Boca: las dudas de Hugo Ibarra le ganan a las certezas, justo cuando se acerca el tiempo de las definiciones
La incertidumbre crece en el búnker xeneize, antes de Instituto y con la Copa en el horizonte
La última caída frente a Banfield no fue una más. Más allá de la simple ecuación del resultado adverso (0-1) ante el que hasta ese momento era el último de la tabla porque no conocía la victoria, preocupó e indignó la forma: sin caminos futbolísticos claros, la pisada más fuerte y la posición ganada siempre perteneció a los del Sur bonaerense. Con el agregado de que ya venía de igualar sin goles ante un Defensa y Justicia que bien pudo golearlo en el primer tiempo, pero le perdonó la vida en la Bombonera.
Entonces, los pensamientos del entrenador inmediatamente se encerraron en una acción que parecía no tener vuelta atrás: al equipo le urgían modificaciones. Varias y de las pesadas. Definitivamente, Ibarra se dio cuenta de que los niveles individuales, más allá de su gran responsabilidad en el pálido funcionamiento colectivo, necesitan un cimbronazo que exponga una respuesta inmediata en el futbolista xeneize: el orgullo y el despertar o la ratificación de su salida.
Sin embargo, con el correr de los días, aparecieron otros dos factores en el técnico que condicionaron la idea inicial. Cuánta convicción le generaron los que ingresaron y la confusión que absorbe, traslada y potencia el propio Ibarra.
Es que el miércoles, día en el que el formoseño fue trasladado al hospital, Leandro Gracián y Roberto Pompei se hicieron cargo de los trabajos tácticos (de marca) en los que había una pista de lo que podía venirse: Alan Varela y Frank Fabra no estuvieron en la estructura de seis jugadores defensivos. Algo que continuó el jueves, ya con el DT viendo la práctica, con un partido formal en el que el lateral colombiano volvió a la última línea, mantuvo al joven volante afuera y sumó dos nuevas salidas: Luis Advíncula y nada menos que Sebastián Villa.
Ahora bien, la prueba de poner a Ezequiel Fernández como ‘5′ y ejecutar el ingreso de Miguel Merentiel para que hiciera dupla de ataque con Darío Benedetto no conformó al entrenador, incluso, por los rendimientos de otros integrantes del equipo trabajado. Por eso, hay que remarcar dos asteriscos importantes.
El primero tiene que ver con la contradicción con Guillermo Fernández: en el estadio Florencio Sola volvió a dejar en claro que su nivel sigue por el piso y, en efecto, esa noche fue una de las dos primeras modificaciones que decidió Ibarra en el entretiempo, pero -contra las probabilidades- en todos los trabajos de esta semana “Pol” fue el socio inamovible del volante central.
El otro pasa por la actuación de Villa con la pechera suplente: según hacen trascender, gustó mucho su postura de no fastidiarse por verse como relevo y así no dar el brazo a torcer como para lucirse y hacerle saber al cuerpo técnico que no quiere perder el puesto. Eso también esperan desde el banco, por lo que ahora el atacante colombiano no está descartado para jugar desde el inicio ante los cordobeses.
Así las cosas, por el disgusto que sintió el “Negro” al ver una prueba que se esperaba fuera efectiva, el viernes volvió a meter mano. ¿De qué manera? Probando el mismo equipo que viene fastidiando por sus malos partidos, con la excepción de que Advíncula se mantuvo fuera: está citado a la selección peruana (se perderá el encuentro por la Copa Argentina ante Olimpo, en medio de la fecha FIFA) y, como consecuencia, Marcelo Weigandt -su reemplazante- necesita sumar minutos. Además, el peruano está en la lista de aquellos titulares que pueden perder el lugar en cualquier momento.
Entre tantas indecisiones, disconformidades y pruebas, entonces, resulta complejo entender cuál será el once que recibirá a la “Gloria”, algo que se descifrará este sábado con los últimos detalles. Si la semana comenzó con molestias y mucho aroma a la realización de múltiples cambios para motivar a los ingresantes y espabilar a los nombres fuertes que piden a gritos la suplencia, termina con contradicciones y movimientos en exceso. Todo puede causar un mayor desconcierto. ¿Cómo funcionará el equipo que decida? ¿Más confundido o más consciente de que no hay margen de error individual?
De hecho, la gran paradoja aparece apenas una semana atrás. Dos días antes de jugar ante el Taladro, Ibarra afrontó los micrófonos como nunca y se sintió muy seguro de confirmar la formación. Ahora, en Boca parecen tener más dudas que nunca. Justo cuando necesita recuperarse y motivarse hacia la obsesión copera.