LIVERPOOL-REAL MADRID / Un Madrid para la historia
El equipo blanco le hace una manita al Liverpool en un partido que perdía por 2-0 en el minuto 14. Exhibición de Vinicius, con doblete, y Modric.
El fútbol no tiene memoria, pero a Ancelotti le sobra. Más allá de su punto de forma, cree imprescindibles los jugadores que le traen buenos recuerdos (y mejores títulos), más al pie de las grandes citas. Por eso metió en un avión a Kroos camino de Liverpool. Tenerle a su lado en el banquillo, aun convaleciente de una gastroenteritis, le confortaba. Y por eso puso a Rodrygo, que está por delante del Ceballos en la línea de sucesión, en la banda derecha. De los tres puntos del frente de ataque es en el que más le cuesta.
Una decisión de riesgo ante un equipo que aprieta y un estadio que muerde. El Liverpool fue al grano. Se tiró a por Camavinga, que aún estudia para mediocentro, y a por cualquiera que iniciase la salida desde atrás. Tenía en la cabeza la final de París y el agujero negro del Bernabéu que se ha tragado a tantos por no resolver en casa. El plan le salió bien al comienzo. Con el Madrid aturdido por aquella turba roja, Salah metió un pase diagonal desde la derecha y el taconazo de Darwin Núñez, duda hasta última hora, cogió a contrapié a Courtois. Una obra faraónica ejecutada con sencillez.
El susto...
Al Madrid se le abría un enorme boquete en la izquierda. Salah pasaba por encima de Alaba y nadie ayudaba al austriaco. Uno contra uno es imparable y el Madrid no supo advertirlo. El panorama se oscureció aún más con un error inexplicable de Courtois. Recibió una cesión de Carvajal, medio comprometida, paró el balón con el pecho, se atarugó y le regaló el segundo tanto a Salah. Courtois transformado en Karius y el Madrid, que defendía extraordinariamente mal, en la lona. Una amenaza de chorreo después de solo un cuarto de hora de juego. Un ritmo de rock en la cuna del pop.
Por suerte para el Madrid, el Liverpool cambia a peor de un área a otra. No se tomó en serio a Vinicius en su primera aproximación y el brasileño, que día a día amplía su muestrario, aplicó un remate preciso cruzado que superó a Allison. Futbolistas como él (y como Salah) viven al margen de los partidos. Deciden sin contar con el resto. Caminan solos.
El tanto fue un salvavidas para el Madrid, que había perdido a Alaba por lesión, y un factor de equilibrio para el encuentro, que empezó a ir y venir. Militao le quitó un gol casi sobre la línea a Darwin Núñez y Alisson otro a Vinicius, que repitió tiro pero esta vez pilló prevenido a su compatriota. El primer partido de la eliminatoria con el desgarro del segundo, como si no existiera la vuelta en el Bernabéu. Y con el azar como factor corrector. Porque Allison calcó la jaimitada de Courtois ante una cesión de Joe Gómez. Vinicius intuyó el despeje y empató de rebote. Karius seguía ahí y el 20 blanco se iba al descanso con dos goles del catálogo de Benzema, al que está cubriendo en esta travesía en el desierto. Aún tuvo tiempo Vinicius de regalarle el tercero a Rodrygo. Robertson llegó a tiempo de evitarlo sobre la bocina en un partido sin precauciones ni defensas. Una juerga que no interrumpió ni el intermedio. Porque el Madrid le dio la vuelta al asunto con una picardía de Modric, que picó una falta lateral a media altura para que Militao, que llegaba lanzado, metiera su cabeza en el primer palo. Un movimiento relámpago ante una zaga de papel.
...Y la remontada
El Liverpool no perdió el humor, volvió al asalto y forzó un penalti de Carvajal a Darwin Núñez que Kovacs no pitó. Era la noche del Madrid, envuelto en ese manto mágico de la Champions que lo hace todo posible, incluso que un remate de hojalata de Benzema acabe siendo de oro tras golpear el pie suicida de Joe Gómez. El Madrid, con ese cuarto gol, se convertía en la peor pesadilla de la historia de Anfield. Con el quinto, Benzema se disculpaba del churro anterior. Lo preparó Modric, con una arrancada de juvenil, abrió a Vinicius y este colocó a Benzema frente a Alisson; lo sentó y marcó a puerta vacía. El croata no tiene fin y el club debería anotarlo.
Para entonces había desaparecido Salah bajo la sombra de Nacho. Hasta de los percances el Madrid sacaba provecho. No hay color ahora entre el canterano y Alaba.
Como Anfield no admite rendiciones, el Liverpool mantuvo su digna acometida hasta el final, pero el boquete en su historia ya estaba abierto por el mejor de siempre. A Amancio, que lideró un Madrid menos glorioso, le hubiera encantado verlo. Y jugarlo, porque en este equipo también tendría sitio.