CHAMPIONS (1/8 VUELTA) | BAYERN - PSG / Gloria o drama

El PSG tiene que remontar un 0-1 al Bayern en Múnich si no quiere sumar otro fracaso más en la Champions. Mané esperará su turno en el banquillo.

José Carlos Menzel
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Es hora de cumplir con lo prometido. Cuando Mbappé salte esta noche al terreno de juego del Allianz Arena, tanto aficionados como futbolistas, sobre todo los de rojo, tendrán en mente las palabras del crack parisino después de la derrota por 0-1 de su PSG en el partido de ida. Un periodista alemán quiso saber qué equipo partiría como favorito en la vuelta, a lo que Mbappé, sin pestañear, contestó lo siguiente: “El Paris Saint-Germain, siempre”. Tres semanas después, toca convertir las palabras en hechos para evitar la siguiente debacle del multimillonario proyecto galo sobre el mayor escenario continental.

A diferencia del choque en el Parque de los Príncipes, donde Mbappé, tocado, ingresó en el tramo final de un partido que casi logra empatar él solo, esta noche se presenta en la capital bávara en plenitud física y mental. El killer viene de sumar dos asistencias y cinco goles en sus últimos tres partidos que le convierten en el máximo anotador histórico del cuadro de la capital francesa. Ante la ausencia de Neymar, baja durante el resto de temporada debido a una intervención en el tobillo de su pie derecho, Messi (tres dianas y dos asistencias en sus últimas tres apariciones) será su mejor aliado a la hora de tratar de remontar la eliminatoria ante el ogro muniqués.

El Bayern, por su parte, tratará de jugar sus cartas dentro de un contexto que, a priori, le favorece. Su técnico, Nagelsmann, es consciente de que su rival saldrá mordiendo y buscando ese gol que iguale la eliminatoria, un planteamiento que puede ofrecer espacios para apuntillar a los de Galtier tirando de recuperaciones y transiciones rápidas. La clave desde el lado bávaro pasa por cuidar la espalda de su defensa y, en vez de centrarse en defender a los artistas franceses, ser inteligentes con el balón en los pies y sentenciar cuando se presente la oportunidad. Kimmich, Goretzka y Musiala serán los llamados a reinar en un centro del campo que se antoja clave para el devenir del choque.

Stanisic apunta a un puesto en el once en detrimento del sancionado Pavard y, arriba, Coman, autor del tanto que da ventaja a los suyos (y también del que privó al PSG de su primera Orejona hace cerca de tres años) tratará de rematar al club que le formó como futbolista. Mané, aún cogiendo ritmo después de su lesión de rodilla que le impidió estar en Qatar, no está para 90 minutos, pero puede servir de revulsivo en la segunda parte, siempre y cuando el choque lo pida. Choupo-Moting, heredero de Lewandowski en punta, busca poner a prueba que el campeón galo se equivocó dejándole marchar al Bayern en 2020.

Sadio Mané, durante el entrenamiento de ayer.
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Sadio Mané, durante el entrenamiento de ayer.ANNA SZILAGYIEFE

Hay alicientes de sobra. También con vistas a ambos entrenadores ante el que es, sin duda, el partido más importante desde que aterrizaron en sus respectivos banquillos. El enésimo fracaso de los parisinos en la Champions dejaría muy tocado a Galtier, algo que también ocurriría en la otra esquina, donde Nagelsmann sigue cargando con el peso de la eliminación frente al Villarreal hace un año. Ambos sienten el respaldo de sus clubes ante un cita tan trascendental y después de haber logrado enderezar el rumbo de una nave que, en ambos casos, amenazaba con perder el norte tras el parón mundialista. Eso sí, todas las victorias en Bundesliga o la Copa no valen nada en caso de tropezar en el baile de los grandes de Europa.

Se palpa la tensión. Es un duelo que puede marcar un antes y un después en dos entidades que, a pesar de partir año sí y año también como favoritas a hacerse con la Orejona, se entienden de manera muy diferente. Así lo dejó claro el propio Nagelsmann en la rueda de prensa previa al encuentro, subrayando que, muy a diferencia de un PSG que se pone en manos de Mbappé, él volverá a apostar por lo que históricamente define al Bayern ante la ausencia de petrodólares u otro tipo de inversores forasteros: el colectivo.

Cuando el Bayern ganó, siempre lo hizo tirando del Mia san mia, lema que se traduce en Nosotros somos nosotros y que Thomas Müller describió usando la imagen de un alemán descubriendo su pecho peludo y sudado tras haberse dejado la piel por conseguir ese triunfo al que tanto están acostumbrados en el sur de Alemania. Esta noche volverán a buscarlo. Serán once bávaros contra una bestia. Todos contra uno. Porque, a veces, las promesas sólo son eso: promesas. Palabras al viento.

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