Futbolistas que se van en condición de libres: cuando la cuerda se tensa, se corta y todos pierden
Es cada vez más frecuente la salida o la chance de salir de jugadores que no resuelven su vínculo contractual con los clubes
A saber, Boca es un caso paradigmático en los últimos tiempos, ya que desde la llegada de la dirigencia encabezada por Jorge Ameal y Juan Román Riquelme se han repetido los desencuentros con futbolistas de jerarquía que se terminaron yendo por la puerta de atrás. El último de ellos fue Agustín Rossi, que luego de varias idas y venidas, reuniones sin resultados favorables para ninguna de las partes y un precontrato firmado por el arquero con Flamengo para sumarse a mitad de año, se terminó bajando del avión que traía a Boca de jugar la Supercopa Internacional en Abu Dhabi para firmar un préstamo exprés con el Al Nasser de Cristiano Ronaldo y Gonzalo Martínez con la misión de reemplazar por lesión al colombiano David Ospina. Novedoso desenlace que sin dudas descomprimió una incómoda convivencia. Pero antes, al Xeneize se le fueron otros jugadores de mucho peso, entre ellos, varios que ganaron títulos locales y uno que luego fue campeón del mundo.
Nahuel Molina, lateral derecho de la Selección Argentina que se coronó en Qatar 2022 y hoy forma parte del Atlético de Madrid de Diego Simeone, regresó a Boca a comienzos de 2020 luego de estar cedido en Defensa y Justicia y Rosario Central. A la hora de la renovación de su contrato, el Consejo de Fútbol comenzó a patentar un estilo de negociación y el nacido en Embalse terminó entrenándose solo hasta caducar su vínculo con el Xeneize. Ya con el pase en su poder, se convirtió en jugador de Udinese de Italia, donde explotó todas sus condiciones hasta ser transferido al Colchonero. Otro caso fue el de Julio Buffarini, el defensor que llegó a Boca con la gestión de Daniel Angelici, ganó títulos locales y fue finalista de la Copa Libertadores 2018 ante River. Tras rechazar tres ofertas de renovación, se fue con el pase en su poder y arregló su incorporación al Huesca del ascenso español, aunque no logró continuidad y fue cedido al Cartagena de ese mismo país antes de concretar su regreso a Talleres de Córdoba. Emmanuel Mas, compañero de Buffarini en San Lorenzo y hoy jugador de Estudiantes, se fue del Xeneize tras no renovar su contrato y recaló en el Orlando City de Estados Unidos. Cristian Pavón, que disputó el Mundial de Rusia 2018 con la Selección Argentina y llegó a tener una cláusula de recisión por 50 millones de dólares, terminó colgado en su último semestre en Boca por no haber llegado a un acuerdo de renovación y partió libre hacia Atlético Mineiro de Brasil. Eduardo Salvio, otro internacional de jerarquía con pasado en Atlético de Madrid y Benfica que había llegado con la anterior gestión para cumplir su sueño de vestir la azul y oro, no llegó a rubricar un nuevo vínculo con Boca y partió a Pumas de México. Con contrato vigente, pero en conflicto y separado del plantel por diferencias con el Consejo, emigró al Sporting de Gijón de España el antiguo capitán Carlos Izquierdoz.
En River hubo muchos éxitos en los últimos años, pero también desencuentros contractuales que provocaron el éxodo de varios futbolistas con el pase en su poder. La lista es extensa, pero cabe recordar que entre las bajas más importantes en condición de libres figuran Carlos Sánchez, que se fue al Monterrey de México; Ariel Rojas, a Cruz Azul; Leonel Vangioni, a Milan; Camilo Mayada, a San Luis de México; Rafael Santos Borré, a Eintracht Frankfurt; y Juan Fernando Quintero, a Junior de Barranquilla. Con sus matices en esas negociaciones sin éxito, todos ellos conservan el cariño y gratitud del hincha y de la dirigencia, aunque desde la llegada de Jorge Brito a la presidencia en lugar de Rodolfo D’Onofrio se optó por una medida más drástica con aquellos que no firmen su renovación. Pasó con Fabrizio Angileri y Benjamín Rollheiser, quienes ya no fueron tenidos en cuenta en sus últimos semestres y con el pase en su poder partieron a Getafe y Estudiantes, respectivamente.
Boca y River tienen espalda y caja como para disimular mucho mejor sus bajas, a diferencia de los otros tres grandes: Racing aun no logró firmar la renovación de una pieza importante, el talento paraguayo Matías Rojas, a quien se le vence su vínculo el 30 de junio. Sin embargo, Fernando Gago entiende que no puede darse el lujo de no utilizarlo. “No me preocupa para nada la situación de Matías Rojas. Confío en el al 100%. Tiene contrato hasta junio y está a disposición”. Tanto para el caso de Rojas como para el del volante Nicolás Oroz, que también debe regularizar su situación antes del 30 de junio, el DT opta por utilizar los activos del club con vínculo vigente y se aparta del juego estratégico entre la dirigencia y la representación de dichos jugadores. Lo explica con honestidad brutal: “No hay un manual de cómo manejar esta situación”.
Independiente también sufre el éxodo sin retribución a cambio. Pasó con Leandro Fernández, uno de los referentes del plantel que tras su segundo paso por la institución decidió no renovar su vínculo con el club y acordó su incorporación a Universidad de Chile. Lo llamativo fue que el ex Vélez e Internacional de Porto Alegre también se había ido libre del Rojo a mediados de 2020. El Rey de Copas, además, lamentó la salida en condición de libre del joven Alan Soñora, cuyas pretensiones económicas no fueron correspondidas por la nueva dirigencia del Rojo encabezada por Fabián Doman, y se quedó con el pase en su poder el 31 de diciembre pasado. En las últimas horas, el hijo del ex Boca Diego Soñora que hace pocos días fue titular para la Selección de Estados Unidos en el amistoso con derrota 1-2 ante Serbia arregló su incorporación al FC Juárez de México.
San Lorenzo, que intenta salir de una profunda crisis institucional y deportiva, necesitaba certezas con urgencia sobre la situación del defensor Federico Gattoni. Con contrato a expirar en junio, el que fuera capitán del Ciclón entró en conflicto seducido por la posibilidad de emigrar al Sevilla de España. En ese contexto, jugó en la primera fecha ante Arsenal por expresa necesidad del entrenador, y se ausentó sin permiso para viajar a Europa a tramitar su ciudadanía. A su regreso le comunicaron que no jugaría en la segunda fecha ante Lanús y que no sería tenido en cuenta por Rubén Darío Insúa si no firmaba su renovación. En medio de este tire y afloje entre el club y el jugador, Matías Caruzzo, manager de San Lorenzo, se refirió al tema haciendo un análisis que merodeó la situación particular y la problemática general: “Los clubes son rehenes de los representantes. No vamos a cambiar una coma del contrato, queda en ellos que se firme o no. Hay un desgaste con el representante. No hay nada que negociar. Llegar hasta acá es porque nos llevó el representante”. En un intento de destrabar esta situación, Sevilla mejoró la oferta inicial a un millón y medio de dólares y dejarlo cedido en San Lorenzo hasta el 30 de junio. Club e hinchas quedan con un sabor amargo, mientras que el jugador consigue su objetivo de emigrar, pero a la larga ¿gana o pierde en su relación con la institución donde se formó?
Huracán también sufre las tensiones de los finales de contrato. Históricamente menos robusto económicamente que los cinco grandes, el Globo, dirigido técnicamente por Diego Dabove, decidió, ante la negativa a firmar la renovación de su contrato, apartar del plantel a Lucas Merolla, el marcador central de 27 años pretendido por Boca y por el Riga de Letonia, que ofertó por 1.500.000 dólares. “Me duele lo de Merolla. Es un buen chico, pero está mal asesorado. Quizás podamos arreglar algo. Ojalá reflexione, pero lo de Boca no lo veo”, declaró David Garzón, presidente de Huracán, en Radio Continental. Mientras tanto, en Parque Patricios el descontento es por partida triple: del jugador por estar marginado, de la dirigencia por la posibilidad concreta de perderlo en junio sin recibir un centavo y de los hinchas con los directivos por no acercar posiciones con uno de los mejores centrales que tiene el club en los últimos años.
Todas son situaciones que dejan al descubierto la fragilidad de los clubes en términos económicos y también sus viejas prácticas, como esperar hasta último momento asumiendo que llevan las de ganar cuando en otros países suelen anticiparse mucho más en el ofrecimiento de renovación para sus jugadores, con el doble objetivo de asegurárselos y también de mantenerlos contentos. Además, existe una regla tácita de que cuando un jugador está a punto de quedar libre, a su valor no lo establece el club dueño de su pase, sino el mercado. “A este tipo de situaciones se llega por un contexto económico desfavorable para los clubes que pagan en dólar oficial. A los jugadores les cuesta vivir en este nuevo contexto y pretenden cobrar a dólar blue, porque tienen un nivel de vida elevado”, opina César Merlo, periodista de TyC Sports especializado en información sobre mercados de pases.
En un fútbol argentino cada vez menos seductor desde lo económico, lo que indefectiblemente influye sobre la calidad de lo que se ve dentro del campo de juego, cualquier propuesta del extranjero es analizada con atención por los futbolistas. En muchos casos se tensa la cuerda que une a los jugadores con los clubes, y en otros tantos casos, se corta. Ante este tipo de situaciones límite que ya son tendencia ¿quién debe ceder?