Una mística que asusta
AS realiza una travesía por diversas hazañas realizadas por el Real Madrid en Europa a través de las declaraciones de varios protagonistas. Un retrato del misticismo blanco en el continente.
Lutz era el ‘2′, Stein el killer, pero los dos tantos de ‘Erwin dos goles’ (apodo granjeado tras el encuentro) no fueron suficientes. Como el Liverpool, el Eintracht abrió la lata, pero después llegaría el chaparrón. “Nos pasaron como un rodillo por encima. Marcamos primero, y tuvimos una oportunidad muy grande de marcar el 2-0. Pero Maier falló. O lo paró Domínguez, que hizo un gran primer tiempo... Luego el Madrid empezó a jugar y ya íbamos sólo detrás de ellos, no sabíamos ni dónde estábamos. Después caí en la cuenta: aunque nos hubiéramos puesto 3-0 era imposible ganar ese partido. Se lo dije a los periodistas: ‘De hacerles algún gol más nos habrían marcado más de siete’”, relataba Stein.
Un hat-trick de Di Stéfano y un póker de Puskás articularían un resultado de dibujos animados. Por algo Lutz no duda al señalar el ingrediente especial del gigante blanco. “¡Puskas y Di Stéfano! Di Stéfano era como un fantasma, estaba en el área y atrás, nunca sabías dónde, y nadie le podía marcar. Él creaba y Puskas te daba la puntilla. Nos hicieron polvo entre los dos. Wellbachec, que defendía a Di Stéfano en la primera parte, estaba reventado a los 20 minutos...”. Aquel Real Madrid que abrazó al misticismo en Europa por primera vez era Goliath y David, el Eintracht de esta historia, poco pudo hacer. La semilla quedaba plantada con una epopeya inolvidable.
Santillana, el factor común del Madrid de las remontadas
Después llegaría el ‘Madrid yeyé’. el de Amancio, Pirri, Zoco... El Madrid que alzó la Sexta en 1966 con goles de Serena y Amancio al Partizan en la final (2-1). Para la Séptima, el madridismo hubo de esperar. El resto de rivales recortaban distancias, pero el Madrid añadía gestas a su libro de hazañas europeas. Una de las más recordadas, la remontada al Derby County. En la ida de octavos de la Copa de Europa, 4-1. ¿La vuelta? Un 5-1 coronado por Santillana en la prórroga. “Aquel fue el mejor gol que marqué en mi vida”, confesó el cántabro en AS tiempo atrás. Roger Davies fue una de las víctimas. El Bernabéu comenzó a marcar goles en la previa. “No he visto ni oído nada igual. 110.000 gargantas gritando sin parar; aún oigo ese ruido brutal”, recordaba en AS el otrora delantero del Derby County. “Tras el descanso (se llegó 1-0) nos atacaron como si faltara un minuto para el final. Nos tuvimos que echar atrás”. Y esa fue la crónica de una remontada anunciada. El título iría a parar la vitrina del Bayern, pero se cocinó algo mayor que un título aquella noche. “La leyenda empezó ahí, fue el partido más electrizante que recuerdo”, apuntó Santillana, factor común de ese Madrid de las remontadas. “Cuando perdíamos por mucho fuera, ya nos conjurábamos en la misma ducha”, añadía en AS.
La UEFA de 1986, segunda consecutiva, fue, quizá, el título más semejante a la 14 alzada meses atrás. En octavos, el 4-0 del Bernabéu superó el 5-1 sufrido ante el Gladbach. Lienen marcó en la ida y explicó en este periódico qué ocurrió en la vuelta. “Dimos un paseo cerca del hotel y la gente nos chillaba con muy mala cara ‘¡4-0, 5-0!’”. Ahí empezó todo y Santillana, una vez más, lo finiquitó. “Tras el 4-0, Heynckes dejó de hablarnos una semana”. En semifinales fue el Inter el que sufrió otro renacimiento cortesía del Santiago Bernabéu. Al 3-1 de Milán le siguió un 5-1. En medio, el “90 minuti en el Bernabéu son molto longo” de Juanito. Lo fueron. “El Madrid remontó porque salió a la caza del hombre, nunca nos habían pegado tanto”, explicó en AS Pietro Fanna, centrocampista neroazurro en la época. En la final, a doble partido por aquel entonces, el Colonia marcó primero en el coliseo blanco. “Metí aquel gol en Madrid y luego nos barrieron... Entonces había una especie de leyenda en el Bernabéu”, analizó Klaus Allofs en AS. El 5-1 dejaría en anécdota la vuelta (2-0) en Alemania.
La Séptima con la que todo se reinició
Último título europeo antes de que Mijatovic enterrase la maldición de 32 años sin ganar la máxima competición continental. Uno de los protagonistas fue Jaime Sánchez, que sustituyó a Morientes en el 82′ como primer cambio para amarrar la sala de máquinas en los minutos finales. “La Juve era favorita, pero teníamos grandísimos futbolistas. Todos sabían cómo jugar ese tipo de partido. Pero es cierto que había un plan muy claro, parar a Zidane. Si parabas a Zidane, cortabas el caudal ofensivo de la Juve. Eran un grupo muy sólido, con la magia de Zidane y Del Piero”, revive Jaime en AS.
“En el gol de Pedja, cuando viene a abrazarse con Fernando Sanz nos tiramos todos encima. No sé cómo salió vivo”, completa entre risas. Un tanto con el que renacía la mística en la Copa de Europa. La Octava (2000)y la Novena (2002) serían el preludio de las cinco últimas. La Decimocuarta como el summum de ese misticismo del Madrid que asusta en Europa.