El mismo Boca
El triunfo contra Olimpo, más allá de la fiesta de los chaqueños, fue apenas un paréntesis en la historia. Nada cambió en un equipo que hasta tuvo momentos de sufrimiento contra un rival del Federal A.
No hay crisis que valga en el Interior. Vaya como vaya el equipo, la presencia de Boca es sinónimo de fiesta. Con Chaco, que no veía esta camiseta en vivo desde hace diez años, no hubo excepción. Fue fiesta por el resultado, pero ya se habían visto escenas de locura, más emparentadas con un campeón del mundo que con un plantel que viene cuestionado: gente haciendo la fila diez días antes para conseguir una entrada, cartelito de "agotadas" en una hora, caravana, recibimiento de rock stars. Y ovación para Pipa Benedetto cuando salió, luego de liquidar la historia. ¿Silbidos? ¿Qué silbidos? Otra historia. O en todo caso, un paréntesis en la historia. Porque Boca ganó y pasó de fase. Pero sigue siendo el mismo Boca de hace una semana.
Esta vez, con muchos suplentes, algunos por elección del DT y otros por las circunstancias (convocatoria a selecciones), se hizo lugar para nombres que son recambio habitual como Medina y otros que directamente no aparecen nunca como Valentini, repescado tras su paso por Aldosivi. También hubo cambio de esquema, un 4-4-2 inicial más lógico teniendo en cuenta las deficiencias mostradas por el 4-3-3, sobre todo en los últimos partidos, los que acercaron a Ibarra a la puerta de salida -y lo mantienen allí.
La sensación es que se está perdiendo el tiempo. Que todos estos días desde que Riquelme y el Consejo le bajaron el pulgar al Negro, podrían haber sido aprovechados por un técnico serio, de jerarquía, alguien que pueda guiar al equipo en la Copa Libertadores. El camino elegido es éste, el del anti proyecto, el del partido a partido. A Chaco no le importó, claro. Gritó por Boca. Por sus colores, por su nombre. La crisis pasó de largo, aunque se mantenga en segundo plano, amenazante.