El mismo Boca

El triunfo contra Olimpo, más allá de la fiesta de los chaqueños, fue apenas un paréntesis en la historia. Nada cambió en un equipo que hasta tuvo momentos de sufrimiento contra un rival del Federal A.

Esta vez, con muchos suplentes, algunos por elección del DT y otros por las circunstancias (convocatoria a selecciones), se hizo lugar para nombres que son recambio habitual como Medina y otros que directamente no aparecen nunca como Valentini, repescado tras su paso por Aldosivi. También hubo cambio de esquema, un 4-4-2 inicial más lógico teniendo en cuenta las deficiencias mostradas por el 4-3-3, sobre todo en los últimos partidos, los que acercaron a Ibarra a la puerta de salida -y lo mantienen allí.

A la hora de encontrar una característica en común con otros Boca, hay que decir que los une el espanto. Siempre juega mal. Hubo que esperar más de media hora para ver algo parecido a una situación de gol: fue un desborde de Weigandt que Merentiel reventó a la tribuna. Ni en lo físico se notaba la distancia entre Primera y el Federal A hasta que llegó el golazo de Sández: dos neuronas que se conectaron (el lateral y Pipa limpiando camino en el área), un segundo de electricidad y 1-0 para calmar los nervios, para alejar los fantasmas de una pelota parada en contra donde cualquier cosa era posible. Porque Boca volvió a sufrirlas, queda claro que es un problema que trasciende a los nombres que jueguen. Y Olimpo, sobre todo en el segundo tiempo, estuvo dos o tres veces cerca del empate (incluido un mano a mano que tapó Javi García) y al final metió el 1-2 del suspenso.

¿Y ahora? Ahora nada. No hay cambios en la situación del Negro, a la espera de que le pateen el banquito. Éste era un partido que no se podía perder, pero que no otorga créditos por la victoria. En lo futbolístico, todas las conclusiones son relativas. No era éste el equipo llamado a dar la cara por el Negro, a dar vuelta una historia que no tiene vuelta atrás. Y ojo: lejos estuvo de ser una actuación como para ilusionar mínimamente. Pedir la hora contra Olimpo está lejos de la dignidad.

La sensación es que se está perdiendo el tiempo. Que todos estos días desde que Riquelme y el Consejo le bajaron el pulgar al Negro, podrían haber sido aprovechados por un técnico serio, de jerarquía, alguien que pueda guiar al equipo en la Copa Libertadores. El camino elegido es éste, el del anti proyecto, el del partido a partido. A Chaco no le importó, claro. Gritó por Boca. Por sus colores, por su nombre. La crisis pasó de largo, aunque se mantenga en segundo plano, amenazante.


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