Pedri comanda la escapada
El Barça gana en La Cerámica con un recital del canario, que marcó un golazo y una exhibición defensiva de un Araújo portentoso. El Barça ya le mete +11 al Madrid.
Ya explicó Xavi en la rueda de prensa previa al partido que la clave del encuentro entre dos equipos como el Villarreal y el Barça que necesitan la pelota para sentirse a gusto estaría más en el juego sin el balón que con él. La intensidad en los duelos en los que ya no cuenta la técnica sino la fe y llevarse el balón ante el rival era lo que, a igualdad de toque, podía decidir el partido.
El duelo, en fin, se iba a decidir más en el juego del pañuelo que en el de guardar el balón. En esta especialidad, ambos equipos tenían piezas con técnica sobrada. En lo primero, que es ese juego de patio de colegio en el que dos contendientes han de luchar por ir a buscar el pañuelo que está a mitad de su camino, el Barça se impuso claramente en el inicio del duelo.
Si la cuestión estaba en ver cuál de los dos equipos hacía mejor el trabajo que menos le gusta hacer, el Barça supo sufrir más.
El trabajo barcelonista en la recuperación estuvo a punto de dar su fruto nada más empezar el partido, pero el regalo de Pedri a Lewandowski en forma de pase tras recuperar el balón se topó con Pepe Reina, que 20 minutos después volvió a conjurar una acción del polaco.
Pero el veterano portero del Villarreal no pudo hacer nada cuando el Barcelona aceleró el ritmo del juego de manera vertiginosa tras una recuperación de balón de Koundé, que Gavi ordenó para habilitar a Raphinha, quien en un decir Jesús toco para Lewandowski que ya combinó con Pedri a una velocidad imposible de detectar para la defensa local. El canario, con la calma que le había faltado al goleador blaugrana, envió el balón a la red ante la impotencia del portero madrileño.
El gol no cambió el escenario del partido, lo que lo cambió fue la lesión de Coquelin, que a diez minutos del descanso se tuvo que ir en camilla y obligó a Setién a cambiar su esquema de cuatro centrocampistas. Ingreso en el campo Chukwueze, que en cinco minutos ya logró una amarilla para Araújo.
El Barça, inseguro, necesitaba resetearse ante el nuevo dibujo de Setién y llegó al descanso con ventaja gracias a que Morales en el último minuto del primer acto devolvió el regalo de Lewandowski al fallar un uno contra uno ante Ter Stegen.
El factor Chukwueze cambió el decorado del partido, que pasó a vivir en el alambre. La acción pasó a estar tan cerca de que el Barça cerrara el partido como de que el Villarreal marcara el empate.
En este estado de cosas se notaron las ausencias y las presencias. En las ausencias, el Barça echaba de menos a Busquets para matar el partido y dormirlo. En los locales, la falta de Gerard Moreno pesaba tremendamente cada vez que no se culminaban las aproximaciones.
En cuanto las presencias, el Barça sobrevivía gracias a un Pedri majestuoso y a un Araújo que era un gigante en las correcciones en defensa. Mucho se habla de Ter Stegen, que sigue a estas alturas de curso con siete goles encajados, pero sin el uruguayo, que ha encontrado en Christensen un socio perfecto, los guarismos en defensa no serían tan espectaculares.
El Villarreal nunca dejó de intentarlo y Chukwueze marcó en fuera de juego (de Pino) en el 90′. pero este Barça sabe sufrir. Puede que no cierre los partidos, pero los defiende con uñas y dientes.