Patinazo de los Lakers en el esperado regreso de LeBron James

Bocanada de aire para los Bulls, aferrándose a la décima plaza, que se lo quita a los Lakers, sufriendo para mantenerse, en el regreso de LeBron James.

Mike Maestre
As
En el Crypto Arena, jornada matinal de domingo allí, se iba a disfrutar de la visita de muchos ex (Caruso, Beverley, Drummond) y un casi (DeRozan, al que debieron llevarse en vez de a Westbrook) en un proyecto que gira sobre dos personas: Anthony Davis y LeBron James. El segundo ha faltado exactamente un mes y en él su equipo se ha defendido con toda la garra y la calidad que han podido acumular. Ahora están en la pelea. Y este domingo volvió el monstruo. Renqueante, todavía con evidente temor a recaer, pero con ganas de ayudar desinteresadamente a los Lakers a cazar los triunfos que les faltan para asegurar su presencia en las eliminatorias. LeBron salió como suplente por segunda vez en su historia en la NBA, la primera se dio en diciembre de 2007 cuando estaba en los Cavs. Si sirvió como distracción o no quedará en el pensamiento de cada uno, pero el hecho es que estos Lakers no se parecieron en nada a los de los últimos días.

De la lucha que tuvieron con los Bulls en Los Ángeles se extraerá poco más que la dejadez con la que estuvieron en la primera parte y la desembocadura de ello, un intento de remontada que no pasó de intento. El 108-118 del electrónico del glamuroso pabellón californiano no deja ver más allá. Sería forzar si habláramos de volver a problemas de antes, y la diferencia de hambre mostrada ante Chicago se verá más adelante. Se puede reducir en que esto ha sido un partido malo, realmente deficiente, del que los astados se beneficiaron sin pensarlo dos veces. La expresión de la cara en la Conferencia Oeste cambia cada hora y al término de este segundo duelo de la jornada, tras la derrota de los Mavs, los Lakers se mantienen dentro de los diez primeros (sin esperar un favor de Portland, ya sin Lillard, frente a los Thunder). Les quedan ocho partidos y en ellos sí que no pueden repetir el patinazo de este domingo. Por la cara cuenta que les trae.

Zach LaVine terminó con 13/19 en tiros para 32 puntos. Fue el mejor de la noche. Un reto al que los Lakers no supieron responder. Estos Bulls lejos de la lozanía de otros tiempos sumaron en casi todas las áreas para llevarse la victoria. El trabajo se hace desde el principio, así es como mejor sale, y valió para sumar un verde en el casillero de victorias y derrotas. Rebasaron los veinte de ventaja en un tremendo segundo cuarto, con LeBron boqueando (y terminó como máximo anotador local con 19 tantos en 30 minutos) ante la pasividad de sus compañeros en un redebut que esperaba triunfante. Ese muro se volvió a saltar en el tercer periodo, sin que el paso de los vestuarios sirviera como remedio: 60-81, +21, en el minuto 30. De ahí al final se impondría la ley del aguante, el ‘por aquí no pasan’, el estoicismo. Los de Ham abrieron la mente, sin el protagonismo de otros días de Davis (sólo ocho tiros) pero con presencia de Brown, Reaves o Schröder. Cuando los hoy blancos, por indumentaria, se acercaron a once a falta de poco más de dos minutos, LaVine encestó uno de sus dos triples (su recurso estuvo en los tiros cercanos y mate que te mate), Beasley respondió con un par más para contrarrestar y el que sentenció fue Patrick Beverley. El que este mismo curso lo empezó con los Lakers dejó una de sus imágenes de impacto cuando encestó un gancho corto ante la marca de James y le hizo el gesto de too-small, como si no fuera el jugador más atlético de la historia, para terminar de rematar la mala jornada a la que se enfrentaron tanto la estrella de Akron como el resto de integrantes de su plantel. El miércoles, ya en el United Center, se repetirá este duelo; hasta ahí tienen de margen los Lakers para hacer examen de conciencia y que esto quede en una simpleza dentro de la inmensidad del calendario.

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