Racing - Tigre fue un show de goles, aunque sin evitar los efectos del VAR:
Igualaron 2-2 en Avellaneda, en un duelo entretenido; la Academia sigue sin ganar y al Matador le validaron un gol dudoso
Sobre todo los últimos dos choques, ya con Fernando Gago y Diego Martínez como entrenadores, fueron memorables. En julio pasado, por la fecha 11 del campeonato 2022, igualaron 3 a 3 en un partido tan entretenido como cambiante. En noviembre, en la cancha de Huracán, en un desempate para jugar el Trofeo de Campeones ante Boca, el Matador se puso en ventaja por 2 a 0. La Academia lo empató y lo llevó al alargue, donde Gabriel Hauche marcó el 3 a 2 final. Con esa expectativa se cerraba la jornada del domingo en el Cilindro de Avellaneda. Y, otra vez, los equipos de Gago y Martínez estuvieron a la altura. Fue un 2 a 2 que tuvo nervios, algo de fútbol y en el que la victoria pudo haber caído para cualquiera de los dos lados.
Esos antecedentes resultaban una esperanza para Racing, que todavía no había podido gritar gol en lo que va de este torneo, tras el empate inicial 0 a 0 ante Belgrano y la caída ante Argentinos Juniors en la Paternal. Acaso por eso, Paolo Guerrero tenía su aparición en el banco de suplentes, como para funcionar de imán hacia el gol. A los 11 minutos, Maxi Romero barrió con todos esos datos: le puso la cabeza a un centro perfecto de Gabriel Hauche y celebró con furia. Sobre su espalda empezaban a pesar algunas críticas: aunque con un rendimiento aceptable, sólo había gritado tres veces en 25 presentaciones con la camiseta de Racing. Un promedio bajo para un número 9.
La ventaja duró apenas un puñado de minutos para el local. A los 14 minutos se dio una de las polémicas del partido y de la fecha. Gabriel Arias voló y despejó una pelota que ingresaba en el arco después del desvío de Brian Leizza. Luego de unos segundos, Andrés Merlos detuvo el partido por orden del VAR. Cuatro minutos después, desde la cabina ubicada en el predio de la AFA en Ezeiza aseguraron que la pelota había ingresado. En las repeticiones no terminaba de quedar claro eso. Lo seguro era que el partido ya estaba 1 a 1.
Después del golpe en La Paternal, Gago había decidido volver a meter cuatro modificaciones. Otra vez cambiaron los laterales: en el derecho reapareció Facundo Mura y en el izquierdo tuvo su presentación Gabriel Rojas. Pero todas las miradas estaban puestas en el banco de suplentes: era la primera vez que el peruano Guerrero pisaba el Cilindro como jugador de Racing.
El protagonista, sin embargo, fue Maxi Romero. Apenas iniciado el segundo tiempo, Matías Rojas lo dejó cara a cara con Marinelli. Resolvió mal, pero alcanzó a mandar un centro que terminó en el botín derecho de Gabriel Hauche. Definió pifiado el Demonio, pero igual fue el 2 a 1. Cinco minutos después, Romero se volvió a vestir de asistidor en su propia área: un rechazo del ex Vélez terminó en el pecho de Retegui, que marcó el 2 a 2.
Lo mejor del partido
Racing-Tigre ya habían cumplido con la promesa de promedio de gol. Todavía faltaba lo mejor. Gago y Martínez movieron los bancos. A la cancha Aaron Molinas, del lado del Matador. Al rato en la Academia ingresaron Johan Carbonero y Edwin Cardona. El partido se puso de potrero. Ataque contra ataque. No había manera de saber para qué lado iba a caer el resultado, pero cada avance tenía olor a gol de alguno de los dos equipos.
A los 38 minutos del segundo tiempo, Paolo Guerrero se sacó la pechera de suplente. Se levantó la platea del Cilindro. A los 41 minutos ingresó con la número 22. Amagó con una presentación estelar el peruano: giró rápido en el área y sacó una media vuelta que venció a Marinelli. Pero el cuento de hadas se cortó pronto porque el ex Bayern Munich la había bajado con la mano. De todos modos, pareció una buena muestra de la vigencia del peruano, que no entró más en juego.
Más allá de las amenazas, el gol que podía definir el partido nunca llegó. Fue 2 a 2. La impotencia quedó sobrevolando en el Cilindro. Las tres fechas de torneo sin poder ganar pesan sobre Racing, que descargó su bronca contra Merlos. La Academia todavía parece un equipo que busca su identidad. Y la falta de triunfos da menos tranquilidad para esa búsqueda.