REAL MADRID-LIVERPOOL / Campeón por algo
El Madrid cumple su promesa de no especular, vuelve a pasar por encima del Liverpool y entra en cuartos por la puerta grande. Marcó Benzema y se exhibió Kroos.
El Madrid salió bajo amenaza: quien tiene ganada una eliminatoria solo puede perderla.
Y más ante el Liverpool, al que le van los partidos a la tremenda, a
pleno pulmón, esos en los que siempre pasan cosas, demasiadas a veces. Un equipo de acción, en definitiva, metido en una situación desesperada. El sueño de Klopp. A ese peligro ajeno añadía el propio el Madrid, que es más pasional que calculador,
más acostumbrado a superar desventajas que a administrar ventajas. Y en
esas está también su público, tantas veces equipo de rescate y tan
pocas motor de arranque.
El Liverpool salió armado hasta los dientes: solo dos centrocampistas y Salah, Gakpo, Diogo Jota y Darwin Núñez en un amplísimo frente de ataque. Esa valentía se quedó solo en el once y se perdió en la actitud: ni fiereza en la presión ni ánimo de encoger al Madrid. Demasiados futbolistas con poco colmillo para la recuperación. Al final, aquella enorme coreografía ofensiva quedó reducida a las ocurrencias de Salah, que siguen siendo muchas.
La batuta de Kroos
Un Liverpool más templado de lo previsto y un Madrid con la guardia alta, con ganas de devolver golpe por golpe, amparado en su enorme superioridad en ese extenso territorio entre área y área. Sus centrocampistas, empezando por Camavinga, en el que pesan más los aciertos que los errores, no los tiene el Liverpool. Desde el inicio, Kroos colocó el partido en la palma de su mano con ese manejo inigualable de los tiempos. En largo y en corto desactivó cualquier intento de emboscada de los reds.
Aquel primer intercambio se resolvió con una intervención intuitiva de Courtois a disparo de Darwin Núñez, producto de un error grave de Rüdiger; una fantástica combinación Benzema, Vinicius, Kroos a la que nadie atendió en el remate, y una parada de fe de Alisson a volea a quemarropa de Vinicius.
El partido era un gustazo para el Madrid porque, superada la primera línea del frente, encontraba un Liverpool que se dejaba hacer. Un disparo de Camavinga, envilecido por un toque en Milner, pegó en el larguero. Otro de Modric, más limpio, estuvo a punto de hacerlo. El Madrid jugaba como si la ida nunca hubiese existido y el Liverpool funcionaba como lo lleva haciendo durante toda la temporada, por descargas. En dos de esos arrebatos, el Madrid quedó en manos de la inspiración de Courtois a disparos de Darwin Núñez y Gakpo. Para entonces le había puesto un poco de pimienta a su presión y un punto de locura a su juego de ataque. Lo que necesitaba para acercarse al imposible cuando el tiempo había empezado a hacer ya su trabajo en favor del Madrid.
Por fin, el gol
Ese cambio de registro de los ingleses también transformó al equipo blanco, que pasó de hacer daño con la pelota a defenderse con ella, alargando sus posesiones, obligando al Liverpool a un gran gasto energético sin provecho. De esa dinámica salió pronto el partido, de nuevo sometido a las sacudidas que se producen cuando abunda el espacio. El primero en sacar provecho fue el Madrid. Valverde se vio frente a Alisson, la insospechada figura de su equipo, y su primer mal control le impidió superar luego al meta.
Fue entonces cuando Klopp cambió de fórmula. Quitó dos puntas para meter un centrocampista (Elliott) y un mediapunta (Firmino). Un paso atrás para intentar tomar impulso porque entonces andaba ya más cerca de perder que de ganar. Cada balón al espacio para Vinicius resultaba una amenaza. Konaté era esa última barrera que le faltó a su equipo en Anfield, donde todo quedó escrito, porque Alexander-Arnold andaba a otra cosa. Es un lateral tan ambicioso que acaba por no sentirse lateral. A veces resulta una ventaja y a veces un grave problema.
Mientras, el Madrid llegaba una y otra vez, por los dos costados. Desde el izquierdo, Modric, que fue de menos a más, mandó un buen centro que Valverde cabeceó sin acierto. Y a Benzema se le escapó un remate medio sencillo tras fantástico servicio de Vinicius. Empezaba a ser un misterio la falta de gol en un partido sobrado de oportunidades. Se desveló a falta de 12′ en una jugada que fue una comedia de enredo con final feliz. Van Dijk despejó mal para dejar a Vinicius ante Alisson, El brasileño también pifió el remate, pero desde el suelo tuvo la agilidad mental para dejarle la pelota a Benzema, que marcó a puerta vacía. El francés empieza a coger carrerilla en su competición favorita. Ahí acabó la eliminatoria y empezó el Clásico, porque Ancelotti retiró a su guardia pretoriana al completo (Carvajal Modric, Kroos, Benzema y Vinicius). El campo de batalla ya estaba en el Camp Nou.