Estudiantes y Eduardo Domínguez, una necesidad mutua de volver a posicionarse en los primeros planos
El gran déficit en los últimos años, es no poder trasladar esa evolución institucional a un progreso futbolístico; el Pincha hace más de 12 años que no sale campeón y en ese período tampoco disputó una semifinal
Ambos conocen los pergaminos del otro, pero también son conscientes de su actualidad. En ese debate entre pasado glorioso, presente terrenal y futuro incierto, predominó el potencial. Los dirigentes del Pincha saben lo que puede dar el director técnico y el entrenador está convencido de que cuenta con materia prima como para elaborar un equipo competitivo.
Justamente eso –un equipo competitivo– es lo que dejó de ser Estudiantes. Lo curioso es que hay una fecha concreta: 11 de agosto de 2022. También una hora: 23:29. En ese instante, el conjunto platense se quedó afuera de la Copa Libertadores y la no clasificación a semifinales hizo trizas el hechizo Ricardo Zielinski. Si bien su proceso se extendió algunos partidos más, la magia se acabó aquel día contra Athletico Paranaense. Lo que vino después no resultó mejor que las últimas semanas del Ruso: un interinato irregular de Pablo Quatrocchi y una etapa con Balbo que, por inconsistente, duró un suspiro.
"El 2023 recién inicia y queremos logar algo. Lo que ya se logró está en las paredes, en las vitrinas o en un cuadro. No podemos quedarnos con eso, sí en el recuerdo de saber cómo se tiene que trabajar para lograrlo. Tenemos un largo camino por recorrer"
Eduardo Domínguez (DT de Estudiantes)
El desafío de Domínguez pasa por devolverle, a este León herido, la ilusión que se evaporó en tan solo seis fechas de la Liga Profesional. Porque Estudiantes, hace un mes y medio, estaba esperanzado. Los regresos de Santiago Ascacibar y Guido Carrillo, a edades tempranas para lo que marca la dinámica del fútbol doméstico, generaron una expectativa gigantesca. En una época en la que todos los equipos que funcionan reciben un apodo que finaliza con “neta”, en La Plata se comenzó a hablar de “La Balboneta”. Lo llamativo, a pesar de esta moda insulsa, es que el Pincha aún no había debutado.
“Todo lo que juegue Estudiantes lo tiene que hacer para ganar”. La frase que lanzó el ahora exDT, en su presentación, velozmente quedó en el olvido. El conjunto platense, con Balbo, ganó dos encuentro de siete (y esta pobre estadística incluye un triunfo ante un conjunto del Federal A). Domínguez llegó para apagar este incendio y lo hizo a menos de dos semanas de un clásico.
Esta circunstancia, el choque contra Gimnasia del 19 de marzo, no es la principal preocupación del técnico por estas horas. “Todavía falta una eternidad”, aseguró en su primera conferencia de prensa en el Pincha, en la que dejó algunos conceptos interesantes. Sobre sus primeros pasos, afirmó: “Vamos a intentar hacer cosas simples, que no es algo sencillo pero es por donde se empieza”. No está mal: desde aquel de 11 de agosto de 2022, Estudiantes se convirtió en un equipo complejo de entender. Hace meses que no se comprende su plan.
Con respecto a su primer objetivo, explicó: “La intención es encontrar el equipo rápido y una forma que nos guste para sentirnos cómodos. Más allá del esquema, lo que me importa son las características de cada jugador y que puedan complementarse entre sí”. En otras palabras: transformar las buenas individualidades en una estructura confiable.
En relación al club, no vaciló: “Sé del crecimiento que ha tenido. Es lo que se ve desde afuera y lo que observé en mis primeras horas. Llegué a una institución seria, prolija y con aspiraciones”. El gran déficit del Pincha, en los últimos años, es no poder trasladar esa evolución institucional a un progreso futbolístico. Estudiantes hace más de 12 años que no sale campeón y en ese período tampoco disputó una semifinal. Ni siquiera de Copa Argentina, un certamen accesible para arribar a instancias decisivas: cuatro victorias te meten entre los cuatro mejores y el primer compromiso es ante un adversario menor.
Los hinchas valoran las mejoras de la última década en el Country de City Bell, la escuela gratuita para los jugadores que desde 2015 entregó alrededor de 300 títulos secundarios a futbolistas, el coqueto estadio que disfrutan desde 2019, el lanzamiento de la marca deportiva propia en 2022 y el superávit récord del último ejercicio. Lo que piden, desde hace tiempo, es un campeonato.
Para intentar saciar ese deseo desembarcó un DT que supo moldear una utopía hasta volverla realidad. Eduardo Domínguez será, por siempre, el que sacó campeón a Colón. Esa etiqueta, sin embargo, al técnico no lo conforma. Él pretende más. Y, sobre todo, quiere recuperar el rótulo de ganador. La Copa de la Liga Profesional que obtuvo con el Sabalero en 2021 y la Supercopa Uruguaya que consiguió con Nacional en 2019 son recuerdos gratos, pero no suficientes para un entrenador que apenas tiene 44 años. Sobre todo después de su flojo paso por Independiente. Un proceso signado por la irregularidad: diez triunfos, diez derrotas y nueve empates.
“Cuento con un gran plantel, que posee objetivos claros. Me parece que es el puntapié para lograr cosas”, expresó hace algunas horas. Todo lo que dijo pronto quedará atrás. Los resultados avalarán lo discursivo… o no. “Quiero un equipo protagonista, veloz y agresivo”, afirmó Balbo hace un par de meses y Estudiantes no fue protagonista, ni veloz ni agresivo.
El Pincha y Domínguez se necesitaban y ya están juntos. Juntos e ilusionados. Un pacto para relanzarse.