Benzema ya está aquí

El francés hace un hat-trick en siete minutos y manda un mensaje al Barça. El Valladolid se deshizo con 1-0. Brillaron Rodrygo y Asensio. Hazard volvió a jugar tres meses después.

Luis Nieto
As
La Liga se ha ido, pero Benzema ya está aquí. Lo primero lo sabía el Madrid. De lo segundo tenía ciertas dudas, disipadas con una actuación del francés propia de sus mejores tiempos. Eso se lleva el equipo de Ancelotti al Camp Nou, la certeza de que su nueve vuelve a estar afilado. Dieciséis goles ha metido tras el Mundial, con algunos penaltis que desfiguraban el dato, pero le faltaba un partido redondo y se lo dio el Valladolid, que salió a pecho descubierto y fue cristal fino tras encajar el primer gol. En cualquier caso, el Madrid guardó las apariencias. Tras un mal comienzo, hizo un trabajo profesional, brillante a ráfagas, en una competición que ya no está en su horizonte. Lo exige el público y lo resume su última proclama: hasta el final, vamos Real. Se inventó para la Champions y vale para todo.

Vistas las alineaciones, asomó un partido que hubiesen querido saltarse todos menos Benzema, que necesita cuadrar cuentas. El Madrid, porque la fe es más corta que la aritmética, se sabe fuera de esta Liga y tiene una cita crucial con el Barça el miércoles. El Valladolid, porque, pese a esa ambiciosa primera presión hombre contra hombre hasta el infinito y más allá, siempre tuvo la sensación de que no saldría de esta. Así que Ancelotti se guardó para el Camp Nou el personal más desgastado por la ventana FIFA y transformó su dibujo para que le cupieran todos, especialmente Asensio y Rodrygo sin tocar a Vinicius ni Benzema, esa pareja que ha acabado siendo feliz. Un 4-2-3-1, con Camavinga de lateral y Tchouameni y Kroos de doble pivote, para cuadrar el círculo. Y Pacheta se guardó a Larin para partidos ante adversarios con menos posibles. El Mallorca es el primero de la lista.

Este gol de Rodrygo abrió el marcador.
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Este gol de Rodrygo abrió el marcador.JAVIER GANDULDIARIO AS

El Madrid supo disimular su depresión liguera. Ahora solo se trata de no abandonarse, de cumplir con el escudo y con el público. Una aspiración tan racional como poco emotiva que se traslada a los futbolistas, a los que les resulta difícil encontrar motivos para salir a toda pastilla. El Valladolid, con más que ganar, tomó el camino del valor. Buscó robar rápido y adelantarse pronto. Pudo y debió hacerlo. Roque Mesa mandó al palo un remate desde la frontal. Monchu tiró por la borda un regalo aún en mejor posición. Dos lamentos blanquivioletas, dos oportunidades que no volverían y dos avisos que calaron en la grada. A los diez minutos cambió el inquietante runrún por pitos de moderada intensidad. El equipo blanco tomó nota.

El festival de Karim

En días así, el Madrid se ha acostumbrado a tomar el atajo: Vinicius. No hay mejor plan que el de que el duende del brasileño suplante el trabajo colectivo. Como lo recurrente se convierte en previsible, el Valladolid protegió bien ese lado y el mazazo le vino por el otro. Asensio y Rodrygo cambiaron sus papeles tras un robo de Camavinga. El balear se lanzó por el centro, Roque Mesa no se atrevió a mandarle al suelo para evitarse una amarilla segura, y el pase a la derecha lo tramitó Rodrygo con un disparo cruzado a la red. La ley del fútbol. Equipos de la zona deprimida como el Valladolid trabajan mucho para producir muy poco. Equipos como el Madrid marcan sin mediar palabra y demuestran que primero pueden ganarse los partidos y después empezar a jugarlos.

Así marcó su primer gol Benzema.
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Así marcó su primer gol Benzema.JESUS ALVAREZ ORIHUELADiarioAS

Aquel gol cerró el pleito. Dimitió el Valladolid, empezó a pasárselo en grande Vinicius y sacó los tanques Benzema, que a nadie le apetecía más el partido. Antes del descanso ya tenía su hat-trick. Lo hizo en siete minutos. Un catálogo estupendo de goles: el primero, poniendo su cabeza a dos palmos del suelo para rematar un pase de altísima precisión de Vinicius, definitivamente su media naranja; el segundo, un porque sí, en remate desde fuera del área sin más intervención que su talento y la puntería de su derecha; el tercero, para la galería, en semichilena para cazar un centro de Rodrygo que le había pillado desacomodado. Rozó incluso el cuarto, de rosca. El repertorio completo en un cuarto de hora de un futbolista endeudado por las lesiones que emerge en un momento de extrema necesidad para el equipo.

La reaparición de los desaparecidos

La segunda mitad quedó para los detalles. El primero, que Pacheta, perdido el partido, quiso salvar la imagen del equipo. Metió tres cambios, recuperó la defensa de cuatro, puso a Plata en la derecha, a Plano de mediapunta y rearmó el centro del campo con Aguado y Kike. Le dio para que este, a vuelta del vestuario, mandase el segundo balón a palo de un equipo abandonado por el marcador y la suerte.

Asensio celebra su gol al Valladolid.
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Asensio celebra su gol al Valladolid.ISABEL INFANTESREUTERS

Al otro lado, Ancelotti tomaba nota de la buena actitud de Asensio, futbolista de vaivenes, siempre en manos de la inspiración, que tuvo su bien merecido gol; del filo de Rodrygo, al que anularon un segundo tanto de habilidad por mano previa de Vinicius; de la fiabilidad de Militao, defensa total y objeto de adoración del Bernabéu.

Llegó entonces el tiempo de los desaparecidos: Hazard, jarrón chino que no jugaba desde el 3 de enero; Vallejo, quinto central de un equipo en que solo se usan cuatro, y Odriozola, lateral derecho fantasma. Hubo pitos para el belga, sobre el que existe consenso: club, técnico y público han tirado la toalla con él. Aún así, le regaló el sexto a Lucas Vázquez. Lástima que Ancelotti mire tan poco a la cantera, que siempre crea una nueva ilusión en la hinchada y le ahorra dinero al club. Le quedan once partidos de esta Liga para darle una vuelta a esa política tan restrictiva.

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