Con razón nadie quería agarrar...

Le pegaron otro cachetazo en el debut de Almirón. El equipo no levanta, no levanta el nivel y encima se viene una seguidilla difícil.


No se puede tener más de un boludo por equipo. Como no se puede tener más de un verde, o más de un pecho frío, o más de un loquito sacado. Boca tiene la más alta densidad de boludos del planeta fútbol. Y eso se paga. Siempre, pero sobre todo contra un equipo bicho como San Lorenzo. Un equipo chiquito, minúsculo, pero bicho. Bien armado. Consciente de sus limitaciones. Que no se aparta del libreto. Un equipo que hasta con un hombre de más fue dominado de a ratos por este Boca impresentable al que Almirón vino a ponerle el pecho. A ver: nadie piensa que Almirón sea el técnico que necesita Boca, pero hay que tener huevos para meterse en semejante quilombo. Un revuelto gramajo de jugadores retirados que siguen en la cancha por amistad (Roncaglia), millonarios con pocas ganas de jugar (Pipa Benedetto), chicos que no demuestran estar a la altura de la camiseta por más que a veces jueguen bien (Sández, Valentini), un capitán mudo (Pol), algún pibe que promete (Langoni), tipos de descarte que se quedan parados por una lesión y le tienden una alfombra al rival para que se vaya directo al gol (Valdez) y el silbado Villa que, pese a todo, sigue siendo el mejor jugador de Boca. El único que encara y se saca un tipo de encima. Nos guste o no.

(VIDEO) La conferencia de Almirón tras la derrota de Boca ante San Lorenzo

Quizá consciente de todas estas debilidades, Almirón armó su primera formación sin cordón umbilical. A Román siempre le gustó el fútbol clásico: 4-4-2, 4-3-3 o sus variantes. Pues bien: el primer técnico no interino en un par de años no tuvo eso en cuenta y mandó cinco atrás como para protegerse. El objetivo, se leía claramente en sus palabras el día de la presentación, era no perder. Un objetivo chiquito, podría decirse, porque ESTO ES BOCA. Pero bueno, es lo que decidió el míster. Y lamentablemente no se dio: Boca perdió, sigue hundido en la crisis y se le viene una seguidilla de partidos bastante jodida en la que están los partidos de Copa, Racing, River... Aunque hoy para Boca todos son jodidos.

Habrá que ver qué dice la Bombonera, el estadio que habla, de todo esto. Porque hay un temita que Riquelme quizá no tuvo en cuenta: Almirón no lo corre a él del foco. Si lo que quería era salir de la escena, dejar de ser apuntado, debió haberle hecho una oferta seria a Martino o a Pekerman, los dos que fue a buscar antes. En materia de espalda, Almirón es menos que Ibarra y que Battaglia (tuvo que esperar que los otros dijeran que no para que lo designaran), y si las cosas no salen, el responsable máximo seguirá siendo el (vice) presidente. 

De esto que pasó en la cancha de San Lorenzo, el nuevo entrenador no tiene la culpa. Acaso se le puede reprochar el poco ensayo en la pelota parada: dos veces intentó lo mismo, con Langoni y con Varela, y casi termina en gol del rival. Si éstas son las últimas novedades en jugadas de laboratorio, dejámelo al Negro Ibarra, al que no se le caía una idea y jamás laburaba, pero tampoco corría estos riesgos. Por lo demás, los cambios estuvieron dentro de la lógica: eligió rearmar la línea de cinco cuando Valdez se fue lesionado -no puede cambiar de parecer en 10 minutos que iban de juego-, a Sández había que sacarlo antes de que lo echaran, Pipa y Langoni jugaron horrible y merecían salir. Poco para reprochar, tampoco es mago el tipo. Tal vez su presencia hizo que el equipo en general tuviera una mejor actitud, más combativa, pero eso en Boca no se elogia: está en el ADN. Si no se matan por la camiseta, afuera.

Hay poco tiempo para trabajar. El sábado llega Estudiantes y la formación se armará teniendo en cuenta también el partido del martes contra Pereira. Es una trampa mortal. ¿Qué hacer? ¿Guardar para la Copa y exponerse a una derrota en la Bombonera con un equipo muletto como contra Colón? ¿Arriesgar mayoría de titulares y llegar cansado al desafío Libertadores? Ojalá Almirón decida bien. Ojalá planifique, no como Román y el Consejo, que se dieron cuenta tres meses tarde que había que traer un técnico y cambiaron a mitad del río. Respeten la camiseta, muchachos. Y si les pesa, den un pasito al costado. Boca se los va a agradecer.

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