Independiente visitó Barracas 93 años después y encontró las mismas piedras de cada fecha
Condicionado por las críticas, el Rojo cambió de un estilo de elaboración a uno de juego directo, pero no pasó de un 1-1 con Barracas Central; otra vez sufrió una expulsión; invicto como visitante en la Liga, lleva seis fechas sin triunfos
El modelo siglo XXI del Rey de Copas es el de un equipo, incluso un club, que tropieza mil veces con las mismas piedras. Si en lo institucional las sucesivas directivas fueron acumulando deudas cada vez más complejas de saldar, en la cancha le ocurren cosas parecidas.
Una es la incapacidad de sostener un resultado en favor. El domingo, Instituto le había remontado dos goles en Avellaneda; en Barracas el despropósito fue incluso mayor. El minutero no había dado ni medio giro cuando Martín Cauteruccio dejó solo a Baltasar Barcia. El uruguayo tuvo tiempo para bajar la pelota, dejarla picar y clavarla contra el primer palo para iniciar con buen pie una actuación convincente.
Era imposible pintar un escenario más favorable para un conjunto que llegaba con dudas en todas las líneas, pero 4 minutos más tarde, el Guapo tuvo su primer córner. Entonces surgió la segunda de esas piedras con las que el Rojo renueva su impericia desde hace ya varias temporadas. Iván Tapia despachó el lanzamiento, la pelota cayó en medio del área chica (exactamente igual a la acción del 2-2 de Instituto cinco días atrás), Matías Giménez despejó corto y Facundo Mater atacó el rebote e infló la red con el derechazo.
Compacto de Barracas Central 1 vs. Independiente 1
El empate casi instantáneo no alteró el plan que traía desde el hotel Leandro Stillitano. Mirado con sospecha por los hinchas casi desde antes del torneo, y con algún gesto de confusión por parte de algunos componentes del plantel, el director técnico sabía de antemano que demasiado pronto su continuidad había empezado a pender de un hilo. Y una vez más apostó por jugarse las fichas de un cambio a fondo. En este caso, más de estilo que de hombres.
Así como hasta ahora, saliera bien o mal, la idea de base era manejar la pelota y crecer en el campo de manera agrupada, en la tórrida tarde porteña se viró hacia el juego directo. Nada de elaboración y mucho de búsqueda larga para que Cauteruccio o Giménez peleara contra los zagueros centrales a partir de los pases desde la defensa o de los jóvenes Agustín Mulet y Sergio Ortiz, ubicados como volantes de recuperación.
La fórmula no le salió del todo mal al Rojo. Antes del descanso el visitante sumó tres ocasiones muy claras para convertir. Las dos primeras fueron desperdiciadas por falta de contundencia por Giménez y Barcia; en la tercera, entre Andrés Desábato y Facundo Álvarez salvaron la buena definición del delantero sanjuanino.
En el medio, sin embargo, Independiente había agregado otra de sus frecuentes malas costumbres: quedarse con un futbolista menos. Sergio Barreto ha perdido últimamente su justeza para anticipar, tiende a llegar tarde, y como en cada acción emplea una fuerza desmedida, pega más de la cuenta. En esta ocasión le bajó una plancha a Ricardo Centurión, y Pablo Echenique, con un punto de exageración, le mostró la tarjeta roja.
Barracas, entretanto, mostraba hilachas de fútbol. Las gambetas de Centurión por el medio y Lucas Colitto por cualquiera de las bandas eran los únicos faros –tampoco muy luminosos– para alumbrar un ataque escaso en creatividad.
La superioridad numérica puso aun más en evidencia las falencias ofensivas del local, y sus contadas ocasiones se dieron más producto de errores del rival que de méritos propios. Una desinteligencia entre el arquero Rodrigo Rey y Javier Báez estuvo cerca de ser aprovechada por Alexis Domínguez; un error en el anticipo de Ayrton Costa terminó en un mano a mano que el arquero le ganó a Centurión.
El calor, agregado a la ausencia de un jugador, dio forma al último obstáculo con el que se topó el Rojo. La dupla técnica local fue sumando piezas de ataque y de a poco el Guapo fue encerrando al Rojo en su área. Barracas empujó, pero a esa altura el agotamiento ya nublaba las neuronas y le faltó claridad.
En una tarde sofocante y casi 93 años más tarde, Independiente volvió a la cancha de Barracas. Se llevó un punto que sabe a ni. Sigue sin perder como visitante, sigue sin ganar, y ya van seis fechas consecutivas. Stillitano puede esgrimir que supo aguantar el partido con un jugador menos durante más de una hora. Sus críticos, que la idea de fútbol continúa sin definirse ni aparecer. Nada nuevo en un equipo y un club que en su versión siglo XXI siempre encuentran las mismas piedras para sumar tropiezos.