MUNDIAL DE CLUBES | REAL MADRID 5 - AL HILAL 3 / El mundo es de Vinicius

El brasileño, con dos goles, una asistencia y una actuación estelar, lleva al Madrid a su octavo título universal. Festival ofensivo y verbena defensiva de los blancos. Valverde también hizo doblete.

Luis Nieto
As
El Madrid no falla cuando el mundo le mira. Ese sentido de la responsabilidad en las grandes citas ha llenado de copas su museo. Sucedió también en Rabat, donde en pleno invierno ha vivido una primavera árabe. Eso es el Mundial de Clubes: el Tourmalet estaba en París y esto consistía en no fallar en el descenso. No lo hizo. Apoyado en sus generales y en un Vinicius iluminadísimo, liquidó al Al Hilal en un partido con más goles que juego ante la escandalosa dimisión de las dos defensas. El fútbol aún se juega en dos universos y este se le queda muy cortó al Madrid, ocho veces ya campeón mundial.

En las grandes noches, Carlo Ancelotti rebobina y acaba en lo bueno conocido frente a lo bueno por conocer. Nunca es fácil bajarse de un equipo multicampeón. O al menos bajarse del todo. Así que, cogido con pinzas, con un solo entrenamiento en Marruecos, en una temporada en que no ha podido enlazar una racha de más de siete partidos, jugó Benzema, al que el técnico le aseguró la renovación en la víspera. Medio Balón de Oro sigue siendo de oro. Y con él, la antología de los clásicos: Carvajal, Alaba, Modric, Kroos... Todos conocieron tiempos mejores, pero el italiano cree que, en pequeñas dosis, siguen siendo insuperables.

El Al Hilal se siente un grande incluso fuera de su territorio: le apetecen la pelota, recuperar pronto y cerca del marco adversario y el fútbol combinativo. Lo esperado en un equipo de Ramón Díaz, menottista confeso. Eligió esta vez la versión más conservadora de su dibujo, el 4-2-3-1, con Vietto de mediapunta y Marega, que es naturaleza salvaje, por delante. Ahí, en ataque, es donde ha puesto todo el dinero, eso sí, en estrellas de segunda mano. Para tener de las otras hay que comprarse un club en Europa, que también se ha hecho costumbre.

Estirón y descuido

Atrás, en cambio, el equipo sigue siendo de clase turista, mal negocio si el Madrid se pone en modo final. Modric y Kroos tomaron el partido y el resto vino rodado. Carvajal fue el lateral repetitivo de los mejores días. Camavinga se soltó en ataque ante la falta de preocupaciones en defensa y el trío de ataque vivió una noche de recreo. El Madrid fue abrumadoramente superior también en el terreno de la intensidad. Ganó los balones divididos y las segundas jugadas. En apenas 18 minutos tenía el partido en la mano.

Vinicius abrió así el marcador.
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Vinicius abrió así el marcador.ANDREW BOYERSAction Images via Reuters

El primer gol exigió de todo el ataque. Empezó Valverde, Benzema le abrió paso a Vinicius y este superó a Al Mayouf con un remate manifiestamente mejorable. Cinco minutos después el propio Valverde enganchó un disparo raso en el área que pasó entre las piernas de Abdulhayi para confundir al meta del Al Hilal. El Mundial de Clubes es un revitalizante natural para el uruguayo. Dos goles en un pestañeo y medio título en la mochila. El partido era un spa en el que todos querían divertirse, ambiente perfecto para un descuido. Y llegó. Un pase en profundidad de Kanno plantó ante Lunin a Marega, que marcó de tiro raso. Vale lo mismo que para el tanto de Vinicius. El disparo no estará entre sus cincuenta mejores definiciones, pero Lunin se fue al suelo una décimas de segundo tarde.

Con el 2-1 asomaron las primeras nubes. El Madrid frenó ese impulso inicial y el Al Hilal descubrió un pasillo no vigilado entre Alaba y Camavinga. Por ahí buscó algún contragolpe inconcluso. En cualquier caso, el equipo de Ramón Díaz llegó al final de la primera parte acostado en su área y, en cierto modo, feliz con el marcador pese a la derrota. El asunto aún no era irremediable.

Tras el descanso el partido era otro pero el Madrid, el mismo, un equipo que a falta de otras razones, saca la pegada. También está en su ADN. Donde no llega la excelencia lo hace la eficiencia.

Lluvia de goles

Un gol de Benzema lo aclaró todo. Se lo había ganado el francés, delantero latifundista que se movió mucho por todo el frente de ataque, pero se lo regaló Vinicius, que esperó el momento preciso para enviar un centro con el exterior de su pie derecho al que Benzema solo tuvo que ponerle firma.

Benzema celebró así su gol.
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Benzema celebró así su gol.SUSANA VERAREUTERS

Un tanto oportuno en un momento en que el encuentro se amodorraba y el punto final a un partido de tremenda desigualdad. El Hilal había empezado a decolorarse definitivamente cuando desde la otra banda le llegó el cuarto mazazo. Se alargó Carvajal por su banda y le acompañó Valverde, que recibió y ejecutó. La octava estaba en el bote. Y la cabeza de Ancelotti, en el Elche. Esa es enfermedad de ricos: el calendario no deja tiempo para el disfrute.

Se marchó Benzema entre vítores y Tchouameni tocado y entraron Rodrygo y Ceballos, que ha pasado de suplente profundo a primer cambio. Quién sabe si será suficiente para pactar una renovación. Mientras el Madrid recalculaba el dibujo marcó Vietto por ese agujero abierto entre Alaba y Camavinga, ángulo muerto que merece corrección. Lo remedió Vinicius, que se entrometió en un autopase de Ceballos para firmar el doblete.

Valverde, en el momento de marcar su segundo gol.
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Valverde, en el momento de marcar su segundo gol.KHALED DESOUKIAFP

Ancelotti repartió premios (Nacho, Asensio, Vallejo) en un partido que ya era una verbena. Lo demostró el tercer gol del Al Hilal y que Marega perdonara el cuarto. Rüdiger y Vallejo salieron en las dos fotos. El partido, para entonces, ya lo había decidido Vinicius. Lo disfrutó a lo grande, baile incluido. Sabe que mañana vuelve a Vietnam.

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