Muertes, destrucción, armas y crímenes de guerra: los impactantes números del año de la invasión de Putin a Ucrania

El 24 de febrero de 2022, el presidente ruso ordenó bombardear el país vecino. Lo que siguió después es un drama con consecuencias devastadoras

Putin aspiraba a emprender una invasión corta y efectiva. Por ese entonces, la diferencia entre el poderío militar de Rusia y el de Ucrania era abismal. Además de ser la segunda potencia militar mundial, Moscú superaba con creces a las fuerzas ucranianas tanto en número de efectivos, como en cantidad y calidad de armamento. Eso hacía prever al ex agente de la KGB que su incursión en el país vecino duraría apenas unas semanas -tal vez unos pocos meses-.

Pero sus cálculos le fallaron. El mandatario ruso no tuvo en cuenta el enorme espíritu de lucha que afloraría en los militares -y civiles- ucranianos. Tampoco imaginó la contundente asistencia militar, financiera y humanitaria que recibiría Kiev por parte de la comunidad internacional.

Este viernes 24 de febrero se cumple un año del inicio de la guerra. En estos 12 meses de conflicto bélico, Putin no logró sus objetivos y cada vez se le presentan más obstáculos en su intento de derrocar al presidente Volodimir Zelensky y, en su lugar, instalar un gobierno satélite de Rusia.

La brutal invasión rusa lo único que dejó fueron miles de muertos, millones de refugiados y desplazados, y destrucción.

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Según la Oficina de Derechos Humanos de la ONU, desde el comienzo de la guerra murieron en Ucrania 7.110 civiles y otros 11.547 han resultado heridos. Sin embargo, se cree que el número real de víctimas es “considerablemente mayor”.

Asimismo, el éxodo de ucranianos fue el más rápido y el más grande en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. De acuerdo a datos actualizados por ACNUR hasta el pasado 31 de enero, 18.136.866 personas abandonaron el territorio ucraniano. Es decir, más del 44,2% de la población -estimada en casi 41 millones en 2021-. Los principales países receptores de refugiados son Polonia (9.329.169); Hungría (2.151.419); Rumania (1.903.853); Eslovaquia (1.127.957); Moldavia (755.368) y Bielorrusia (16.705).

Cerca de 3 millones fueron a Rusia. No obstante, muchos de ellos, según denuncia Ucrania, fueron enviados contra su voluntad por las tropas invasoras. Kiev sostiene, además, que más de 14.000 niños ucranianos fueron obligados a ser adoptados en Rusia.

La cifra de desplazados internos, en tanto, se ubica en torno a los 5,3 millones.

El pasado 1 de febrero, el Fiscal General de Ucrania, Andriy Kostin, informó que las autoridades regionales han registrado más de 65.000 crímenes de guerra perpetrados por las tropas rusas. Esa cifra, no obstante, se estima que es ampliamente mayor.

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Violaciones, torturas, bombardeos a hospitales, secuestro de niños y el riesgo de un desastre nuclear, son algunos de los tantos crímenes de guerra cometidos por las fuerzas de Putin en Ucrania.

El pasado mes de diciembre, la Misión de Monitoreo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ucrania (HRMMU, por sus siglas en inglés) informó que, entre el 24 de febrero y el 21 de octubre, había documentado 86 casos de violencia sexual, la mayoría perpetrados por fuerzas rusas, entre ellos violaciones, violaciones en grupo, desnudez forzada y desnudez forzada en público en diversas regiones del país y en un centro penitenciario de Rusia. Las mujeres, incluidas las de más edad, y las niñas constituían la mayoría de las víctimas denunciadas.

Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó de más de 700 ataques contra instalaciones sanitarias, personal y vehículos de transporte, en los que murieron y resultaron heridas más de 200 personas. Hasta el 29 de noviembre del año pasado, el Ministerio de Sanidad informó de que “144 objetos de infraestructura médica” destruidos y otros 1013 dañados.

Las tropas de Putin también dañaron y destruyeron instalaciones educativas. Según un informe de situación de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU, el Ministerio de Educación y Ciencia ucraniano informó que más de 300 centros educativos fueron destruidos desde que comenzó la guerra.

Entre viviendas, escuelas y hospitales, más de 75.000 edificios quedaron reducidos a escombros, según detalló Kostin. Entre febrero y julio del año pasado, Human Rights Watch documentó el uso de municiones de racimo en al menos 10 de las 24 regiones de Ucrania, entre ellas Chernihiv, Kharkiv, Mykolaiv y Donetsk.

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Desde el inicio de la invasión, Putin insinuó en más de una oportunidad la posibilidad de realizar ataques con bombas nucleares, lo que provocó una gran preocupación a nivel mundial. Si bien hasta el momento no utilizaron ese armamento, las tropas rusas tomaron el control de las principales centrales nucleares de Ucrania, como la de Zaporiyia, la más grande de Europa. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha intentado mediar para evitar una catástrofe nuclear en esa zona.

En estos 12 meses de guerra, se estima que los países extranjeros y las organizaciones internacionales -con EEUU y los países de la OTAN a la cabeza- enviaron a Kiev ayuda por valor de más de 150.800 millones de dólares, entre asistencia militar, humanitaria y financiera.

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En el área militar, el mayor contribuyente es Estados Unidos, con 29.300 millones de dólares. Le siguen la Unión Europea (12.000 millones), Alemania (3.000 millones), Reino Unido (2.600 millones), Canadá (1.300 millones) y Australia (250 millones).

Desde el comienzo y hasta el día de hoy, el presidente Zelensky remarcó la importancia del envío de armamento para contrarrestar las ofensivas de las tropas rusas. Recientemente Alemania y Estados Unidos aprobaron el envío de los tanques Leopard 2 y Abrams, muy solicitados por Kiev, que serán entregados en las próximas semanas. Sin embargo, en estos meses Occidente aportó otros vehículos de combate como Stryker (EEUU), Bradley (EEUU), Challenger 2 (Reino Unido), Marder (Alemania), y AMX 10-RC (Francia). Polonia y República Checa también entregaron más de 200 T-72M1.

Los principales drones que utilizan las fuerzas ucranianas son los Switchblade (EEUU) y los Bayraktar TB2 (Turquía).

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Entre los sistemas de defensas aéreas, en tanto, se destacan los S-300 (Eslovaquia), Patriot (EEUU, Alemania y Holanda), y los MANPADS STARStreak (Reino Unido).

Asimismo, las fuerzas locales también recibieron miles de misiles antitanque NLAW (Reino Unido) y Javelin (EEUU). Mientras que los principales lanzacohetes provistos por Occidente son los Himars (EEUU), MLRS (Reino Unido), y los Stinger (EEUU y Alemania).

El suministro de armamento de Occidente resultó vital para la campaña defensiva de las tropas ucranianas. De acuerdo a datos del Ministerio de Defensa ucraniano, la cifra de soldados rusos caídos -entre muertos y heridos- ya superó la barrera de los 100.000.

La cifra exacta reportada por el ministerio de Defensa ucraniano es de 141.260 soldados rusos caídos. Pero la lista de pérdidas del Ejército ruso también incluye la destrucción de 6.520 tanques APV, 5.187 vehículos blindados, 2.322 sistemas de artillería, 2.013 drones, 871 misiles crucero, 467 lanzacohetes, 298 aviones de combate, 287 helicópteros, 241 sistemas de defensa antiaéreos, 221 equipamientos especiales, y 18 barcos.

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Además de la asistencia militar, económica y humanitaria, las potencias occidentales también aplicaron fuertes sanciones para aislar al régimen de Putin. Australia, Canadá, la Unión Europea (UE), Francia, Japón, Suiza, el Reino Unido y Estados Unidos impusieron las sanciones primero por el reconocimiento por parte de Rusia de las repúblicas populares separatistas de Donetsk y Lugansk, y después por la invasión a Ucrania. Desde entonces, se aplicaron sanciones contra 8.984 individuos, 1.811 entidades, 92 embarcaciones, y 14 aviones.

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