San Lorenzo fue al ataque con 5 delanteros, goleó 4-0 y el DT Rubén Insua recibió una gran ovación
A los 15 minutos fue expulsado Guillermo Enrique, volante derecho del Lobo y el entrenador no esperó el entretiempo: puso a Iván Leguizamón por Luján y el equipo se impuso por los goles de Vombergar y Bareiro (2, uno de penal) y Gastón Hernández
Rubén Darío Insua no logró la unanimidad en el Ciclón, pero casi. Es el ídolo de este equipo reconstruido, que estaba derrotado antes de la llegada del entrenador y ahora no para de sumar y festejar. Los hinchas están tan encolumnados con las decisiones que toma que por el Nuevo Gasómetro o en charlas de café se escucha: “Si él no hace un cambio ofensivo que yo estoy viendo o pidiendo, por algo debe ser. Debe estar viendo algo que yo no” o “Si yo opino en algo diferente a Insua, el equivocado soy yo”. Al final del primer tiempo el DT ya se había ido ovacionado escuchando el grito de “Galleeeeeego, Galleeeeeeego”. Es que se habló seguido sobre el estilo del técnico, que buscó rearmar el equipo de atrás para adelante y en varios encuentros se le pedía que arriesgue más, pero no siempre lo hacía. Frente al Lobo, justamente, lo hizo a raíz de la sorpresiva expulsión de Enrique en el primer tiempo. Y encontró los resultados esperados.
El Ciclón, entonado por su buen presente, salió a jugar con la habitual línea de 3 centrales (este sábado con Gattoni como líbero, Rafael Pérez a su derecha y Gastón Hernández a la izquierda) y los tres delanteros de (casi) siempre: los intocables Vombergar y Bareiro, y el Pocho Cerruti. La “novedad” en la formación titular fue la inclusión de Agustín Martegani en lugar de La Roca Sánchez. Insua quería tener más juego en la línea de volantes como local, para que Martegani pueda asistir a los atacantes.
El enroque de Gattoni como líbero y Pérez como primer central quizás tuvo que ver con las últimas actuaciones del defensor colombiano, que venía de hacer un par de penales por llegar a destiempo en la marca o algún cruce, el último en el clásico ante Huracán sobre Matías Cóccaro.
Si hay algo que este Ciclón no negocia es la entrega, el compromiso para disputar las pelotas divididas en cada sector del campo. Y con respecto a eso tampoco se quedó atrás la juvenil versión de Gimnasia, este equipo de Chirola Romero entusiasta pero (todavía) con poco peso ofensivo. Muchos de los jugadores que el DT tiene hoy en primera los condujo en la Reserva, como los casos de Bautista Barros Schelotto (lateral derecho), Felipe Sánchez (central de apenas 18 años), Ignacio Miramón (volante central), Alan Lescano y Benjamín Domínguez, un gambeteador de los de antes, un chico con condiciones y atrevimiento que irrumpió en la mano de Pipo Gorosito en 2022.
Pero muy rápidamente hubo un quiebre en el partido, a los 15 minutos: la expulsión de Guillermo Enrique, que innecesariamente fue barrenando y bajó a Malcom Braida. A instancias de Espinoza, que estaba en el VAR, el árbitro asistente lo llamó a Pablo Echavarría y el juez principal, luego de observar el monitor, cambió la amarilla por la roja.
Eso le generó una responsabilidad extra al Ciclón. Sentía la necesidad de sumar los tres puntos por ser local, por ser superior como equipo y encima por disputar por delante casi todo el encuentro con un futbolista más. Por eso en un momento Insua salió del banco y les gritó a sus jugadores: “Basta de pelotazos; jueguen, jueguen”. Si hay una forma de hacer efectiva la superioridad numérica es con triangulaciones, moviendo la pelota y generando espacios en sociedad. Las acciones individuales y lejos del área, en ese sentido, favorecen a los que defienden.
A partir de la orden del DT, San Lorenzo intentó buscar más a Martegani con pases a la altura de la medialuna del área rival. Pero Insua igual no esperó tanto y realizó el primer cambio a los 28 minutos: Iván Leguizamón por el lateral/carrilero Luján. De esta manera, San Lorenzo quedó con 5 delanteros: Cerutti como carrilero por la derecha y Braida por la izquierda; y adelante Vombergar, Bareiro y Leguizamón. El plan fue usar todo el ancho del Nuevo Gasómetro para abrir la defensa de Gimnasia y atacarlo con centros.
Sin embargo, el fútbol siempre aporta sorpresas porque la primera chance clara de gol la tuvo Gimnasia con un remate de Tarragona que controló Batalla en dos tiempos. La acción había arrancado por la izquierda, con las gambetas de Benjamín Domínguez y luego siguió con un pase atrás de Lescano para el disparo del 9.
Antes del primer tiempo, Chirola Romero también movió el tablero del banco: Agustín Bolívar por Alan Lescano, para sumar marca al medio campo. Menos habilidad y más ayuda para Miramón. Pero a segundos después de esa modificación llegó el golazo de cabeza de Vombergar. Arrancó por afuera, con desequilibrio a puras gambetas y amagos de Braida por la izquierda: centro y cabezazo goleador para el 1-0.
Lo mejor del partido
En el segundo tiempo, la posesión siguió por encima del 60% ante un Gimnasia que quedaba parado 4-4-1 en defensa. La consigna pareció buscar perder por la menor diferencia posible. Y llegó el penal por falta de Barros Schelotto a Braida (incontenible) que Bareiro -picando la pelota- transformó en el 2-0.
Tras ampliar la diferencia, siguieron los cambios del Gallego Insua: Carlos La Roca Sánchez por Cerutti; se ubicó el colombiano como volante central y se corrió Elías como carrilero derecho. Algo más de “equilibrio” en una tarde calurosa, una idea más cercana a los gustos del DT.
Pero San Lorenzo siguió atacando. Tras un desborde de Agustín Martegani por la derecha, el zurdo empujó la pelota al medio en forma de centro y Bareiro, con olfato de 9, anotó el 3-0. Gastón Hernández cerró la tarde con el 4-0, de pelota parada, tras un tiro libre de Elías. El final fue un show, redondeando una gran superioridad y con los hinchas delirando en las tribunas. Hasta eso cambió en San Lorenzo: el clima. Y no por el calor o el alerta naranja, sino por la obra de Insua, el ídolo de un equipo muy difícil de doblegar y que deja el corazón en cada partido.