River y un mediocampo “a lo Guardiola”: la fórmula de Demichelis para una goleada que puede marcar el futuro
En el Monumental, se impuso por 3-0 a Godoy Cruz, pero la diferencia fue mucho más amplia que el marcador final
En su periplo de evangelización de una idea de juego que modificó la manera de pensar y ejecutar el fútbol, Josep Guardiola hizo una larga segunda escala en Bayern Munich, donde años más tarde continúan viéndose varias de las pinceladas de un estilo que privilegia la posesión por sobre cualquier otra alternativa. Sus enseñanzas, por supuesto, se prolongan en la escuela del club bávaro, que es donde Martín Demichelis aprobó casi todas las lecciones de su aprendizaje como entrenador.
Le venía costando al nuevo técnico de River encontrar la mezcla idónea para exponer en el escenario argentino esas consignas que marcan el juego al otro lado del mundo. El nivel no estaba acorde a ni a sus pretensiones ni a las exigencias. En esos casos, recurrir a la teoría suele ser una buena solución. En la biblia guardioliana la teoría básica indica que para que todo funcione la base está en el funcionamiento del mediocampo. Y a esos libros recurrió el entrenador millonario.
Llenó Demichelis el equipo de volantes con buen pie. Con Enzo Pérez como puntada inicial a partir de su conocimiento y claridad, se distribuyeron a derecha e izquierda Rodrigo Aliendro y Nicolás De la Cruz en una primera línea, más Nacho Fernández y José Paradela unos metros por delante. Para ocupar las bandas designó a Milton Casco y Enzo Díaz, los teóricos laterales, y si faltaba algún ingrediente eligió para ocupar la punta de ataque a Lucas Beltrán, el menos 9 de los 9 que tiene River, el más capacitado para tirarse atrás, sumarse al circuito de pases y aparecer en el área cuando la jugada lo pide. A la orquesta de mediocampistas, eso sí, les dio más libertad de desplazamientos que la que suelen enseñar los equipos de Pep.
Lo mejor del partido
El planteo, muy “europeo” en su concepción porque apela a la velocidad y precisión en el toque antes que a la gambeta, a la movilidad colectiva para crear espacios y llegar por sorpresa a las zonas de definición que a la creación individual, encontró una respuesta más que positiva. Se sintió a gusto el equipo ocupando el ancho de la cancha, moviendo la pelota de un lado a otro para desconcierto de un rival que desde la primera acción del partido pretendió asfixiar al local con presiones adelantadas y marcas individuales, pero que llegaba tarde a lugares donde el balón ya no estaba.
River arrancó el partido a puro vértigo, con una dinámica que pareció inadecuada para los 38 grados de sensación térmica existentes. Duró un cuarto de hora. Apenas creó peligro, aunque sirvió para dejar en claro cuál era la intención del equipo.
Alrededor de los 15 se dio la lógica: frenó un poco el ritmo el local y por unos minutos respiró Godoy Cruz, un equipo que históricamente se siente en el Monumental casi como en su casa (es de los pocos clubes del país que puede enseñar una estadística favorable en un estadio donde no perdía desde 2015).
Hasta que a los 28 minutos comenzó lo mejor, que se abrió de la manera que seguramente habrá soñado Demichelis. Después de una salida lenta desde el fondo, De la Cruz recibió de González Pirez, habilitó a un toque a Aliendro, que prolongó de primera para la diagonal de Fernández hacia la derecha. El centro bajo lo controló Beltrán, desmarcado entre los centrales visitantes: paró la pelota, la acomodó hacia su derecha y remató cruzado: 1 a 0.
Lo que siguió fue una prometedora demostración de fútbol gestada a base de recuperaciones casi instantáneas en el medio y continuadas por permanentes asociaciones en corto y diagonales indetectables para la defensa mendocina. Es cierto, hasta el final de la primera mitad le faltó la pimienta necesaria para sumar ocasiones que estiren la diferencia, pero River compensaría esa carencia en la segunda mitad.
Sin cambios en el desarrollo, más allá de las múltiples modificaciones que probó Diego Flores y de un par de remates de Lucas Arce y Tadeo Allende, a los 7 el travesaño impidió lo que hubiera sido un gran gol de Paradela (tirado a la izquierda y desde afuera del área la picó con suavidad por encima del arquero). Unos minutos más tarde, a los 15, Aliendro -de notable partido- puso con un toque de taco a De la Cruz en carrera hacia el arco. El Ruso Rodríguez tapó el remate, pero llegó tarde al rebote y le hizo penal al propio Aliendro. Beltrán convirtió y cerró cualquier misterio sobre el resultado.
La cuenta acabaría en 3-0, aunque la diferencia fue infinitamente mayor. Demichelis probó una fórmula que sin duda firmaría cualquier técnico del Bayern, desfiguró a su adversario, disfrutó e hizo disfrutar a sus jugadores y a los hinchas. Quizás sea prematuro afirmar que ante Godoy Cruz nació un nuevo River, pero el técnico que llegó de Alemania ya sabe qué camino debe buscar para pintar el futuro.