La radiografía de Boca: una tribuna vacía, un equipo sin contenido y Chiquito Romero en versión Rossi para el penal
El 0-0 ante Central Córdoba lo mostró como un equipo que fue de mayor a menor; le faltó efectividad en el primer tiempo, luego se desordenó, fue confuso y lo salvó el arquero
No dejó buenas sensaciones Boca en el final. Un 0-0 gris. Volvió a la imagen de equipo disperso, sin un libreto, atropellado. Que ataca a ciegas y tampoco tiene los ojos bien abiertos para evitar sobresaltos en defensa.
Terminó con un doble 9, con el ingreso en los últimos 20 minutos del debutante Miguel Merentiel para acompañar a Orsini. “Es trabajo mío que Miguel se puede insertar lo más rápido posible con el grupo”, expresó Hugo Ibarra. También apostó a que Exequiel Zeballos recupere la chispa que tenía antes de la grave lesión. Un 4-2-4 que derivó en una super población ofensiva sin un guión ni criterio.
Ibarra respaldó a la formación titular que venció a Atlético Tucumán en el debut, con el único retoque del ingreso de Fabra, de regreso del seleccionado de Colombia. Es evidente que a través de la continuidad concedida a un grupo de jugadores, el entrenador busca estabilizar un rendimiento. También definir un estilo que en más de una oportunidad parece difuminado, más dependiente de algún destello individual.
Central Córdoba era una oposición de mediana exigencia, no solo por el potencial de cada plantel, sino porque Madelón todavía está acomodando el fuerte recambio, con 18 nombres nuevos.
No se había jugado un minuto cuando ya se vislumbró cuál iba a ser la principal vía de ataque: la aceleración, los desbordes y los enganches de Sebastián Villa. En los pies del colombiano estuvieron las mejores ocasiones, sobre todo cuando fue bien asistido por Óscar Romero.
Lo más destacado de Boca 0 - Central Córdoba 0
El lateral Blasi sufría con Villa, no encontraba la manera de frenarlo; necesitaba de un compañero para redoblar la marca. El dominio y el control de Boca debían pasar a la siguiente fase, la de la contundencia, la eficacia. Central Córdoba resistía con cierto orden, llevaba adelante su plan conservador.
Desde marzo pasado que Orsini no era titular en dos partidos seguidos. Es uno de delanteros que está en deuda desde que llegó. Se preparó para que en esta versión 2023 se lo viera atlético, fornido y potente, participativo para pivotear de espaldas y punzante para apuntar al corazón del área. Un despliegue y compromiso que no coronó con el gol. Lo tuvo a los 15 minutos, cuando Ledesma le tapó una definición. Necesitado de la confianza que dan los goles, más en su caso, por ser un delantero que todavía no dio todo lo que se esperaba de él, Orsini se fue un poco del partido desde que falló la ocasión. En uno de los palcos estaba de espectador Darío Benedetto, a quien todavía le quedan por cumplir dos fechas de suspensión.
A medida que Boca no aprovechaba los momentos favorables, Central Córdoba se animó un poco, el desarrollo dejó de ser unidireccional. Exigió a Chiquito Romero con algún centro cruzado, un cabezazo de Pereyra y un remate de media distancia de Benítez.
Hasta que se acabó la primera etapa, la llave ofensiva de Boca siguió siendo Villa, un puñal para el sector izquierdo de los santiagueños. Pero las insinuaciones de Boca adolecían de concreción. Falta de pegada, un rodeo ofensivo sin eficacia.
No haberse puesto en ventaja tuvo su costo para Boca, porque en el segundo tiempo se fue dejando llevar por la ansiedad y el desorden. No solo resignó claridad y capacidad de asociación para llegar hasta el área rival, sino que dejó espacios y cometió desatenciones que el laborioso Central Córdoba usufructuó para contraatacar.
Obnubilado en ataque, Boca se desprotegió en una rápida salida visitante, armada por Kalinski y continuada por una asistencia cruzada de Torres a Castelli, derribado en la entrada al área por la desesperada salida de Chiquito Romero. Clarísimo penal y amonestación para el arquero.
En su segundo partido oficial, el arquero dio otro paso para ganarse el reconocimiento de los hinchas, en un puesto que estaba en las manos afianzadas de Agustín Rossi. Romero vino a decir que de las suyas también pueden esperarse atajadas. Estudió con la mirada al ejecutante Castelli y acertó al arrojarse hacia su derecha; entre la mano y el pie izquierdos atajó el penal. La fuerza del remate le produjo un dolor en el codo izquierdo que lo acompañó hasta el final. Fue el undécimo penal que contiene -el último había sido en 2017- de los 31 que le patearon en su carrera, sin contar las definiciones, entre las que tiene una lugar preferencial la semifinal contra Países Bajos del Mundial 2014. La noche en que Javier Mascherano lo arengó: “Hoy te convertís en héroe”.
Luego del encuentro hizo una especie de autocrítica sobre la jugada en que cometió penal: “Si anticipaba un segundo antes la salida hubiera llegado a cortar la jugada. Pero bueno, mala suerte, cometí penal, no me quedó otra, y me comí una amarilla. Por suerte pude ayudar a mis compañeros con la atajada. Habíamos visto con Gayoso (entrenador de arqueros), García y Brey (arqueros suplentes) cómo pateaba (por Castelli). Por suerte salió bien”.
A los 35 años, con una trayectoria que incluye 15 temporadas en el fútbol europeo, Romero no se siente afectado por la desconfianza sobre su nivel a partir de la falta de continuidad por las lesiones: “Yo siento apoyo desde el primer día. Las sensaciones son únicas. Tener los hinchas detrás del arco, explotar como explotaron cuando se sancionó el penal. Se levantaron y empezaron a meter presión. Y después del penal, más todavía. No es fácil para los rivales venir a la Bombonera”.
Ibarra avaló a Romero: “No puedo hablar de los cuestionamientos que recibió, es un grandísimo arquero. Hoy lo demostró en un momento difícil. Yo lo veo cada día mejor”.
Ni siquiera el penal atajado fue un estímulo para que Boca saliera de su aturdimiento. Ante la falta de respuestas, llamó la atención que Ibarra no mandara a la cancha a Luca Langoni, el juvenil que fue un revulsivo en el sprint rumbo al título de la anterior Liga Profesional. “Obviamente que estamos muy felices por todo lo que nos dio Luca el año pasado, pero lo vamos a llevar despacio. Yo quería recuperar algunos jugadores, fue una pretemporada dura. Luca necesita espacios para jugar, no es fácil contra rivales que se defienden con dos líneas de cuatro. Va a tener su oportunidad, es un jugador tremendo. De a poco, hay que tener tranquilidad, es un año con muchas competencias.”
Quedaban más de 25 minutos para revertir la desdibujada imagen. Lo único que hizo fue ir al choque, colgar centros. Si se levantaba la vista, se veía una tercera bandeja despoblada. Si se la bajaba al campo, la postal no era mejor. Este Boca no habilita a la ilusión.