River ganó un partidazo amistoso en Salta
El equipo de Demichelis, con suplentes de un arco al otro, empezó perdiendo frente a Universidad de Chile y se lo dio vuelta para festejar por 4-3.
Porque Herrera, por ejemplo, no sólo se movió por afuera, rompiendo líneas para desbordar -así convidó dos asistencias, la segunda un pasito adelantado- sino que además apareció por adentro resolviendo ataques como en el gol del descuento. Porque Palavecino además validó la confianza que había mostrado en su ingreso frente a Sarmiento, aportó despliegue jugando como #5 pero luego fue decisivo en la génesis del 3-2 con una finta deliciosa. Porque Pablo Solari marcó un gol después de una semana dolorosa por el fallecimiento de su abuela, exhibió la tensión de antaño en tándem con Herrera y marcó para desahogarse. Porque Alfonso siempre quiso ser opción. Y también porque Barco, siempre desordenado pero filoso, volvió a llegar al gol como Borja, un ariete siempre necesitado de festejos, sobre todo en tiempos de alta competencia en el puesto por el nivel de Beltrán y la llegada de Salomón Rondón.
¿Qué se llevó Demichelis? Alternativas positivas que deberán validar lo que hicieron en el Martearena ya por los puntos, cuando la vara esté más elevada y la doble competencia obligue a rotar con mayor frecuencia. Y en esa línea también hubo juveniles que se mostraron: aunque el estreno más destacado fue el de Matías Gallardo, el pibe Seba Sánchez aportó firmeza como volante central, y Esteban Fernández, Zabala, Flores y Trindade siempre se ubicaron intentando ser recepción en el toque. Aun cuando después de los siete cambios la contextura del equipo perdió rigidez y el flujo de juego bajó y le permitió a la U acortar distancias en un partido que Demichelis atesorará por las soluciones que, a la vista, el salto de la banca le permitió encontrar.