ANGERS 1 - PSG 2 / El PSG no falla contra el colista
Los de Galtier, por 1-2, con un gran Messi y un Mbappé inspirado, resolvieron rápido en Angers un encuentro que fue un puro trámite. Son ya 11 puntos de ventaja respecto al Marsella.
No tuvo muchas complicaciones el PSG para llevarse los tres puntos. Jugó a un ritmo letárgico, evidenciando que el rival, por muchas ganas que le pusiera, era imposible que le metiera mano. No obstante, justo antes del primer gol de Mbappé, Niané erró un mano a mano con Donnarumma que podía haber metido el miedo en el cuerpo en el líder de la Ligue 1.
Si perdonas ante el PSG, más si cabe si eres el colista, las consecuencias son catastróficas. Mbappé, que necesita una baldosa o incluso menos para marcar las diferencias, hizo el 0-1 después de un pase de Bernat que venía precedido por un balón de tiralineas de Messi. El Angers creció tras el gol, pero le fue insuficiente. El argentino encontró a Mbappé minutos después y el talento de Bondy, un rayo al espacio, regateó a Bernardoni con suma facilidad y rubricó su gol número 22 en la Ligue 1, poniéndose a tiro el que sería su quinto trofeo de máximo artillero consecutivo del campeonato. Los ‘Angevin’, por su parte, se iban al descanso con un duro castigo pese a haber dado la cara durante el primer tiempo.
Como era de esperar, el PSG no quiso hurgar en la herida del Angers y aminoró considerablemente su ritmo de juego, intentando, por otra parte, evitar el riesgo de una lesión que pueda perjudicarle en el tramo final de la temporada. Ambos equipos, de hecho, firmaron un pacto de no agresión en el que abundaron las posesiones estériles y las ocasiones brillaron por su ausencia.
El Angers olió la sangre, propiciada sobre todo por la relajación del PSG, y consiguió ponerle emoción a un partido que parecía perdido tras el descanso. Sada Thioub, ingresado en el segundo tiempo, aprovechó un error defensivo para batir a Donnarumma con la izquierda. Galtier, que acabó metiendo a Bitshiabu por Bernat para defender los centros laterales, suspiró con el pitido final del árbitro que certificó prácticamente, aunque no sea matemático, el título de la Ligue 1 en favor del PSG.