River, con un Monumental estelar, un equipo en obras y un Demichelis que promete no hablar de los arbitrajes polémicos
La victoria 2-1 sobre Argentinos dejó varios interrogantes futbolísticos y cuestionamientos al VAR por dos goles no convalidados al Bicho
Un 2-1 que necesitó de la certificación del VAR, con un suspenso que cortó el aliento de los más de 83.000 hinchas, en la última jugada del partido, cuando se cumplía el octavo minuto adicionado. El conciliábulo tecnológico determinó que Heredia estaba en off-side -el ataque finalizó con la definición de Herrera- cuando en la simple repetición televisiva se advirtía que Enzo Díaz habilitaba, estaba en la misma línea. Las minucias del VAR, que convalidó la posición adelantada cobrada por el juez asistente, le puso la firma al triunfo de River. Ya en el primer tiempo había salido favorecido de la tómbola del VAR, con un gol no concedido a Argentinos, marcado por Verón, al que supuestamente se le encontró un tobillo en off-side.
Sobre las controversias, Martín Demichelis evitó cualquier referencia y adelantó que será una postura habitual: “No vi las polémicas. Me van a escuchar poco y nada hablar de las polémicas de los árbitros. No tengo redes sociales, así que lo que se diga en la semana no me llega porque además debe meterme de lleno en preparar el difícil partido contra Tigre”.
as obras del Monumental están más avanzadas que la construcción del nuevo River de Demichelis. Le falta de todo un poco, mientras el triunfo sobre Argentinos le permite ganar tiempo y tranquilidad, en dosis similares.
“Me quedo con una gratísima imagen del Monumental, déjenme premiar el comportamiento de la gente, una gran armonía en el mundo riverplatense, se hicieron sentir en los momentos más difíciles del equipo. Me quedo con el resultado, hay muchas para mejorar. Me quedo con la reacción de los chicos. Las ganas de sacar adelante la situación”, fue el balance de Demichelis.
Lo mejor del partido
El equipo tuvo más voluntad que volumen futbolístico para revertir una desventaja. Es lógico que, tan temprano, este no sea el River definitivo. También cabe imaginar que afuera hay nombres que podrán potenciarlo, darle más envergadura. En esa lista hay que anotar a Mammana, Paulo Díaz, De la Cruz; este domingo volvió a tener minutos Palavecino, que aporta soluciones en varios sectores del mediocampo. Simón es otra alternativa más que válida.
Demichelis había dicho que prefiere hacer cambios en la victoria, antes que en la derrota. Consecuente con esas palabras, mantuvo la misma formación que perdió con Belgrano. La ratificación de confianza del entrenador no se tradujo en una postura reivindicativa del equipo, que en el primer tiempo continuó inmerso en la bruma que lo atrapó en Córdoba.
Para superar a Argentinos y establecer una diferencia hay que jugar bien, de manera sostenida. River estuvo lejos de conseguirlo en esos primeros 45 minutos. El equipo de Milito cubrió bien los espacios, presionó sobre la salida rival, tuvo presencia. Mostró la personalidad que requería la ocasión.
El juego de River fue trabado, confuso, poco fluido. Aliendro se abrió más sobre la izquierda y amplió el radio de acción de Enzo Pérez en la zona central, mientras Nacho Fernández se posicionaba como enganche. Pero a River le faltó justamente eso, enlace, suma de pases.
Salvo en un remate de media de Paradela, Argentinos no pasó mayores sobresaltos. En un partido cerrado y con las líneas muy apretadas, no extrañó que la apertura del marcador fuera con la pelota parada. Torrén ejecutó un tiro libre con la técnica de un N° 10, con la comba justa para el cabezazo cruzado de Kevin Mac Allister.
Un cabezazo de Borja no disipó la espesura del juego de River en la primera etapa. Se imponía una reacción y Demichelis la buscó con un par de variantes. Ingresaron Rojas, recibido por los hinchas con la efusividad por todo lo que lo extrañaron mientras se recuperó de una doble fractura, y Barco, un gambeteador para romper esquemas, a quien Demichelis dijo haberle pedido “disculpas” por no incluirlo de titular.
River encontró el empate rápido, sin necesidad de una mejoría futbolística. Rapallini interpretó como penal una caída de Enzo Pérez, apenas encimado por Ávalos. Borja lo ejecutó fuerte y al medio; minutos después fue reemplazado con una molestia muscular por Rondón. Demichelis comentó que al colombiano se le cargó el isquiotibial izquierdo y que hizo bien en pedir el cambio, para evitar una lesión más grave.
River tuvo otra vivacidad, sin llegar a ser del todo coordinado. Argentinos no se fue del partido, pero quedó muy condicionado por la mano que cruzó Mac Allister para cortar un centro de Barco. Otro penal, que el propio Barco, rebosante de confianza para hacerse cargo, transformó en el 2-1.
La sustitución de Enzo Pérez dejó en evidencia la escasez de River para el puesto de volante central por las graves lesiones de Kranevitter y Zuculini, y con Aliendro reemplazado. Palavecino, jugador polivalente y siempre dispuesto para lo que le ordenen, se ubicó en el círculo central.
Argentinos nunca bajó los brazos, sabía que River no era tan firme como para sostener el 2-1. “Nos falta liberarnos, el fútbol es saber manejar las emociones, faltan rodaje y partidos”, fue el atenuante que expuso Demichelis. En el Monumental se quería apurar el reloj porque el equipo no daba garantías, las incertidumbres eran mayores a las certezas. La victoria llegó envuelta en la polémica hasta el último segundo. El orgullo de los hinchas pasó más por un Monumental estelar que por un equipo prendido por alfileres. Los del VAR.