¿Boca tiene claro lo que quiere?

Mas allá de Ibarra, la incógnita es qué tipo de entrenador pretende Riquelme.

Diego Macias, Olé

Boca tiene un desafío que va más allá de los nombres. La continuidad de Ibarra debería estar centrada en cuál es realmente la idea que tienen para el futuro. Si la palabra “proyecto” está vacía de contenido o cuenta con algunas ideas madre, ejes claros de lo que se busca a la hora del desarrollo del fútbol profesional.


Ya no alcanza con decir que el objetivo es ganar campeonatos. Está claro, ninguna planificación está armada con la meta de que te vaya mal, de perder. El tema es que la era Riquelme estuvo más caracterizada por los títulos que por una identidad de juego o una estrategia certera con respecto al desarrollo de los chicos del club. Una cosa es que aparezcan para apagar incendios y otra diferente que se los piense dentro de la estructura principal del equipo de Primera sin apostar a refuerzos de segundo nivel que terminan tapando y demorando la aparición de esos juveniles.

Por ahora, se apeló a entrenadores más permeables. Incluso, los puntos de conflicto con ellos estuvieron tan ligados a ese peso, a esa influencia, que a su trabajo en sí. Ibarra ha sabido tranquilizar un vestuario que, al asumir, era un calvario con peleas incluso en un entretiemo. Levantó al equipo del fondo y lo sacó campeón. Pero, en general, los resultados fueron amortiguando o disimulando un rendimiento por debajo de lo esperado para la calidad de jugadores con los que cuenta. Y ya van varios meses.

Las prestaciones individuales fueron dándole aire pero la falta de trabajo grupal siguió en deuda. Deuda que se hizo más evidente cuando ninguno de esos jugadores pudo rescatarlo a tiempo.

Y más allá de que apremia la llegada de la Libertadores, la decisión sobre el dueño del banco -se quede Ibarra mucho o poco tiempo- siempre estará atada a esa definición general de qué espera Riquelme y compañía de un entrenador. ¿Lo sabe Román?


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