REAL SOCIEDAD 0-ROMA 0 / Mourinho desespera a la Real

El equipo txuri-urdin vuelve a enredarse en la tela de araña ultradefensiva del técnico de la Roma. Sorloth y Oyarzabal fallan dos ocasiones muy claras

Alfonso Herrán
As
¡Bravisssima, Italia! El Calcio parece abandonar la época de las tinieblas y va recuperando paso a paso, eliminatoria a eliminatoria, parte de su grandeza. Resurge al fin. Lo hace por dos vertientes: la rácana de Milán, Inter y Roma o la más ‘europea’ del Nápoles. Si Imanol quiso montar una ‘tormenta perfecta’ para pasar a cuartos, en Anoeta sólo hubo rayos y truenos de impotencia. La Real no fue un desastre, pero de nuevo de topó con su inoperancia en el área contraria: Sorloth y Oyarzabal tuvieron do ocasiones clarísimas y las desaprovecharon. El orden de Mourinho desespera a cualquier, más a un grupo que ha sido incapaz de hacer un gol en 180 minutos. El fútbol desmiente muchas veces a los números: 564 pases completados de un equipo que acabó tirándose de los pelos ante otro que solo firmó 110. Los italianos han jugado muy bien a lo que saben, su partitura ha sido la más destacada, y los txuri-urdin han tratado de hacer lo suyo, pero ya no queda gran cosa de aquel fútbol brillante y dinámico de hace unos meses, que generaba un torrente de ocasiones. En muchas fases el pulso se ajustó a lo que quería la ‘Loba’, y la mejoría de la tropa local fue claramente insuficiente.

Mou solo pierde por la mínima, así que un 2-0 es su pasaporte a la felicidad. Quiso empezar con una presión fuerte arriba, como en el Olímpico, tal vez para frenar el inicio desatado de los locales. La Real demoró su primera oleada. Hasta el minuto 22 no llegó esa carga sobre el área ‘giallorossa’. Brais protagonizó el primer disparo, más bien un tirito de fogueo, entre los tres palos a la media hora. Imanol renunció de salida a los extremos y jugó con los laterales cerrados, así que, descartando las bandas, perdía armas mortales ante una defensa muy bien poblada como la italiana. Aunque los txuri-urdin dominaban la escena y proponían, daba la sensación, como ocurrió en la ida, que la ‘Loba’ tenía el pulso bajo control y ponía el susto en el cuerpo de los vascos con el balón parado y cierto acoso sobre el área contraria, aunque la presión bajó bastante con respecto a la ida. Por ejemplo, Smalling parece indetectable en la estrategia. El central lo remata todo sin oposición, por ejemplo, un córner en el añadido de la primera parte que remató a gol, pero ayudado con el codo. Podía haber metido el pecho y habría mandado el cruce al olvido. El VAR devolvió la tranquilidad a la platea donostiarra.

Cuando te traes un 2-0 de la ida tiene un debate claro: ¿cuándo piensas en un arrebato? ¿Esperas al minuto 60porque empiezas a verlo todo perdido? Con un 3-0 cualquier equipo está obligado a salir como tarzán de liana en liana hasta la meta contraria. Si se trae un 1-0, la cabeza manda. Pero ¿2-0? La recete suele ser quedarse a medio camino entre el furor y la parsimonia. La Real necesitaba una chispa de esperanza. Y tras el descanso fue cambiando el rumbo de los octavos. Gorosabel al fin dobló a Brais y fue el origen de un gran centro de este al corazón del área. Ahí residía Sorloth, uno de esos gigantes que desmienten que los jugadores altos son expertos cabeceadores. Giró mal el cuello y su remate se fue al limbo, lo suyo parecía más el despeje de un central apurado ante la presencia de un delantero enemigo. La Roma pausaba el encuentro constantemente con faltas, las realizadas y las simuladas que le hacían simulando más gravedad de la que realmente se podía apreciar, y Mourinho calentaba la oreja al cuarto árbitro. Algunos vivían más en el suelo que de pie. Más que ganar segundos al reloj, se llevaban un carrillón para casa. La tela de araña habitual del técnico setubalense era pegajosa y desesperaba a los txuri-udin. Le habría ido mejor a la Real si esa tormenta perfecta que pregonaba Imanol se hubiera desatado a las nueve en lugar de a las diez de la noche.

Remiro seguía viendo el balón con prismáticos. La llamada a la heroica parecía llamar con fuerza en el minuto 68, en un saque de esquina de Brais que llegó a un solitario Oyarzabal. El internacional anduvo medio perdido toda la noche, aun no es ese lujo que pasea su fútbol cada semana por los campos de España. Primero remató al cuerpo de Rui Patricio y el rechace lo envió al larguero. El bote rozó la línea, no quiso colarse en la red. Imanol metió en liza a Kubo y Sola para tener más piernas y, sobre todo, ideas frescas. Brais siguió repartiendo juego y puso otro caramelo para el remate con todo de Zubeldia, pero también remató desviado. La tónica de esta eliminatoria para los donostiarras. Mourinho seguía a lo suyo sin desviarse ni un milímetro: Abraham y El Shaarawy saltaron al verde para buscar velocidad en ataque, aunque el balón no pertenecía a la Roma. ese es el gran mérito de Mou: subir a su carro del cemento a jugadores con violín. Puso dos líneas de cinco por delante del portero y seguía sacando gladiadores, como Bove, un guerrero de los buenos. Pelotazos sin ton ni son y a vivir. El maestro ultradefensivo venía de encajar cuatro goles ante el Sassuolo, un espejismo.


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