendo oficial, que llegó en Girona. En casa se dejó Ancelotti algunos titulares y el manual defensivo. Por ahí se precipitó su equipo al vacío en un partido tan vistoso como extraño que acabó glorificando a Taty Castellanos, argentino cedido por el City neoyorquino al City catalán (el City cinco estrellas será en la Champions), autor del único póquer grabado a fuego en el historial del Madrid del siglo XXI. En todas las fotos aparecieron Rüdiger y Militao. Nacho, en solo tres, porque Ancelotti le retiró antes del oprobio final. Fue una dimisión a lo grande, afeada por una noche histérica de Vinicius, que metió un gol y dio otro entre bronca y bronca.

Hace tiempo que el Madrid, en la Liga, juega a fondo perdido. Y la consecuencia es que con frecuencia deja Ferraris en el garaje. En Girona, los dos más lujosos, Courtois y Benzema, alfa y omega de la última Champions y quién sabe si también de la que está por venir. Lo compensó Ancelotti con otros generales de parecido tamaño, Kroos y Modric, que guardan desde hace casi una década la telemetría del éxito. Bajo su mando, el Madrid encerró al Girona de salida en una acción intrépida por doble motivo: es difícil domesticar a un equipo de Michel, cuya propuesta es expansiva, y es aún más difícil echarle emoción a una competición que se le escapó hace tiempo. Ese ataque de responsabilidad se le pasó muy pronto.

Solo en esa fase inicial el Madrid fue el equipo que florece en primavera, según explicó recientemente Michael Owen, que pasó una allí. Dominó y llegó. A los treinta segundos Juanpe le estropeó un taconazo de gol a Rodrygo y Gazzaniga, casi de inmediato, sacó un remate de Nacho y otro de Valverde. Todo apuntaba a una tarde perfecta para los blancos, como la de Cádiz, cuando una jugada para el debate resultó el primer volantazo del duelo. Vinicius se marcó una lambretta de circo sobre la línea de fondo y sufrió una falta muy visible que a Iglesias Villanueva se le escapó. En la contra, el Girona pilló muy desacomodado al Madrid, especialmente a Militao, y Castellanos cabeceó sin oposición a la red un centro muy medido de Miguel Gutiérrez, cuña de madera blanca. Ahí salió el lado oscuro de Vinicius, que se encaró con el árbitro y manoseó repetidamente la escarapela de campeón mundial mirando al tendido. Estuvo a punto de decolorarla por uso excesivo. Ancelotti le ha mejorado el remate, pero con la incontinencia no ha podido. Su gran virtud es su capacidad para pasar de cien a cero, de comerse crudos tres defensas segundos después de rasgarse las vestiduras. Y lo hizo en medio del calentón para dejar a Rodrygo frente al gol. El remate fue un desastre.

Este cabezazo de Castellanos abrió el marcador.
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Este cabezazo de Castellanos abrió el marcador.RODOLFO MOLINADiarioAS

Mientras Vinicius jugaba, Castellanos marcaba. Explicaba Ancelotti el sábado que la mejoría del equipo había ido de sótano a ático. Su teoría se marchó por el desagüe, porque antes de la media hora Castellanos le madrugó un envío largo a Militao y metió su disparo entre las piernas de Lunin, que tiene menos mano para los milagros que Courtois. 2-0 en un partido telegénico pero marciano, casi inexplicable.

2-1. Vinicius recibe en el segundo palo el centro de Marco Asensio y marca el segundo tanto batiendo por abajo a Gazzaniga.
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Vinicius remató así para el 2-1.Alex CaparrosGetty Images

Antes del descanso aminoró daños el Madrid en otro gol poco frecuente. Asensio metió una rosca que se fue cerrando y Vinicius asomó su cabeza en el segundo palo con Gazzaniga ya entregado. El brasileño elevó el tono de su desafío a la grada y los jugadores del Girona lo aprovecharon para sacarle de punto. Santi Bueno, con un pelotazo destemplado mientras estaba en el suelo; Arnau, con embestida de pies a cabeza. El Madrid, por seguir la ilógica del choque, marcaba cuando el Girona empezaba a ser fiel a sí mismo, ahogaba con su primera presión y llegaba con frecuencia y peligro. En el corazón de ese tanto de Vinicius estuvo Asensio, sobresaliente en todo lo que tiene que ver con el gol y no tanto con el resto de facetas del juego.

Un final con Mariano

Del descanso volvió más vivo el Girona y más empanado el Madrid, con consecuencias inmediatas: el hat-trick de Castellanos en remate sobre la marcha a pase excelente de Yan Couto. Imputados quedaron Nacho, Rüdiger y Militao. Condenado, solo el canterano, sustituido fulminantemente por Camavinga. Diluviaba sobre el campo y sobre el Madrid. Más con el cuarto gol, del mismo corte que el resto, un centro al corazón del área que Castellanos cabeceó con la misma oposición que en un entrenamiento. Fue obligado a desmonterarse cuando Michel le quitó para recoger velas. Se daba satisfecho con el póquer.

Castellanos firmó el póquer con un cabezazo.
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Castellanos firmó el póquer con un cabezazo.JESUS ALVAREZ ORIHUELADiarioAS

El Madrid estaba fuera del partido y Vinicius fuera de sí. Sonó a promesa inconfesable que Iglesias Villanueva no le expulsara después de un empujón sin sentido a Santi Bueno. Y sonó a imprudente que Ancelotti le mantuviera en ese estado de nervios cuando decidió que soldados principales (Modric, Carvajal, Rodrygo...) servían para otra batalla, pero es que sin él el Madrid se queda en la mitad. Antes de despedirse, caminó sobre las brasas de la línea de fondo para que Lucas Vázquez edulcorara la derrota. El Madrid acabó con Mariano de nueve, dato que describe bien su renuncia en un partido de consecuencias indoloras pero señales inquietantes con Haaland aporreando la puerta.


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