River: Miguel Borja y Lucas Beltrán demuestran que dos Nº 9 pueden jugar juntos
Los delanteros fueron decisivos en el triunfo sobre Racing, de Córdoba, por la Copa Argentina, y reabren el debate
A no confundirse. No es que Martín Demichelis estuviera en observación por su primer partido en este torneo. Lo suyo es más abarcativo en busca de una idea que pueda ser rápidamente captada y efectiva. Para ello nada mejor que una cadena de resultados en River. En la Liga Profesional, el club de Núñez avanza pese a los altibajos, a una identidad borrosa que intenta hacerse más nítida con trazos gruesos. Y, anoche, pasó el compromiso con tanta holgura como lo demuestra el 3-0.
River todavía se siente en construcción. Tiene algunos chispazos y parece acelerar a fondo. Pero, de repente, cae entre algunas dudas y grietas entre el medio campo y la defensa. Aún no se distingue la base de Demichelis, con nombres que vienen y van. Tal vez sea demasiado pronto, sobre todo después de un proceso tan fuerte como el que encabezó Marcelo Gallardo. No será fácil despojarse de la imagen del prócer, por más que desde Núñez se empecinan en evitar incómodas comparaciones, como para blindar los primeros pasos del flamante entrenador. Será lo más sano.
La apuesta por la Copa Argentina encontró a River en una rotación que confirmó las prioridades de su director técnico. Sumar puntos en la competencia de la Liga Profesional hasta que en el mes próximo asomará el gran desafío: la Copa Libertadores, suerte de tótem de los millonarios y de Boca, en los últimos años. Todo gira alrededor del certamen continental. Hacia allí van dirigidos los principales esfuerzos. Y se nota.
La apertura, de Miguel Borja
Racing, de Córdoba, tuvo un recordado equipo a principios de los 80, cuando, de la mano de Alfio Basile en la dirección técnica, les dio batalla a los principales equipos en la A. Era un equipo de toque y gambeta. Hoy busca aquel vuelo desde la Primera Nacional, en una especie de resurgir del fútbol cordobés, que ya tiene en la máxima categoría a Talleres, Belgrano e Instituto.
Claro que este Racing es muy distinto a aquel, subcampeón en el Nacional de 1980, que tenía a la mayoría de sus jugadores surgidos de las divisiones juveniles y con buena proyección, como Luis Amuchástegui, Roberto Gasparini y Osvaldo Coloccini, entre otros. Hoy, con Carlos Bossio, exarquero de Estudiantes y Lanús, en la dirección técnica, la Academia cordobesa da lucha en su categoría con un equipo dinámico y vivaz, que presiona y toca. Y así intentó complicar a los millonarios.
Un golazo: Lucas Beltrán marca el 2-0
El análisis sobre River encontrará en la titularidad de Lucas Beltrán, acompañado con Miguel Borja. El entusiasmo del joven, de 21 años, le hizo un lugar por delante del venezolano Salomón Rondón y, de a ratos, también puso en duda al colombiano, pese a la diferencia en las trayectorias. Beltrán le da otra movilidad a la ofensiva, pese al menor porte que sus dos compañeros. Anoche, los dos centrodelanteros supieron de varios estados, pero se complementaron correctamente y, lo principal para ellos, festejaron.
Lo más claro, como casi siempre, surgió de la imaginación de Nacho Fernández. Fue cuando River merodeó el área con insistencia y Racing se agazapó y se apiñó lo más que pudo, en busca de alguna salida rápida que pocas veces prosperó. A Barco le faltó algo más de conexión con el juego; menos intermitencias para romper esquemas como el factor sorpresa. Aunque, paradójicamente, River tuvo un gran sofocón. Centurión, reemplazante de Armani, se esforzó al máximo para evitar el gol de Coronel, que quedó mano a mano tras un rápido jugada por la derecha.
El tercer gol: González Pirez
Hasta que la insistencia de River tuvo recompensa y, a la par, ahuyentó algunas dudas impulsadas por el despliegue de los cordobeses. Un desborde de Elías Gómez fue tocado de primera por Borja, que cumplió con la cuota goleadora. Fue una dosis de confianza para el colombiano, ya que, como se dijo, la lucha en el ataque de River ofrece varias cartas fuertes y el tiempo para demostrar las condiciones escasea. Ni que hablar para Beltrán, que después de un pase medido de Nacho Fernández, controló la pelota y la picó ante la salida del arquero Rodríguez.
La rotación de Demichelis también se vio en los cambios, cuando sacó temprano a dos de los mejores, Nacho Fernández y el mismo Beltrán. Fue una forma de dosificar la energía en medio de un contexto favorable. Lo principal ya estaba hecho. Mucho más después del cabezazo de Leandro González Pirez. River se sacó de encima un compromiso que, en la Copa Argentina, ya había complicado a muchos. Lo hizo en buena forma. Como para empezar a creer que ya distingue sus rasgos frente al espejo.