Vinicius insiste en perseguir
Un gol suyo cambió la dinámica de un partido que pintaba mal para el Madrid tras el 0-1 de Joselu. También marcaron Militao y Asensio, tras jugadón de Nacho.
Vinicius es el gran detonador de la LaLiga y, probablemente, el único futbolista del campeonato que obliga a gran parte de sus rivales a cambiar de ruta para evitarle, Barça incluido. También el Espanyol, que reordenó su defensa con una doble vigilancia sobre el brasileño, Óscar Gil más Rubén Sánchez, en una banda en la que se han detectado fugas esta temporada. Enjaular a Vinicius es desactivar en gran medida a un Madrid medio huérfano de Benzema y en peligro de que se fosilice el problema del 9, pero con el paso de los minutos el brasileño sabe escapar, y cuando las piernas ajenas flaquean va recogiendo cadáveres. También sucedió esta vez.
Ancelotti volvió a auxiliarle con Camavinga en la izquierda por distraer a los centinelas, por hacerle un hueco y por mantener a Tchouameni, que hasta ahora había jugado más por lo que costó que por lo que valía. Esta vez dejó una gran asistencia, que por algo se empieza una rehabilitación.
Joselu madruga
El caso es que los dos franceses aparecieron en la foto del gol que adelantó al Espanyol. A Tchouameni le birlaron el balón por exceso de confianza y Camavinga se tragó el pase diagonal de Sergi Gómez a Rubén Sánchez por exceso de vista. Lo que vino después fue esperable: centro raso del exterior espanyolista y remate de primeras de Joselu con la izquierda a la escuadra contraria. Fue el duodécimo tanto de un ariete clásico, mitad Patrulla Águila, mitad Leopard, imprescindible en este y en cualquier equipo.
La alineación de Ancelotti no tuvo al Liverpool en la cabeza, pero el equipo sí en el inicio, porque la primera puesta en escena fue poco presentable, con descuidos en el centro del campo y errores gruesos en defensa. Antes del gol, Militao había evitado otro de Braithwaite. Después, Courtois salvó el segundo al rechazar un cabezazo sin oposición de Vinicius Souza. Incluso en el balón parado comparecía un Madrid de cristal. Aquel desbarajuste alcanzaba a todos menos a Vinicius, un jugador que vive al margen de los partidos, incluso circula en dirección contraria a ellos, pero es el más capacitado para cambiarlos. Empató sin preaviso y sin ayudas, como en Liverpool y como tantas veces. Recibió pegado a la banda izquierda y fue culebreando hasta entrar en el área y meter un disparo de derecha con precisión quirúrgica junto al palo. Nadie pudo darle el alto.
A aquel redoble respondió el resto. El gol acabó con aquella glaciación y el Madrid se tornó en vendaval desde los lugares más habituales: la omnipresencia de Modric y esa lluvia fina que es Rodrygo, un delantero para muchas cosas que necesita meter más ruido.
Para entonces el árbitro había metido al público en el ajo al mostrar una amarilla a Vinicius por una falta del montón. El exceso de celo de Figueroa Vázquez se producía dos horas después de una nota del Madrid preavisando de que se personará en el Caso Negreira, causa del pasado que provoca mucha turbación en el presente. La nueva actitud del Madrid le dio para irse ya con ventaja al descanso. El segundo gol llegó en un centro de Tchouameni con el exterior, modelo Modric, culminado con un cabezazo de Militao, que se veía como nueve ante un Espanyol tan sometido.
Nacho, a los postres
Después de volar de palo a palo en la primera mitad, el duelo se quedó en un punto medio en la segunda. Mandó el Madrid sin la contundencia anterior y respondió el Espanyol sin llegar a ser la amenaza de los comienzos. Quedó, pues, una composición más precavida y también más aburrida.
Diego Martínez extremó el marcaje a Vinicius y en cuanto Óscar Gil vio la amarilla, cambió la guardia con Pierre-Gabriel. Una maniobra que se tornó desgraciada porque el recién llegado se lesionó al intentar cortar un pase 14′ después. En cualquier caso, el periodo de máxima actividad había pasado ya en el Madrid, que daba por buena la victoria mínima. En modo ahorro, Ancelotti cambió a sus tres centrocampistas, a los que necesitará el miércoles de punta en blanco.
Los que entraron no cambiaron la inercia de un equipo en el que solo Rodrygo tenía ya verdadero interés en mejorar las cosas. Un magnífico lanzamiento de falta suyo golpeó en el larguero de Pacheco.
El Espanyol también quiso ir a mejor en ataque con Denis Suárez y Puado. Incluso retrasó a Vinicius Souza como central para componer un centro del campo más creativo. Acabó en campo del Madrid, pero solo le sirvió para desabrigarse atrás y encajar un tercer gol, de Asensio, tras espectacular galopada de Nacho, que rasgó en diagonal ese telón defensivo blanquiazul. Lo de ejemplar hace tiempo que se le quedó muy corto.